Milei, nuestro "Plop": cómo sumergir la política en el barro para salir victorioso

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    Pintura de Javier Milei como Napoléon
CRUCES

Milei, nuestro "Plop": cómo sumergir la política en el barro para salir victorioso

24 Agosto 2025

Desde hace un tiempo venimos escuchando a quienes se oponen a los movimientos políticos realizados por el presidente Javier Milei (amparado en las facultades delegadas y su uso in extremis) afirmar casi con desesperación que lo que están haciendo “es inhumano”.

Como si hacerlo pudiera provocar un llamado de atención en aquellos que activan su accionar, cada vez con mayor velocidad y crueldad. Accionar que, a priori, recibe el apoyo de un sector no reducido a cada uno de los actos cometidos contra distintos grupos de la población que necesita de la asistencia del Estado para tener las mismas oportunidades que el resto y, especialmente, a sus trabajadores, aunque no siempre sea el mismo sector el que aplaude.

Partiendo de esto último, cabe preguntarse ¿es el fin del humanismo? O aún peor ¿está siendo reescrito con navaja sobre la piel de aquello que se lo considera como sobrante? Porque a este utilitarismo excesivo, empujado con osadía y sostenido por la fuerza tiene correlato en la más terrible de las distopías soñadas por la literatura.

Me refiero a Plop, el libro de Rafael Pinedo, que acompaña la vida del personaje que da nombre a la obra (“Plop porque es el ruido que hizo al caer en el barro cuando nació”) desde su llegada a la vida y, sobre todo, en su ¿particular? ascenso en un mundo retrofuturista donde llueve constantemente, pero el único agua que se puede beber es justamente la que cae, ya que una vez que toca el piso se contamina; y el paisaje es una continuidad de montañas, pero de basura.

Plop vive dentro de una comunidad (hay otras, con las que realizan trueques o compiten por los pocos cotos de caza que aún existen) que se autodenomina el Grupo. Desde que se nace, y dependiendo de que alguno pueda responder por él o no, a sus integrantes “se les asigna a una brigada en la que permanecen para siempre”. Rara vez, alguno consigue cambiar.

Los integrantes de esta comunidad son canjeables o descartables, sobre todo los que están en el eslabón más débil de la cadena. “Comer no es divertirse, es sobrevivir”, asegura en un momento el Comisario General, el cargo más alto dentro del Grupo.

La gente va a decidir de alguna manera para no morirse de hambre”, afirmó Milei el año pasado, tal vez convencido de que estamos en una época donde lo importante es sobrevivir. 

En este futuro distópico, “Los tontos, débiles o muy rebeldes van a parar a Voluntarios Dos, para que no duren. Los que tienen enemigos, a Recreación Dos”. Al que no se cura, se lo “recicla”. Es decir, se lo despelleja, y se recupera hasta los huesos. A veces, en el apuro, se lo despelleja cuando aún respira. Ese “descarte” nos parece terrorífico desde nuestro punto de vista, pero hilando metafóricamente, no difiere tanto al trato que están recibiendo los jubilados o los discapacitados, por estos días.

En marzo de 2024, en la apertura de las sesiones del Congreso de la Nación, el presidente argentino anhelaba “que el Gobierno se focalice en la gestión para tener un equilibrio fiscal, para que no la paguen los jubilados y los más pobres”. Hace pocas semanas y en pos de sostener ese equilibrio fiscal, acaba de vetar leyes que desde el mismo Congreso donde había hablado con tanta esperanza, salieron para acomodar un poco las jubilaciones de miseria que se expiden hoy día, tanto como los subsidios de las personas discapacitadas, quienes quedaron prácticamente librados a su suerte.

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Tapa de Plop

Si vos tuviste un hijo con discapacidad, ese es problema de la familia, no del Estado”, le dijo hace unos meses el actual titular de la Agencia Nacional de Discapacidad, Diego Spagnuolo, a la madre de Ian Moche, un niño autista de 12 años que recibió los ataques de Milei en el lugar que suele ser su campo favorito de batalla: la red social X. “Hoy es solamente la gente de bajos recursos la que la está pasando mal. Peor sería que la pasemos mal todos”, se expresó la diputada libertaria Lilia Lemoine. Casi como el pensamiento que rige al Grupo en la pluma de Pinedo: “Era la ley. Se debía depurar el Grupo para facilitar el viaje. Sólo iban los que no frenaran la caravana. Todos debían responder por sí mismos”.

Una nueva realidad y un nuevo humanismo. “El Comisario General siempre decía: -No somos salvajes. Si alguien sirve, se lo acepta”. Así como Milei incorpora a sus filas a todo aquel que esté de acuerdo con sus interpretaciones, sin importar al partido que perteneciera anteriormente y ni si, por momentos, cruzaron “armas” en el fragor de "la batalla cultural”. Si lo apoyan en su cruzada, son “héroes”; si se ponen en el lado de enfrente se convierten en “perversos” e “imbéciles”.

