Nueva edición de “La Escuelita”, clásico y vigente libro sobre la dictadura

  • Imagen
    Alicia Partnoy
    Alicia Partnoy (foto: H.I.J.O.S. Bahía Blanca)
MEMORIA Y LITERATURA

Nueva edición de “La Escuelita”, clásico y vigente libro sobre la dictadura

05 Mayo 2024

Toda obra de narrativa cuenta al menos dos historias, del derecho y del revés: la que se plasmó en sus páginas y la del propio material, su gestación y circulación. La Escuelita, el libro de Alicia Partnoy que fue el primero en contar al mundo lo vivido en un Centro Clandestino de Detención de la dictadura argentina, es un ejemplo claro. Pudo corroborarse en los días finales de abril, cuando su nueva edición se presentó en Capital Federal, Santa Rosa, Mayor Buratovich y Bahía Blanca, ciudad en que la autora nació, militó, comenzó sus estudios y padeció el cautiverio en el CCD del V Cuerpo de Ejército que se convirtió en título de la obra.

La Escuelita es una versión en texto de la minuciosa memoria de Alicia, aquella en que pueden vivir quienes faltan desde entonces. La historia de esos escritos, inéditos en español durante dos décadas, conforma otro relato: el de los años de exilio de cientos de víctimas, impunidad judicial e indiferencia de parte de la sociedad argentina ante los crímenes perpetrados.  

Tiempos y lugares

En 1982, Alicia escribió en castellano las historias que preserva La Escuelita. La dictadura estaba en retirada y ella transitaba la primera parte de su exilio en el norte del continente. En Washington reconstruyó a su familia y en Los Ángeles consiguió lo que la dictadura había interrumpido cuando era una joven estudiante de la Universidad Nacional del Sur (UNS): edificar una gran carrera académica.

La primera edición de La Escuelita fue, en realidad, The Little School. Se imprimió en inglés, y recién en 2006 se publicó en el país en que los hechos que narraba habían ocurrido. La falta de criterio de algunas casas editoras había demorado dos décadas exactas una impresión criolla, aunque copias de los manuscritos circulaban artesanalmente y desde 1987, por iniciativa del entonces fiscal federal Hugo Cañón, los originales servían como prueba en las causas por delitos de lesa humanidad cometidos en Bahía Blanca. Con los procesos judiciales interrumpidos por las leyes de impunidad, aquellas páginas se aportaron en el Juicio por la Verdad que a fines de siglo reclamó que –incluso con los caminos penales cerrados- se respetase el derecho de sobrevivientes, familiares y la sociedad en general a conocer lo oculto por la clandestinidad criminal.   

En 2011, cuando pudo comenzar el primer juicio penal en Bahía Blanca, llegó la segunda edición argentina de La Escuelita, prologada por Osvaldo Bayer. 

La tercera, trece años después, reviste una singularidad. La participación de la editorial Hemisferio Derecho, que trabajó junto a la cooperativa pampeana 7 Sellos, convierten a esta nueva publicación en la primera nacida en la ciudad en que ocurrieron los hechos. Por ello, la presentación del libro el lunes 29 en la UNS ofició como reencuentro. Justo cuando acaban de cumplirse cuatro décadas del fin de la dictadura y el pacto democrático de 1983 parece estar, quizá como nunca antes, en riesgo.

Recién salida de imprenta, la nueva edición de La Escuelita es fruto también del recorrido de Hemisferio Derecho y 7 Sellos, que habían dedicado ya sus esfuerzos a difundir la obra de Alicia con la publicación del poemario La venganza de la manzanalos relatos infantiles de ¡Escuchá!, respectivamente.  

URL de Video remoto

La memoria tenaz

“Llegué a España para estudiar lo ocurrido en mi país”, recuerda sobre sus inicios la historiadora Silvina Jensen, una de las más reconocidas investigadoras en la temática de exilio. Corrían los 90, y nadie que sostuviera las banderas de Memoria, Verdad y Justicia era profeta en su tierra. Jensen comenzaba su carrera en el Departamento de Humanidades de la UNS, donde Partnoy había estudiado dos décadas antes, pero poco y nada se hablaba del tema.

El lunes 29 compartieron el panel de presentación de La Escuelita en Bahía Blanca. Fue en la sede más antigua de la UNS, donde durante el primer peronismo nació como Instituto Tecnológico del Sur. Ha corrido mucha agua bajo los puentes desde los tiempos en que reinaba la impunidad: hoy, Jensen dirige el Núcleo de Estudios sobre Historia Reciente, Memoria y Derechos Humanos (NuHR) del Departamento de Humanidades, en torno al cual gira la política de reparación de legajos laborales y fichas estudiantiles de víctimas del terrorismo de Estado en la UNS. La gran novedad es que, por primera vez en el país, en Bahía Blanca se efectúan reparaciones documentales hacia víctimas “en sentido amplio”, concepto que incluye también a quienes sobrevivieron a la persecución, pero producto de ella vieron interrumpidas sus carreras laborales o estudiantiles. Las nuevas generaciones de docentes y estudiantes de la UNS torcieron la historia de los años previos, y contribuyeron al avance de las causas. Humanidades acerca otro ejemplo: el del equipo de la investigadora Alejandra Pupio, que trabajó sobre las ruinas del demolido CCD "La Escuelita" y aportó pruebas para reconstruir su historia. 

En el edificio en que el lunes 29 se presentó el libro, mencionó Alicia, había cursado sus estudios secundarios su papá. El contador Salomón Partnoy falleció en diciembre último y por eso en este viaje su hija lo recordó especialmente, donando al NuHR escritos paternos que destacan la importancia de la educación pública, que también lo tuvo como docente y funcionario en la UNS.

Días antes del evento en Bahía Blanca, cuando ya había cumplido con los paneles en Santa Rosa y Capital Federal, Alicia vivió otro momento especial: el viernes 26 presentó La Escuelita en Mayor Buratovich en el marco de las actividades por el aniversario de la localidad, que se cumpliría al día siguiente. Burato, como se conoce al pueblo en la zona, se encuentra a menos de cien kilómetros al sur de Bahía Blanca. Allí nació Salomón, que como parte de las oportunidades que el país abría con su educación pública pudo convertirse luego en El Contador Partnoy.

El último de los veranos que su hija pasó en la patria chica paterna fue a sus catorce años, por lo que la visita de 2024 le acercó historias familiares para atesorar en esa memoria prodigiosa que sirvió para que La Escuelita preservase datos fundamentales. Por ejemplo, para persistir en la búsqueda del niño que ella sintió nacer, en la oscuridad de un Centro Clandestino. Gracias al relato de Alicia se sabe que el hijo de Graciela Romero y Raúl Metz -una de las dos criaturas alumbradas allí- nació y era varón. En su tercera edición argentina, este libro imprescindible escrito en 1982 sigue buscando a esos bebés de entonces y manteniendo vivo el recuerdo de desaparecidos y desaparecidas de los que ninguna otra cosa se supo desde que sus últimos susurros se colaron por las vendas y llegaron a la memoria tenaz de la compañera escritora.