Luis Paz: “El trap es uno de los movimientos más radicales que tuvieron los pibes y pibas en los últimos años”
Por Mariano Nieva | Fotografías: Red Bull
Luis Paz es periodista y editor del Suplemento NO, apéndice de cultura joven del diario Página/12 desde hace varios años. En una extensa conversación con AGENCIA PACO URONDO y el programa radial El Jardín de los Presentes (FM Zoe 107.1) reflexionó sobre periodismo, los cambios en las maneras de comunicación que trajeron las redes sociales, el impacto negativo que está dejando para la industria musical la pandemia de COVID-19 y el fenómeno del trap, entre muchos otros temas.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo fue el camino que hiciste para llegar al periodismo?
Luis Paz: Cuando terminé el colegio me puse a estudiar Economía y Gestión, pero no prosperó. Y como leía mucho me tiré a Comunicación Social y me terminé enamorando del periodismo, porque más allá de las técnicas que me enseñaban, sentía que podía encauzar el ser periodista con la música que era lo que realmente me interesaba.
APU: ¿Cómo era por aquellos años tu relación con los medios especializados de rock?
L.P.: Yo pertenecía más al público consumidor de música que de noticias. Y aún hoy creo que sigo siéndolo. Nunca fui de darle demasiada atención a los medios de comunicación. Es más, hoy tampoco lo hago. De todos modos, mi acercamiento como adolescente afín al rock tenía más que ver con las revistas que con los suplementos de los diarios. Que obviamente ya existían. En esa época lo bueno era que había tres o cuatro publicaciones que estaban muy bien hechas y entonces uno podía optar. La Mano era mi revista favorita. Me gustaba más que la versión local de Rolling Stone. Estoy hablando de los años 2003 y 2004. Y como estudiaba y laburaba podía costeármela con lo que ganaba. Recuerdo también la Soy Rock. Otra muy linda publicación.
APU: ¿Y de tu ingreso al diario Página/12 qué nos podes contar?
L.P.: A Página/12 entro en noviembre de 2007 por una pasantía de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ). Allí estudiaba la carrera de Comunicación y Periodismo. Cuando llego al diario me incorporo a la sección de “Sociedad” formando parte de “Información general”. Recuerdo que por esos días los temas que estaban en boca de todos/as eran la ola de calor y de mosquitos que azotaban a gran parte del país, la visita de la antorcha olímpica en Buenos Aires y la quema de pastizales en el litoral. Hasta entonces, yo hacía mucha crónica de calle. Salía a levantar testimonios y contaba lo que veía. Y la verdad fue muy impactante la vez que pude hacer mi primera nota y firmarla.
APU: ¿Y al Suplemento NO cómo llegaste?
L.P.: Luego de estar seis meses trabajando en la sección “Sociedad”, se abrió un hueco en “Espectáculos” y ahí entré. Mi deriva hacia el NO llevó un tiempo y tuvo algo casual también. Claro que conocía el suple desde antes. Tengo 35 años y fui adolescente en la segunda mitad de los ’90 y los primeros 2000. La tragedia de República de Cromañón atravesó fuertemente mi generación. Ya había empezado la facultad y comenzaba a salir a Capital Federal a ver recitales desde Lomas de Zamora de donde soy oriundo.
APU: ¿Qué recordás de esos primeros días en la redacción del suple?
L.P.: Cuando llegué fue algo glorioso. Y además, me empezaron a pagar por escribir sobre música porque el suple al ser de cultura joven empezaba a mostrar las bandas que iban apareciendo en ese momento y que a mí me gustaban como El Mató a un Policía Motorizado y que empezaban a ser relevantes periodísticamente hablando. Recuerdo las primeras charlas con el periodista Roque Casciero que era redactor del NO y quien fue el que me empezó a enviar a cubrir mis primeros recitales. Para que tengas unan idea en el lapso de un mes fui al Estadio Obras Sanitarias a ver a Massacre, Los Cafres y El Otro Yo. Luego, comencé a ir a festivales también. Fueron cuatro años de pasante, colaborador y redactor. Escribía sobre discos también.
