Nuevo libro sobre "Okupas": la memoria sensible de una generación

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    Leandro Barttolotta, autor de Okupas
    Foto: Juli Ortiz
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Nuevo libro sobre "Okupas": la memoria sensible de una generación

14 Agosto 2022

Lendro Barttolotta es sociólogo, docente y escritor de Okupas. Historia de una generación (2022), un libro editado por Sudestada que narra el suceso de la serie que dos décadas atrás tuvo su estreno por el viejo Canal 7. En la nota además, el autor reflexionó sobre la vigencia y el significado de la tira para las distintas generaciones que la vieron en los distintos formatos llegando a la actualidad con la remasterización para la plataforma Netflix. También acerca del trabajo de su director Bruno Stagnaro formado en el testimonial Nuevo Cine Argentino de mediados de los `90, y de por qué a Okupas se la puede ver en clave rockera entre otras cosas. “A Okupas se la recomendaba de boca en boca, como si fuera un grupo nuevo al que había que ir a ver. Por eso a la serie la mirabas como una banda de rock que actuaba en la televisión”, manifestó.

AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué sentís que mostró una serie como Okupas, teniendo en cuenta que fue rodada en un contexto de fuerte pauperización y tensión social que fueron uno de los principales motivos del estallido de diciembre de 2001?

Leandro Barttolotta: Para mí Okupas muestra entre otras cosas, una amistad no institucionalizada ni familiarista que se va construyendo mayormente a cielo abierto. Que no está dada por registros formales, sino que se va dando de manera sensible gracias a la exposición a ciertas experiencias. Y que evita ese pesimismo reinante que mencionás al ver una sociedad que parecía desmoronarse en medio de una crisis económica no tan implosionada ni privatizada como la de hoy, pero que no deja de ser un peligro en términos políticos y sociales. Es más, en el libro juego con la frase “este caserón del orto” que dice Ricardo, el personaje encarnado por Rodrigo de la Serna en uno de los primeros capítulos de la tira. Como que esa vieja casona representaba también una esquina bajo techo, la continuidad de la plaza o la puerta del kiosco donde pasaba la vida de aquellos jóvenes.

APU: ¿Cómo apareció la idea de escribir Okupas. Historia de una generación (2022) y cómo pensaste su contenido?

L.B.: El libro fue el resultado de un montón de cosas que había escrito sobre la tira que estaban guardadas en una carpeta de mi computadora. Había un texto hecho para un blog, otro para cuando se cumplieron los 10 años del estreno de Okupas que leí en un Centro Cultural y algunas notas periodísticas. También una recopilación de todo lo que empezó a pasar a partir de que fue subida a Youtube con los comentarios que dejaba la gente. Hasta que un día me di cuenta que algo tenía que hacer con todo ese material. Después, me parece que el trabajo más allá que busca tener distintos registros intenta recuperar los sonidos de como hablábamos en aquellos momentos. Que hizo más de una vez preguntarme: “¿En dónde quedaron algunas palabras y qué pasó con aquella generación?”. Por otro lado, creo que el libro es muy genuino porque no me hago el boludo con temas como las drogas que estaban muy presentes en esos años en la televisión abierta. En donde vos veías los signos del consumo en la mayoría de los que aparecían en los programas del prime time que miraba gran parte de una sociedad muy careta.

APU: Otro de los grandes logros de la serie es que a través de los personajes, una generación urbana como la nuestra fácilmente se podía reflejar. En función de esto ¿cómo ibas viviendo en lo personal el proceso de escritura?

L.B.: Siempre digo que haberme puesto a escribir sobre Okupas fue como hacer un ensayo sobre la educación sensible de nuestra generación en un sentido amplio. De todos aquellos que la vieron por primera vez en aquellos grandes televisores domésticos, que además eran como cajas negras que registraban todo lo que pasaba al interior de la vida familiar. Hay una escena de un capítulo muy fuerte de consumo de drogas donde recuerdo la voz de censura de mis viejos diciéndome: “¡Sacá eso que está tu hermano!”, que tenía tres años y no entendía nada (risas). Molestia producida más por la propia pulsión de ellos de no soportar lo que allí se mostraba. Ese continuo de llegar a casa en las noches de la calle, mirar la serie y volver a salir porque afuera estaban los amigos.

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Leandro Barttolotta, autor de Okupas
Foto: Julia Ortiz
"Bruno Stagnaro se puso a investigar a las mayorías populares para poder hacer un producto como Okupas"

Saliendo a ver qué pasa en el barrio

APU: Contame algo sobre el trabajo de Bruno Stagnaro, un director que se formó en ese Nuevo Cine Argentino de mediados de los `90 que incluyó películas como Pizza, birra, faso (1997) filmada en tándem con Adrián Caetano o Mundo grúa (1999) de Pablo Trapero.

