M.Conur: “Mientras existan religiones va a existir una doble moral”
"Barely legal", traducido: "Apenas legal", es una categoría de contenido para adultos donde los actores y actrices son o se ven muy jóvenes, de dieciocho años. Es una de las categorías más antiguas. Ya existía antes de internet y de las películas porno, había una revista muy famosa que se llamaba así.
En la novela Barely Legal de la escritora M. Conur se narra, en principio, la historia de una chica y un chico de diecisiete años que se dedican a crear contenido sexual virtual. Hacen shows, venden fotos y videos. En el caso de ellos sería directamente ilegal, pero le mienten a la página donde hacen los vivos, que exige que sean mayores de edad. La gente que los mira asume que son mayores y que, por ende, ellos como espectadores, no son pedófilos, pero sí hay en la mirada una clara fetichización del cuerpo adolescente. La novela de M. Conur, publicada por la prestigiosa editorial Odelia, es mucho más que esto, también se centra en el vínculo de la protagonista con su hermano, que sufre de una enfermedad denominada piel de mariposa y en una relación turbia que ella mantuvo con otro chico, amigo del hermano, que tiene la misma enfermedad.
AGENCIA PACO URONDO: Una de las temáticas con más presencia en la novela es el trabajo sexual virtual. ¿Hiciste un trabajo de campo al respecto? ¿Cómo comenzó y en qué consistió?
M. Conur: Para escribir la novela investigué mucho tiempo, tanto el lugar donde se desarrolla como el trabajo sexual virtual. Hoy en día es algo más popular, se habla mucho de Only fans, hace unos años, cuando empecé a escribirla no era algo tan presente en los medios masivos. En el caso de mi novela los protagonistas usan una página de cámaras en vivo, en la que la gente da propinas a cambio de mostrar una parte del cuerpo o tocarse. También tienen relaciones, pero sólo ante quien quiere pagar para verlo. Entré a ver como funcionaban esas páginas (entrar es gratis) y me sorprendió lo lentas e inactivas que eran las transmisiones.
Las performances están horas en línea esperando que les den propinas o vender cierto número de tickets para iniciar la transmisión privada. No tiene nada que ver con las páginas de videos, donde el contenido es corto, rápido, explícito y generalmente exagerado. Me dio la sensación de que el público de las páginas de camaritas no estaba ahí sólo por el aspecto sexual sino que había en ellos cierta soledad y necesidad de contacto humano, por eso escribían anónimamente en el chat hablando sobre cualquier tema. También noté una especie de fanatismo o admiración hacia la persona que se mostraba, el o la performer, aunque no son gente famosa, sino por lo general anónima. Esto lo plasmé en mi novela. Hay un hombre obsesionado con el protagonista. La intensidad de la trama escala, justamente, cuando los personajes salen de lo virtual y aceptan algunos encuentros reales.
APU: El personaje femenino necesita dinero para regresar a su país, y al mismo tiempo está en una situación de vulnerabilidad.
M.C.: Considero que cualquier adolescente que no se sienta bien en su casa está en una situación de vulnerabilidad. El acceso al trabajo es prácticamente nulo sin experiencia previa y sin estudios. Creo que muchos jóvenes recurren a realizar contenido virtual de cualquier tipo (sexual y no sexual) porque es la herramienta que tienen más a mano para generar dinero. Además, toman como ejemplo a otros creadores de contenido que lo lograron y entonces lo intentan. Algunos con el sueño de hacerse millonarios, otros por necesidad. A diferencia de la industria del porno, donde se trabaja por contrato, con productoras grandes, la gente que crea contenido sexual virtual de manera autónoma generalmente no busca fama, ni reconocimiento. Al contrario, la mayoría intenta hacerlo de manera anónima, sólo motivados por el dinero.
APU: ¿Cómo ves esta actividad desde lo ideológico - cultural actualmente?
M.C.: Creo que es un tema polémico. Desde el lado religioso y conservador, como todo lo sexual, está muy mal visto: creen que las mujeres que hacen esto no tienen valor. Dentro del feminismo el subgrupo abolicionista lo iguala a la prostitución, y a la prostitución con la trata. No diferencian si hay una explotación directa por otro o si se hace de manera autónoma. Se escucha mucho la frase “ninguna mujer nace para puta” y yo concuerdo, pero agrego que tampoco ninguna mujer nace para empleada doméstica, niñera o para trabajar doce horas cosiendo. El problema está en el sistema, y es muchísimo más amplio y profundo que el trabajo sexual, tiene que ver con el acceso al trabajo en general. Por eso, parte de mi novela pasa en Estados Unidos, porque ese país es para muchos argentinos sinónimo de éxito, de dinero, cuando en realidad la mayoría de sus habitantes viven muy mal, sin educación formal ni salud. En ese país se reportaron un millón de personas creadoras de contenido en Only fans.