APU: El suple siempre se caracterizó por intentar mostrar lo que pasaba en el circuito alternativo de la cultura. ¿Desde un comienzo fue así?
L.P.: No. Con decirte que las primeras tapas fueron para Charly García y Fito Páez. Cuando cumplimos 25 años de la primera edición en 2017, hicimos un poco de archivo y nos dimos cuenta que a lo largo de un año hubo seis notas a Rata Blanca también. Es decir, como el suple se tenía que posicionar necesitaba público. Recuerdo que en el primer número escribió Andrés Calamaro y comenzó a aparecer un pequeño destacado, que hoy sería lo que se conoce como “Hashtags”, en lo que por muchos años fue la contratapa. Bueno, allí se anunció por ejemplo que se iban a estrenar Los Simpson por Telefé. La creación del dibujante Matt Groening que con los años fue un suceso mundial hasta nuestros días.
APU: ¿Cuándo llega esa transformación entonces?
L.P.: El cambio hacia la cultura under llegó a mediados de los ’90. Cuando por un lado explota el rock mestizo con exponentes como Mano Negra, Molotov, Control Machete y otros. Y por otro, cuando comienza a hacerse muy popular el rock barrial. Empezamos a ver tribus urbanas más diversas que en los ’80. Y es ahí en donde creo que el NO empieza a entender que hay que empezar a contar todo esto porque para escribir sobre Charly ya estaba la sección de espectáculos del diario.
APU: En estos últimos años el feminismo ganó en importancia y visibilidad como nunca antes. Y la pelea por más derechos y oportunidades las mujeres la están dando en todos los frentes. ¿Cómo es la realidad dentro del NO en este sentido siendo que los medios de comunicación son para ellas un espacio, como tantos otros, todavía muy desigual?
L.P.: En el suple trabajamos 18 personas de las cuales cuatro son pibas. Es decir que el fenómeno feminista nos agarró con pocas mujeres en el staff. Pero por otra parte, las que están tienen un fuerte compromiso en diferentes espacios. Stephanie Zucarelli por ejemplo, escribe sobre cultura otaku, comics y músicas asiáticas y logró llevar el tema de reivindicación de las mujeres al ámbito de los videojuegos que es muy machista. De hecho, la echaron hace poco tiempo de radio Vorterix por un tema derivado de estas cuestiones. Por eso, esto que pasa con las compañeras es algo difícil y hermoso a la vez. Del que nosotros, los hombres, fuimos aprendiendo.
APU: La desaparición de la tira “Clara de noche” que narraba las experiencias de una muy particular trabajadora sexual. ¿Tuvo que ver con este cambio de época o nada que ver?
L.P.: Lo que ocurrió con “Clara de noche” es que Vernet, el dibujante español que la creó en 2014, vendió la exclusividad de los derechos del personaje a un diario español. Por eso la tira, que en el suple adaptó el maestro Eduardo Maicas, dejó de salir. De todas maneras, nos estábamos dando cuenta que ya no tenía mucho sentido que siga apareciendo, porque la historieta había quedado muy extemporánea. Si entiendo por otra parte, que en los primeros años del NO, “Clara de noche” era todo un gesto rebelde. Por ser la historia de una trabajadora sexual autogestiva que no era parte de una red de trata porque ella hacia su laburo por su cuenta intentando siempre despertar el deseo en los varones. No era la postura de la piba abusada. Así que la decisión de que no se publicara más, no tuvo tanto que ver con una cuestión de género, sino más bien fue producto de una casualidad que terminó siendo provechosa.
El oficio de editar
APU: ¿Cómo es ser editor de una publicación con las características del NO?
L.P.: Ser editor responsable es un puesto que por un lado te premia y por el otro te castiga. Llegué a esa función hace siete años porque se supone que soy bueno escribiendo, vertiendo conceptos y porque tengo algún tipo de conocimiento al respecto. De todos modos, lo que sucede al editar es que te terminás haciendo cargo de un montón de cosas que no tienen nada que ver con lo periodístico. Necesitás liquidar colaboraciones, contestar mails y otros asuntos más que no hay tiempo de escribir, escuchar música ni leer. Pero por otro lado, el rol tiene todo lo hermoso de pensar un medio desde cero donde además los/as periodistas a los/as cuales edito son mis amigos/as también. En síntesis, editar te termina retirando un poco de la escritura.
