Nicolás Igarzábal: "Casi todo el rock de los '80 registró al menos un disco en los estudios Panda"
Por Mariano Nieva | Fotos: Juli Ortiz
Nicolás Igarzábal acaba de publicar el tercer libro de su cosecha personal, esta vez sobre los míticos estudios de grabación Panda, nuevamente por editorial Gourmet Musical. En diálogo con AGENCIA PACO URONDO, el periodista y escritor compartió sus reflexiones sobre la importancia de la figura fundante de Miguel Krochik para llevar adelante un estudio de grabación por fuera de las grandes discográficas. El desafío que fue pasar de la tecnología analógica a la digital a la hora de grabar, de cómo casi todo el rock nacional de los ’80 hasta nuestros días al menos registró un disco en sus instalaciones y de cómo un espacio concebido de manera totalmente independiente llegó a contar, gracias a la destreza de Krochik, con las mejores máquinas y los mejores técnicos e ingenieros de grabación.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo se te ocurrió escribir sobre los estudios Panda?
Nicolás Igarzábal: Porque me parecía que los trabajos sobre estudios de grabación eran un nicho que no estaba muy explotado. Del mismo modo que cuando en su momento escribí mi primer libro Cemento. El semillero del rock 1985-2004,(2015), tampoco había escrito mucho sobre boliches. Y como siempre trato de escaparle a la biografía tradicional de una banda, busco ideas y temáticas nuevas. Como una pieza de un rompecabezas o una figurita que faltan. Una historia para contar que no esté muy trabajada y que no tenga que ver con Los Redondos, Charly García ni Luis Alberto Spinetta de quienes ya se produjo mucho. Entonces, y dentro de esa búsqueda es que apareció el estudio Panda para intentar hacer algo loco y distinto con un lugar con tanto contenido histórico y mística.
APU: ¿Cuánto tardaste en terminar el libro tomando en cuenta el tiempo de búsqueda de material y la diagramación?
N.I: Como era un niño en los ’80 al momento de nacer Panda y me gusta el trabajo de investigar, me propuse jugar al oficio de historiador e ir a buscar información a la hemeroteca por ejemplo, consultando viejas revistas de cultura rock como Pelo y Expreso Imaginario. Con respecto al archivo fotográfico me ayudó mucho por un lado Miguel Krochik y por el otro las bandas que cedieron las imágenes de sus fotógrafos/as oficiales. Y rastrillando toda esa data mas las 110 entrevistas que realicé, me llevó tres años terminar este libro
APU: ¿Qué te costó más a la hora de encarar el trabajo, comenzar o darle cierre al texto?
N.I.: Empezar un libro cuesta, no es sencillo. Por eso, lo primero que hice fue construir una línea de tiempo año por año con todos los discos grabados en Panda. Lo cual fue complicado porque al no existir un registro total del material editado allí, tuve que indagar en los créditos de los álbumes argentinos arrancando por 1982 con la ficha técnica de trabajos como Yendo de la cama al living, de Charly, Recrudece, de Virus, Me vuelvo cada día más loca, de Celeste Carballo y el homónimo y primero de Los Abuelos de la Nada, todos aparecidos ese año. Y el cierre en cambio fue casi obligado por el tema de la pandemia en 2020 y lo hice con una placa de La Beriso llamada El último que apague la luz. Porque no hay que olvidar que el estudio sigue abierto y por lo tanto editando, así que costó soltarlo como pasa con cualquier obra.
APU: Contame de la importancia que tuvo Miguel Krochik, no solo para la realización del libro, sino también para la gestación de un lugar como Panda.
N.I.: Miguel Krochik fue la primera persona que entrevisté en varias oportunidades y fue clave para este libro. Y sin su aval como cerebro y creador de Panda no hubiera podido hacer este trabajo. Un tipo muy meticuloso con la tecnología, obsesivo del audio, que supo rodearse de los mejores técnicos y tener buenas máquinas. A su vez, Miguel estuvo siempre a la vanguardia con todas las novedades que iban surgiendo con respecto al sonido. Y eso fue también lo que siempre atrajo a los/as músicos/as que iban a grabar allí sus canciones. Todo el tiempo se estaba actualizando, comprando equipos nuevos o en desuso de otros estudios que iban cerrando.
APU: Otra característica que posee Panda de la mano de Krochik es la manera inteligente que atravesó el cambio de la tecnología analógica a la digital.
N.I.: Es que justamente no hay mejor exponente que provenga del mundo acústico ni analógico que Miguel Krochik quien llegó a participar del Acusticazo, aquel festival organizado por Daniel Ripoll en 1972. Y cuando se da ese pasaje a lo digital, Panda también fue pionero en el uso de esa tecnología. Después y al pasar los años, va a salir un disco muy importante que será Cuentos decapitados (2000) de Catupecu Machu donde se experimenta claramente ese paso de lo analógico a lo digital. Razón por la cual Fernando y Gabriel Ruiz Díaz contaron que muchos/as músicos/as y algunos técnicos en aquel momento los cargaban por grabar de esa manera. Diciéndoles con sorna que ese nuevo sonido era artificial y falso. Pasó el tiempo y ahora todo el mundo graba con pro tools y computadoras donde lo increíble es que la música se puede ver y retocar. Cosas que antes eran impensadas.