L.B.: Primero, que Bruno Stagnaro se puso a investigar a las mayorías populares para poder hacer un producto como Okupas. Y lo cuenta en la mayoría de las entrevistas que le hicieron sobre la serie. Por eso, no solo le reivindico el oído para escuchar lo que pasaba en aquella sociedad sino también la disposición a arriesgarse. Porque más de una vez explicó que durante, antes o después del rodaje sufrió intentos de robo y situaciones violentas. Y esto le pasó porque estamos hablando de alguien inquieto con muchas ganas de hacer un montón de cosas y que no quiso solo reproducir clichés ni estereotipos. Cosa que hoy no ves en las ficciones porque lo que se acentuó con los años fue esa lejanía con lo popular que para mí no es solo geográfica sino también sensible. Esta idea instalada que en el conurbano bonaerense por ejemplo está todo mal siempre. Por otra parte, aquel Nuevo Cine Argentino que mencionaste con películas como Pizza, birra, faso o Mundo grúa, lo que tenía era una necesaria investigación del habla popular para poder escribir el guion por ejemplo. Y también poner el cuerpo para saber cómo sienten y viven los sectores más postergados en cuanto al laburo, la propiedad y un montón de otras dificultades con las que se enfrentan a diario.

APU: Una manera de filmar que más de una vez borró los límites entre la ficción y la realidad. Pongo como ejemplo la escena filmada en el tren donde “Chiqui”, el personaje compuesto por Franco Tirri, le compra alfajores a un vendedor ambulante real.

L.B.: Totalmente, por eso Stagnaro a eso lo llamaba también Cine de Guerrilla y en Okupas se ve claramente. Por ejemplo, cómo se obtenía el dinero para la subsistencia en una ciudad quebrada y donde todo está por explotar. Donde encontrabas al que roba, al transa, el que pide monedas en la vía pública, el corrupto, el que hace changas, etc. Toda esta realidad es la que reflejan El Pollo, Ricardo, Walter y El Chiqui, cuatro jóvenes que transitan por toda la urbe, viajando incluso en colectivos y trenes en tiempo real. Una ciudad de Buenos Aires que por otra parte era más porosa, abierta en sus márgenes y mucho más libre para transitar. Y en esta escena emblemática que vos puntualmente destacás del vendedor de alfajores, quiero agregar que al momento de grabar la cámara estaba escondida dentro de una caja de cartón. Por eso los actores contaron que muchas veces se olvidaban que estaban filmando.

APU: Los capítulos “Bienvenidos al tren” y “El ojo blindado” en alusión a los temas de Sui Generis y Sumo respetivamente, la pintada de Patricio Rey en la pared de la casona, la música de Luis Alberto Spinetta y Walter, el personaje rolinga interpretado por Ariel Staltari. Entre otros ejemplos, marcan una fuerte conexión de Okupas con el rock.

L.B.: Es que a Okupas se la recomendaba de boca en boca, como si fuera un grupo nuevo al que había que ir a ver. Además, como en aquel momento no se hablaba tanto de serie, la mirabas como una banda de rock que actuaba en la televisión. Es más, cuando en algún evento que se organizaba leía mis textos o se pasaban algunos capítulos de la tira, lo que se veía y se respiraba era un verdadero ambiente rockero. Y si te fijás también en el libro en muchas partes hay permanentes alusiones y guiños al rock.

APU: Para finalizar. Lo que es notable a la hora de pensar Okupas es la vigencia con que atravesó el tiempo y los distintos formatos que tuvo. Lo único que importaba era poder verla.

L.B.: Absolutamente, y eso lo notás observando lo que pasó en estos últimos veinte años desde aquella generación que vio la serie por primera vez en los televisores de tubo o grabada en VHS. Pasando por la copias truchas de dvd, Youtube y ahora en la plataforma Netflix, donde además se dieron un montón de modificaciones en la condiciones sociales, culturales y tecnológicas. En el libro hay un capítulo que se llama “Un antro llamado Bar Youtube” donde me puse un poco a jugar con la experiencia caótica de entrar a navegar de madrugada con una intención y terminar mirando cualquier otra cosa. Y me hacía pensar que en cuanto a Okupas era casi imposible poder disfrutarla en ese sitio porque la serie está toda cortada e inaudible, pero que a su vez activaban nuestros recuerdos para de alguna manera completarla. Por eso creo, era necesaria la remasterización donde por un lado se pueden ver de forma más clara y obscena las marcas y las huellas de la ciudad. Aunque termine bloqueando un poco también lo que llamo nuestra memoria sensible.