Pero en ambos casos, ni Milei ni Plop inventaron este cuadro hiperrealista sino que aprovecharon las circunstancias para escalar, empujados por una avidez de cambiar su futuro. Plop, desde que entró a Servicio Dos y es tomado casi como mascota por la mujer del Comisario que se había habituado a él y lo “usa” sexualmente en forma constante. Busca salir de ahí, se obliga a no ser “uno más, un mono, un peón, un esclavo”.

"A mi padre le agarró un ataque de furia. Empezó a pegarme trompadas y patadas. Me fue pateando a lo largo de toda la cocina", recordó Milei en una entrevista hace unos cuántos años. “De grande dejó de pegarme para infligir violencia psicológica. Siempre me dijo que era una basura, que me iba a morir de hambre. Esos maltratos hicieron que hoy no le tenga miedo a nada”. Llamativamente, “basura” es uno de los epítetos que el presidente más utiliza para con sus rivales.

Plop no inventó la crueldad en su mundo, sólo supo que podía manejarla para su beneficio. Supo cómo manipular a los corruptibles, a aquellos que se acostumbraron a mandar y saborear las mieles de esa posición o fueron timoratos y actuaron tratando de mantener un equilibrio donde las cosas no cambien y se respeten las reglas. Milei no inventó la política de baja intensidad ni los dirigentes que crecieron alejados de las mayorías que no pueden levantar cabeza, se mostró como una alternativa a fuerza de enfrentamientos verbales, apuntar sobre errores de sus rivales etiquetándolos como “fracasos, impunidad y corrupción”, se mostró como un producto genuino nacido en las redes y aseguró que sabía como cambiar la alta inflación. Supo qué decirle a cada individuo sin importar si lo expresado a uno chocaba con lo afirmado al otro, y a muchos les alcanzó para apoyarlo.

“Yo no vine acá a guiar corderos, vine a despertar leones” fue una de las frases que el actual presidente lanzó en campaña. “El triunfo en la guerra no viene de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo” y aquellos que militaron por él desde un comienzo adoptaron esta última denominación, convirtiéndose en su guardia pretoriana a través de discursos violentos y escraches, generalmente en las redes sociales. Y fue/es del agrado de Milei.

“Alrededor de Plop se juntaron algunos jóvenes. Lo veían decidido y con ánimo. Plop empezó a traer comida que daba sólo a algunos. A los más fuertes, a los más despiertos, los más audaces. A esos los trataba mejor, y nadie decía nada. Los menos favorecidos terminaban por retirarse. Los que quedaron empezaron a sentirse un grupo selecto, mejor alimentado. Todos eran agresivos. Todos admiraban a Plop”, escribe Pinedo. Y para mayor coincidencia, completa “Por sus informantes se enteró que a su gente la llamaban ‘la Secta’. Le gustó”.

También en el gobierno de Milei, aquellos menos favorecidos por las fluctuantes necesidades de sostener el déficit fiscal a como de lugar y los constantes reacomodamientos que ello provoca, debieron hacerse a un costado y ya son casi 160 los funcionarios que dejaron de formar parte al renunciar o ser corridos de sus cargos. Tal vez la mayor demostración de ese utilitarismo al palo.

Lo cierto es que ambos supieron aprovechar sus oportunidades y llegar al lugar alto que se propusieron. “Para la emergencia, Plop propuso hacer la elección directa de Comisario General. Era muy inusual, pero nadie se negó. Eligieron a Plop. La mitad votó contento. La otra mitad, con miedo”. “Sabemos que están cansados de este modelo. Sabemos que ya no le creen a nadie. Sabemos que todos los defraudaron. A nosotros también. Por eso nos metimos. Para terminar con este modelo que sólo beneficia a los amigos del poder" fue el mensaje por las redes de Javier Milei al acercarse el momento de ir a votar en 2023 y que resumió completamente su búsqueda. Aquellos que lo votaron, la mitad lo hicieron contentos, la otra mitad con bronca hacia el pasado cercano.

Este presidente que supo compararse con Moisés, está convencido que se encuentra en guerra y que su sector debe prevalecer. Y que en estas nuevas correlaciones de fuerzas nadie “la ve” como él. Explota cuando los que tienen otra forma de hacer política van en su contra. Y busca no sólo derrotarlos, sino reducirlos a la mínima expresión, sin piedad. “Somos superiores productivamente, somos superiores moralmente; esto no es para tibios”, fue una de sus arengas en campaña. “Vivían en el barro, morían en el barro. Él era el genio de la vida en el barro, el artista de la supervivencia en el barro”, es una de las reflexiones de Plop sobre sí. Su final y el de su secta, está escrito por la pluma magistral de Rafael Pinedo. El de Milei, sea cual sea, lo escribirá el pueblo argentino cuando sepa si finalmente puede dar cabida a eso que llaman Justicia Social o compra el oxímoron del Javo, quien asegura que es injusta. Después de todo, es como el humanismo se defiende por estos lares.