APU: Además, los inicios de Panda coinciden con la explosión del rock argentino a partir de la guerra de Malvinas en 1982 y la censura impuesta a la música anglosajona por parte de la dictadura militar.
N.I.: Claro, y justamente durante Malvinas es que se va a grabar el primer disco de Los Abuelos de la Nada con Charly García en la producción. Ya post conflicto bélico el bicolor va a grabar Yendo de la cama al living solo con la compañía de Wily Iturri en batería donde se cuela el clima de época con el encierro y el no saber qué hacer. Lo mismo que sucedió de alguna manera en el momento más duro de la pandemia el año pasado. Después llegaron Los Twist, Miguel Mateos y su grupo Zas, nuevamente Los Abuelos, Sumo, Los Redondos, Fricción, Don Cornelio y la Zona, Fito Páez, V8, Celeste Carballo, Los Fabulosos Cadillacs, Los Violadores y Soda Stéreo. Casi todo el rock de los ‘80 registró al menos un disco en Panda.
APU: Por otra parte, Panda como ION y Del Cielito Records por nombrar solo algunos, son parte de un grupo de estudios de grabación independientes de las grandes discográficas.
N.I.: Exacto, y esa es otra de las cosas que me atrajo a la hora de escribir el libro. Y tiene que ver con la independencia que en lo personal siempre estimulé y apoyé. Porque había pocos estudios que no dependieran de los grandes sellos como CBS o Music Hall que en sus propios edificios tenían las fábricas para producir los formatos. En cambio, Miguel se mandó solo en esa patriada de armar su propio estudio de grabación trabajando por separado y haciendo negocios con cada discográfica. Y la verdad hay que decir que le fue muy bien.
APU: Un tramo muy importante de tu libro está dedicado a los ingenieros de sonido, actores fundamentales de un estudio de grabación.
N.I.: Exactamente. A cada sonidista le dediqué un capitulo, porque me pareció que eran protagonistas muy importantes para reflejar en este libro donde podían estar afectados a maratónicas sesiones de grabación que podían durar entre ocho y dieciséis horas. Amílcar Gilabert fue el primero que trabajó en Panda y después tomó la posta Mario Breuer quien a su vez les abrió la puerta pasado un tiempo, a sus discípulos como son Walter Chacón, Gerónimo Argañaraz y Guido Nisenson. Después, busqué a Osvel Costa para que me cuente como grabó en Oktubre (1986), segundo y mítico álbum de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, esos ruidos de misiles que se escuchan cuando abre la placa con el tema “Fuegos de octubre” o el sonido del agua que se puede apreciar en “Preso en mi ciudad”. Además, pude saber cómo cada uno de los ingenieros de sonido, más allá de tener que estudiar profundamente los manuales de los nuevos procesadores y pro tools que iba incorporando el estudio, eran sometidos a evaluación por el propio Krochik quien les daba grabaciones en crudo para que los técnicos las trabajen.
APU: ¿De qué manera pudiste advertir que recuerdan a Panda los/as músicos/as con los que pudiste conversar y que están en el libro?
N.I.: Los/as músicos/as recuerdan a Panda con mucho cariño. Y prueba de eso es que todos/as se prestaran tan amablemente para conversar sobre este mítico estudio de grabación. Como La Renga, quienes hicieron allí Despedazado por mil partes (1996) con la producción de Tony Peluso guitarrista de The Carpenters, Andrés Ciro, Ricardo Iorio, Andrés Calamaro con quien crucé infinidad de mails y que además grabó sus cuatro primeros discos solista antes de viajar y radicarse en España. Las Pelotas que grabaron su primer disco, Corderos en la noche (1991) y otra gran cantidad de artistas que terminaron contando anécdotas muy divertidas.
APU: ¿Anécdotas de que tipo?
N.I.: Por ejemplo cuando Roberto Pettinato relata que mientras Sumo estaba registrando su segundo disco Llegando los Monos (1986) se dieron cuenta que habían grabado sobre el máster de Fricción de lo que iba a ser su primer álbum llamado Consumación o Consumo (1986) o cuando Charly estuvo 72 horas sin dormir grabando ininterrumpidamente. O la vez que Los Caballeros de la Quema consiguieron un turno una mañana en Panda para grabar junto a Joaquín Sabina el tema “Otros jueves cobarde” que la banda había incluido en su última placa de estudio antes de la separación Fulanos de Nadie (2000). Y que cuando fueron a buscarlo al hotel donde se alojaba en el propio auto de Iván Noble, el español iba gritando por la ventanilla. Una locura. (risas).