APU: Es decir, que muchas veces pasa por vos también el destino laboral de tus compañeros/as y porque no también la suerte de la publicación.
L.P.: Claro, es estar todo el tiempo maniobrando sobre el espacio y el tiempo con agentes de prensa o con la propia empresa. Pidiendo que contraten a ese pibe o a esa piba porque son muy buenos/as. Y que si hay poco presupuesto que al menos les den más notas. Por lo tanto, son muchas las cosas que interfieren en la intención de un grupo de periodistas a la hora de llevar adelante un medio.
APU: Un poco por los cambios de época y otro tanto por la grave crisis que atravesamos también en aquellos años ¿Cómo vivieron en la redacción la situación de tener que abandonar el formato tradicional del papel para pasar al soporte digital? ¿Cuál fue la reacción del público que los lee?
L.P.: Mirá, tengo que decir que en el NO nunca tuvimos tantos lectores como ahora. El 2018 fue un año muy crítico porque dejamos de salir en papel después de 26 años. Fue muy triste pero con una gran capacidad de reacción de todo el equipo lo convertimos en virtud y empezamos a salir todos los días de manera digital. Hoy estamos teniendo casi 400 mil lecturas de notas por mes. Una barbaridad a la que nunca hubiéramos llegado en papel. Calculá que sólo se vendían 12 mil ejemplares con el diario los jueves.
APU: ¿Podemos seguir hablando de “cultura rock”?
L.P.: Hace un tiempo fui con una colega, Corina González Tejedor y con el escritor Fernando Bogado a un conversatorio en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC) y hablábamos de este tema entre otras cosas. En la charla me fui dando cuenta que cuando empecé a escuchar rock lo elegí como mi cultura también. Porque me pareció en ese momento un lugar híper seguro. Claro, lo era para mí que soy varón, blanco, hétero y de clase media con educación y calle. Pero luego, ya trabajando en el suple, me di cuenta que no era tan así. Que el rock también estaba lleno de cosas horribles y que había hasta violadores en sus filas. Es más, una de las primeras tapas que hice fue sobre una investigación donde hablé con gente de la policía y representantes de artistas que ventilaron todos los arreglos que existieron los primeros años después de la tragedia de República de Cromañón. Y si bien la música no tiene nada que ver, es muy duro darte cuenta de estas cosas. Es una realidad a la que me despabilé. Por otro lado, nosotros/as también nos tuvimos que dar cuenta y aprender sobre la marcha. Les hemos dado tapa a prácticamente todos los músicos acusados por violación desde Migue de La Ola Que Quería Ser Chau hasta Cristian Aldana de El Otro Yo reivindicándolos muchas veces como sujetos bien pensantes.
APU: ¿Cuál podrías decir que es la mayor dificultad a la hora de enfrentar y meter mano al escrito de otro/a?
L.P.: La dificultad de editar una nota ajena es que tenés que cuidar la escritura de esa persona. Preguntarte: “¿Qué quiso contar?” Por otra parte, el trabajo de editor es previo a que la nota esté terminada. Hay que definir: ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Qué espacio le vamos a dar? ¿Cómo la vamos a encarar? ¿Qué fuentes vamos a tener? ¿Qué foto y que título le podemos poner? Y desde la volanta, la bajada y todo lo que son los paratextos, cómo determinás un poco la lectura de esa nota y las correcciones que tienen que ver con la ortografía, la sintaxis y lo gramatical. Todo un gran laburo.
APU: ¿No existe el riesgo de que con la edición se pierda un poco el estilo y la forma de quien escribe?
L.P.: Hay estilos de redactores/as muy floridos al pedo, con mucha redundancia. Yo tengo una cruzada contra los lugares comunes en la escritura y en el habla. Las famosas frases hechas. Es una tarea difícil porque hay cronistas que sostienen que es parte de su personalidad y que si no están esas expresiones del habla común no son ellos/as. Entonces, lo que hay que entender con mucha humildad como periodista o editor/a es que en el recorte de la información, y en lo que vos estas jerarquizando, es en donde vos estas exhibiendo quien sos. No necesitas demasiadas palabras rimbombantes. Es un momento de negociación.