APU: ¿Qué es lo más fascinante que tiene ese universo para vos?, fuera de la novela, digo.
M.C.: Me fascina, antes que nada, cómo absolutamente todo puede mercantilizarse por internet, desde el sexo y la desnudez hasta la intimidad (abunda gente que muestra absolutamente toda su vida, incluso a su familia) y el trauma (También hay muchos creadores que basan su contenido en relatar los peores momentos de su vida). Me parece interesante que los creadores de contenido sexual en muchos casos vivan una doble vida, delante de sus amigos y familiares son una persona y, anónimamente, en la web, son otra, por eso las páginas de camaritas tienen la opción de bloquear un país.
Por otro lado, me parece también interesante la gente que no se oculta, que no tiene vergüenza de contar que se dedica a eso, y es aceptada por su familia y amigos. En eso veo un cambio moral de la sociedad, una apertura. Pero tal vez lo mejor del trabajo sexual virtual es que puede ser autónomo, los y las creadoras ya no dependen, como décadas atrás de productoras que los contrataban como empleados, perdiendo así poder de decisión y ganancias. Ahora el o la creadora decide con quién filma, cuándo, y qué tanto hace. Otra cosa que me llama la atención es la variedad de corporalidades que se encuentran. Hay creadoras de contenido adulto con obesidad, con discapacidad y hasta ancianas.
APU: ¿Por qué pensás que sigue habiendo una doble moral al respecto?
M.C.: Porque mientras existan religiones va a existir una doble moral. Además, la gente que no tiene méritos propios, o no siente tenerlos, generalmente se afirma denigrando a los otros para sentirse un poco mejor consigo mismos. Sin embargo, en el caso del trabajo sexual virtual en particular, hay creadoras que ganan mucho dinero, y esto, en un mundo empobrecido, genera indignación. Y esa indignación es entendible. Molesta que gane más que un médico o un maestro. Pero bueno, el dinero que reciben no cae del cielo ni viene del Estado. Habría que preguntarse por qué tantas personas, casi en su totalidad hombres, prefieren gastar su dinero en estas creadoras y creadores en lugar de otro tipo de cosas.
APU: Hablemos de tus influencias literarias al respecto, más allá de que sos la primera escritora que aborda este tema, por una cuestión generacional, al menos en Argentina.
M.C.: Mi principal influencia para esta novela fue Juan Martini. Leí su obra completa mientras la escribía. Él trata, en sus libros, todos los tipos de prostitución, desde las mujeres explotadas por un proxeneta, a mujeres que trabajan solas en bares, hasta acompañantes finas de Puerto Madero. Y refleja, igual que creo hacerlo yo, esto como algo que siempre se hace desde la necesidad, desde el margen. Del otro lado está quien puede pagarlo. Todas sus novelas cuestionan el orden social, la idea de familia tipo, los valores a los que socialmente se aspira. Esto lo hace con una manera de narrar única, ágil, clara, donde no faltan escenas sórdidas. Eso es algo que me encanta. La sordidez, la oscuridad, lo tabú. Otros referentes para mí son Juan Marsé y Andrés Rivera.
APU: ¿Qué complejidades reales tiene dedicarse al trabajo sexual virtual?, me refiero a que hay una especie de fantasía generalizada donde se puede ganar mucho dinero.
M.C.: Creo que la primera complejidad o problema es la de la propia imagen. Si se hace en secreto eso tiene, como cualquier secreto, un peso emocional, una tensión interna. Si se hace públicamente se tienen que soportar las críticas y los prejuicios que puedan aparecer, y además ser consciente de que no hay vuelta atrás. Lo que se sube a internet queda para siempre. Creo que la idea de ganar dinero fácil y rápido es siempre una fantasía. En las páginas de camaritas la gente está muchas horas, algunos días no reciben prácticamente nada. Dentro de Only fans el ingreso promedio es de 150 dólares al mes, la mayoría gana eso. Hay muchos casos de gente arrepentida porque lo hicieron unos meses, sus videos y fotos se filtraron entre sus conocidos y encima no ganaron nada. Hacer mucho dinero en el trabajo sexual virtual es como hacer mucho dinero en la música, o como youtuber, es posible, pero poco probable, y por lo general lleva mucho tiempo y esfuerzo.