M.R., el poeta del encierro: "Para mí, la belleza es la libertad"
Por Branco Troiano*
En uno de sus cruces habituales, Benjamín le pregunta a su amigo Brecht qué es lo que verdaderamente subyace a todos sus malestares y tanto lo aqueja. El otro, sin más, diría que lo que puja incesante es el temor a no ser “un escritor sustancial”. Con esa distinción, el dramaturgo alemán se refería a escritores que a su juicio habían logrado una real incidencia en las prácticas de sus pares, fuera cual fuera el espacio que habitaran. Quizá esta noción baste para, cuanto menos, echarle un ojo al poeta marplatense M.R.
-Mis primeros lectores son los pibes que están en el centro conmigo. Es mi primera prueba. Y una de las más importantes, obvio.
Pregunta: ¿Por qué?
Respuesta: Porque quiero cambiar las cosas. Quiero que disfruten.
Después de mover por segunda vez de lugar el atado de cigarrillos que descansa sobre uno de los vértices de la mesa, ahora sí M.R (así pide que lo llamen desde que su poesía empezó a tomar repercusión) dice estar listo para charlar. El joven de veintiún años lleva cuatro años y seis meses privado de su libertad, pero, gracias a su buena conducta, hace un año y medio que pasa sus días en el Centro de Contención de Mar del Plata, espacio dependiente del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de Buenos Aires, al cual cataloga como “fundamental para todo mi crecimiento y para todos los cambios que pude ir logrando”.
P: ¿Por qué elegiste la poesía y no otro género literario?
R: Porque cada línea tiene que ser bien fuerte, contundente, y por mi relación con el rap. La música del rap es parecida a la de la poesía.
Digno miembro de una generación signada por la cultura del hip-hop, M.R vio nacer su costado artístico componiendo canciones, impulso que poco a poco fue transitando una deriva hacia la poesía.
P: Me decías que escribís de noche. ¿Por qué?
R: Porque a esa hora el Centro está tranquilo, no anda nadie. Estoy solo en mi pieza. Pienso mejor, supongo. Aparte miro las estrellas.
P: Más allá de que sabés que tu escritura genera efectos importantes en muchos de tus lectores, ¿te gusta lo que escribís?
R: Yo creo que me represento bien.
P: ¿Escribís para alguien en especial?
R: Para todos, pero en especial para los chicos jóvenes, para que ellos reflexionen, tanto los que están en mi situación como los que no. Todos cometemos errores, pero todos podemos cambiar.
P: En este sentido, me comentabas lo importante que fue que te trasladen al Centro de Contención.
R: Sí, muy. Acá encontré gente que realmente quiere que estés mejor, que crezcas, que mejores. Y te dan herramientas para eso, no es solo de palabra. Podés crecer y mejorar, no es chamuyo. En gran parte, en mi caso, gracias a Ideler Cavagnaro, una de las personas que conocí en el Centro.
Nació en Mar del Plata. Hasta los dieciséis años mantuvo una vida sin sobresaltos. Jugaba a la pelota con los amigos del barrio, iba al colegio, comía los fines de semana con la familia. El quiebre se dio cuando su padre perdió la vida disparándose accidentalmente. Una parte de la cara quedó sana. La otra, destruida. Esta última, concluye M.R, representa todo lo malo que él, su padre, ha hecho. Sin embargo, aclara: “Pero yo tengo bien claro todo lo bueno que hizo, lo buen padre que supo ser, y yo voy por ese camino, mis escrituras van por ese camino”.
En una suerte de reverso de Meursault, personaje principal de “El extranjero” de Camus, quien en un momento dice comprender “que un hombre que no hubiera vivido más que un solo día podría vivir fácilmente cien años con una cárcel porque tendría bastantes recuerdos para no aburrirse”, a M.R parece haberle bastado un día en la cárcel para descubrir y dar cauce a una pulsión poética que ya merodeaba pero que aún no tomaba materia.
R: Desde el primer día que perdí mi libertad descubrí algo. No sé qué. Pero algo que hoy se transformó en la poesía. En mi poesía.
Soledad de fuego
Él escribe cuando no le da la edad
tampoco por su delito pide piedad
ha perdido su rumbo y su libertad
pero su vida es hermosa porque
se expresa con la soledad
Convertí la sangre en muchas rosas
cambié mi pasado con dos cosas
vi el infierno ahora veo una vida hermosa
tiré mis armas por armar mis prosas
Una vida sola y cuatro paredes
soy un salmón atrapado entre las redes
como unos perros con bozales
me encerraron para nunca más pisar las sociedades.
En un momento, se propuso escribir sobre la dictadura y el poema terminó siendo leído un 24 de marzo por Irene, referenta de Madres, en otra de las recuperaciones de las mujeres que siguen escribiendo la historia de la resistencia de la patria, nuestra patria. En este caso, la recuperación de una voz. De una voz que también formará parte de una lista de autores que verán sus textos plasmados en las paredes de la Celda Itinerante. Ubicada en el Faro de la Memoria de Mar del Plata, la Celda se trata de un espacio dedicado a robustecer los derechos humanos y ponderar la memoria como piedra fundante para cualquier fenómeno emancipatorio.
P: Hace poco mantuviste una charla por zoom con docentes y estudiantes de la carrera de Derecho y directivos del Faro de la Memoria que querían conocerte, saber lo que hacías, lo que escribías, y lo que habías pasado para ser lo que sos hoy. ¿Cómo te sentiste con la experiencia?
R: Bien, muy bien. Casi ochenta personas, un montón. Les conté un poco lo que no les cuentan a ellos. Ellos estudian la ley desde afuera, yo se las traje desde adentro. Aunque sea crudo, se tiene que saber todo lo que se rompe ahí adentro.
Un acuerdo
Con la vida prefiero estar de acuerdo
Vivir mucho tener muchos recuerdos
Nunca me enamoré de la vida
Porque tiene de amante a la muerte.
Me acuerdo cuando caí preso en un auto trucho
Pienso mientras me fumo un pucho
Las voces en mi mente nunca las escucho
Pero todas las noches con ellas lucho
Una vez me dijeron estás preso en lo físico no en lo mental
Desde entonces me di cuenta que eso en la vida es fundamental
No hay mayor castigo
Que derramar lágrimas
En una imagen que te ha dado las mejores sonrisas.
P: Cuando recuperes la libertad, ¿qué te va a quedar de todos estos años?
R: Una de las cosas que aprendí es que muchas amistades no sirven, te terminan llevando a lo peor. Uno tiene que estar muy atento a eso.
P: ¿Y cómo te ves en ese tiempo que está por venir?
R: Me veo feliz: Hace poco terminé el secundario y ahora me anoté en abogacía. Mi sueño es defender a un chico que esté en la misma situación que yo. Y te repito, para todo esto fue muy importante para mí haber pasado por donde estoy ahora, por el Centro de Contención. Te apoyan en todo, te ayudan, te incentivan a que estudies.
P: ¿Te imaginás escribiendo una vez que salgas?
R: Me veo, sí. Y me veo con la fotografía. Cuando salgo, en los permisos, cuando voy al centro con mi mamá saco muchas fotos. Sobre todo a cosas bellas.
P: ¿Y qué creés que es lo bello?
R: ¿La belleza?
P: Sí.
R: Para mí, la belleza es la libertad.
* Publicada por primera vez en Télam