APU: ¿Qué pensás de la entrevista como herramienta periodística?
L.P.: Que la entrevista con el correr del tiempo pasó a ser el formato periodístico que más me interesa porque tiene que ver con lo conversacional y con tratar de arribar a algunas definiciones de las cosas. La reseña, por su parte, dejó de tener mucho sentido porque ahora es más fácil escuchar el disco. La interview tiene una cosa muy rica además en una época de post verdad y fake news. Y es la de exponer a una persona como lo estamos haciendo nosotros. Sin mediación ni edición. Creo que es uno de los pocos retazos de verdad que nos quedan porque tenemos la seguridad de que yo dije lo que dije y vos lo que dijiste. Por eso cuando nos llega una gacetilla por ejemplo, no sabemos nunca cuánta certeza tiene esa información. Es verdad también que muy posiblemente la entrevista dejó de tener una función social. Por ejemplo, vos me entrevistás a mí básicamente porque soy el editor del NO, es decir porque al cumplir ese rol me habilita a poder decir cosas desde un cierto lugar de privilegio.
Redes sociales: una nueva forma de comunicar
APU: ¿Qué reflexión te merece la incidencia de las redes sociales en el periodismo?
L.P.: Que las redes sociales existan creo que es también un desafío para nosotros/as los/as periodistas. Para trabajar indagando su veracidad y no convertirnos en meros replicadores de noticias. Los medios digitales y la comunicación directa lo que hacen es anular esos lugares de privilegio y toda esa burocracia que está en el medio. Ahora los/as artistas le pueden hablar directamente a sus seguidores. El tema es que quedan más expuestos aquella banda o músico/a que no tengan nada para decirle a su público y que antes estaban mediados por ruedas de prensa y por grandes periodistas que después les sacaban las mejores cuatro frases y listo. Bueno, todo eso cambió.
APU: Entonces hay que decir que se volvieron imprescindibles de alguna manera.
L.P.: Son imprescindibles las redes sociales para el trabajo periodístico y para lo que se conoce como Big Data, totalmente. Después creo que también lo son en las distintas formas que hay para encarar el periodismo con algún tipo de pretensión de profesionalismo. Por otra parte, creo que para los grandes medios de comunicación pueden ser una herramienta de información con el debido análisis de periodistas y editores de las distintas secciones. Por otro lado, hoy el periodismo no está dando respuestas a los problemas, pero si podría responder a ciertos interrogantes que ayuden a clarificar una idea o una posición haciéndolos visibles.
APU: Otra de las características que tienen algunas redes es que nos obliga a escribir menos ya que los caracteres tienen un límite.
L.P.: Es que es necesario escribir menos. No podés demorarte 40 minutos en leer una crónica de un disco por ejemplo que por ahí dura 18 escucharlo completo. Porque es una realidad que las obras hoy son más breves. Todo es más corto. Vas a una rueda de prensa y en el mejor de los casos tenés solo 15 minutos con el/la artista, con lo cual el material para tu medio muchas veces es el resultado de lo que vos mismo podés generar.
APU: Las corporaciones mediáticas tienen otros elementos para instalar agenda.
L.P.: Sí, Twitter y lo que se conoce como Big Data por ejemplo, le permite a los medios tener una herramienta donde volcar lo que se está hablando, quiénes son las personas que generan interés y cuáles son las noticias del día. Todo eso que es imposición de agenda en redes sociales con la debida edición, seguimiento y curación podría acercar un poco esa idea tan cara del periodismo como un servicio social. Una muestra de eso sería, si tenés 20 mil twits haciendo mención a cortes de luz en algunas zonas de la Ciudad de Buenos Aires (CABA) y el conurbano bonaerense, en el mismo momento te podés enterar si es por alguna falla de Edesur o Edenor. Cuál es la diferencia que existe en inversión de infraestructura de esas empresas de energía eléctrica entre el sur y el norte de la ciudad y un montón de otras cosas.
APU: Y de los cambios en los medios de comunicación y en los modos de comunicar. ¿Qué nos podés decir?
L.P.: Que no me parece mal que hayan cambiado. Lo que sí me parece es que se modificaron los medios pero no los modos de comunicación. Quiero decir, la radio on line sigue funcionando con el mismo lenguaje que la de antena. El periodismo gráfico de páginas web por su parte sigue en la misma dirección que el periodismo gráfico impreso. Entonces, creo que lo único que hicimos fue adaptarnos. Pero seguimos comunicando del mismo modo. Ahí creo que hay un problema y que lo va haber por lo menos por la próxima década, hasta tanto todas las personas que ocupan los lugares de privilegio en los medios particularmente de rock, dejen de hacerlo. Porque una vez apareció un Mario Pergolini pero se quedó 30 años y ya no apareció otro porque sencillamente no tuvo el lugar. Es más, cuando yo estudiaba en 2005 recuerdo que el máximo sueño de la mitad de mis compañeros/as era trabajar con Pergolini y la otra mitad con Roberto Petinatto. Entonces, cuando eso pasa solo vas a reproducir un modelo que, insisto con esta idea, dejaron de dar respuestas a todos/as aquellos/as que vinieron al rock a buscarlas.
El trap está entre nosotros/as
APU: ¿Qué opinión te merece el fenómeno del trap?
L.P.: El trap me parece un fenómeno extremadamente complejo. Estéticamente me parece francamente encantador. Creo que es uno de los movimientos más radicales que tuvieron los pibes y pibas en estos últimos años. Desde el tatuaje en la cara y el uso de chalecos de buzos tácticos israelíes en los conciertos, por ejemplo. El trap además funciona a través de singles y videos y es un poco una vuelta a los ´50 cuando salía el simple de la banda. Estos artistas ya no necesitan hacer un disco. Una muestra es uno de los trabajos de Duki que consta de ocho temas pegados. Aunque creo que podría hacer cosas mejores.
APU: Wos parece ser distinto. Artistas consagrados como Indio Solari, Divididos y Andrés Ciro Martínez hablan muy bien de lo que hace.
L.P.: Wos me parece que está entre los más talentosos. Si bien creo que hace un rap más de vieja escuela. Son fenómenos que sin dudas son indivisibles de Internet y hay algo también en el sentimiento que atraviesa a esta movida que irrumpió hace pocos años. Por lo cual creo que es un movimiento estable, más que otros que hubo en el medio, y que más o menos aceptamos en función de nuestro gusto personal. Pero que además está conformado por muchas cosas que no tienen que ver con la música. Wos creo que tiene que ver más con Calle 13, con una combinatoria de banda en vivo bien rockera, espíritu funk y una oratoria que nos puede conectar con el rock mestizo que hacía Rage Again The Machine por ejemplo.
APU: Otro número interesante, por lo que pude ver, es el de Catriel y Paco Amoroso.
L.P.: Catriel y Paco Amoroso me parecen increíbles para ver en vivo con el apoyo de una banda tremenda. Es una experiencia te diría de happening multimedia. Y si bien el dúo tiene el prejuicio de lo nuevo hay un meme que es muy claro y dice: “Al trap no lo entenderías”. Y humildemente pienso que no tenemos por qué hacerlo si es un fenómeno que así funciona bien y además, los que lo tienen que entender son los/as chicos/as de 15 y 20 años que lo consumen.
APU: Con respecto a la estética que trae este fenómeno urbano. ¿Qué podés agregar?
L.P.: Que la estética indudablemente fuerte que tiene el trap contrasta también con un momento en que el rock se había habituado al pantaloncito de fútbol y la remera. Que está bien, pero de pronto llegaron estos/as pibes/as con toda una propuesta visual distinta y nos pasaron por encima. Creo además que el rock a través del tiempo se fue vaciando de un montón de significados y le fueron quedando pocos. Lo cual me parece que es bueno, al contrario de lo que podríamos pensar, porque es un momento donde la escena tiene que redefinirse. Y esto además no va a suceder si no lo hacemos también los/as que nos definimos como rockeros/as. Seamos músicos/as, periodistas o simplemente público.
APU: ¿Y en qué consistiría esa definición de ser rockero/a?
L.P.: En que el rock siempre dio respuestas. Por ejemplo, ¿estás enojado con tus viejos/as?, acá tenés al rock. The Beatles por caso en muchas canciones hablaban de “Change your mind” (cambia tu mente). Algo que los/as rockeros/as dejaron un poco de hacer.
APU: Un claro ejemplo de esto que decís fue cuando otro artista de trap como Trueno dijo en su tema “Sangría”, incluído en su nuevo trabajo “Atrevido”, que interpreta junto a Wos: “Te guste o no te guste. Somos el nuevo rock and roll niño”. Gran parte de la patria rockera puso el grito en el cielo.
L.P.: Bueno, lo que pasa es que nuestra resistencia rockera nos lleva a exhibir esos prejuicios. Por eso insisto en que deberíamos revisar si el rock hoy interpela y les ofrece respuestas a las problemáticas que estos pibes/as tienen.
APU: Hablemos del Pacto Quiroga, tu proyecto musical.
LP.: El Pacto Quiroga es una banda que tengo con amigos y hace muy poco tiempo sacamos un álbum que se llama como el grupo y que está en todas las plataformas digitales. Un proyecto en donde además me pasa que siempre es un quilombo separar al músico del periodista. Porque después alguien puede decir que alguna vez critiqué una música parecida a la que hago. Pero sacando eso del medio, me parece que es algo muy lindo y que tiene que ver con el rock argentino pero desde un lugar distinto. Vinculado con la poética también, porque surge a partir de la adaptación a canciones de las poesías de Jorge Quiroga, escritor peronista de los ‘60 y ’70. Amigo además de Horacio González, quien fuera entre otras cosas, Director de la Biblioteca Nacional (BN). Así que tomamos eso e hicimos un disco.
El escenario de la música post pandemia
APU: Aunque algo se está moviendo por estos días ¿Podés imaginar, aún sufriendo los embates de la pandemia, cómo puede llegar a ser el retorno de los conciertos en vivo?
L.P.: Desde el rol de músico creo que va a ser muy difícil la adaptación a la nueva normalidad. Y si bien no se qué va a pasar, este momento que estamos atravesando de la pandemia hace que se tenga que trabajar mucho con intermediarios, por esta nueva modalidad de las plataformas con entradas pagas. Que por otro lado, me parece que vuelven la escena un poco burocrática y muy fría para mi gusto. Y con las dificultades que esto trae para las bandas. Pero está bien que ocurra, aunque insisto que no es algo que en lo personal me movilice. Como tampoco tocar o mirar conciertos por streaming. Tal vez por una mirada más romántica que tengo. Por otro lado, como periodista intento cubrir estos eventos porque es la oferta cultural que hay y porque es hermoso que siga habiendo recitales en este momento tan particular. Así que supongo que muy gradualmente empezaremos con conciertos para poca gente en salas no tan chicas. Aunque no todas estén preparadas para esta nueva situación y eso puede ser un problema también por un largo tiempo.
APU: Claramente no es lo mismo las salas utilizadas por el mainstream que las del circuito alternativo.
L.P.: Exacto. La mayor dificultad la van a tener los espacios independientes que por ende son muchas veces más pequeños que los del mainstream. Quizás, la solución sea que esos lugares se reconviertan como bares culturales por ejemplo. Algo muy similar a lo que ocurrió post Cromañón. Una nueva forma podría ser la reconversión a reductos de comidas y de shows principalmente en formato acústico donde la gente esté en mesas y bien distanciada. Eso son los problemas que identifico, ya que las salas establecidas van correr con ventaja. Por inversión e infraestructura van a adaptarse más fácilmente por ejemplo Niceto o La Trastienda. Así que la realidad para los vivos que conocimos hasta hace poco tiempo no volverá pronto. No habrá pogo, mosh ni slam. Aunque tampoco me puedo imaginar un show de Babasónicos con gente sentada y mucho menos en recitales de punk, heavy metal y otros estilos. Eso sí, ni pensemos por un largo rato en conciertos a gran escala con miles de personas. Esa experiencia única que nos gusta tanto vivir y disfrutar.