Otra de extraterrestres
Por Ramiro Gallardo
Vinieron de la luna.
¿Pero cómo? Tantos años mirando por el telescopio… ¿Y Neil Armstrong? ¿Y la bandera de los EEUU? ¿Era todo mentira? Encima son de queso. Sí, de queso. No que parezcan de queso: son. Así de estúpido como suena.
Llegaron en diciembre, aterrizaron con cuarenta grados a la sombra en el helipuerto del edificio de Belgrano y Diagonal. Más de la mitad de la ciudad estaba sin luz: piquetes en cada esquina, abuelas con megáfono, cacerolas a full. A pesar de todo, el hecho de que hubiesen descendido en nuestro territorio despertó el siempre latente Orgullo Nacional. Las cacerolas se transformaron en banderas argentinas, los bares se vieron desbordados por sabiondos que te baten la posta, las murgas coreaban canciones para los lunáticos, los chicos bailaban en las esquinas disfrazados de alienígena. Casa Rosada desbordaba de entusiasmo. “Es el acontecimiento del año”, dijo el Jefe de Gabinete tras anunciar una quermés con empresarios en Olivos para agasajar a los recién llegados. La elección de nuestro país se debía sin duda alguna al atractivo para los negocios y al posicionamiento en el contexto internacional tras doce años de aislación. "La Argentina está volviendo al mundo”, twitteó nuestro flamante Presidente.
“Argentina nunca estuvo más lista que hoy” para la llegada de capitales extranjeros.
El queso no tolera cambios de temperatura bruscos. Si es tipo brie, camembert o mozzarella conviene guardarlo en la heladera. Los quesos duros aguantan más y se recomienda su consumo a una temperatura que oscile en torno a los veintidós grados. Pero se sabe: la luna es de gruyer. Por lo de los agujeros, viste. Se trata de un queso semiduro hecho a base de leche de vaca cruda, de pasta cocida y prensada. Tiene una corteza resistente pero su interior es de textura blanda, y con cuarenta grados no hay corteza que aguante. Pobrecitos, con el calor se iban deshaciendo. A cada paso dejaban un pedazo de cuerpo pegado al asfalto. Manchaban todo lo que tocaban, y por más que habían llegado con un mensaje de paz y amor, a los pocos días reinó el descontento. Es que solo darles la mano y ya te quedabas pegoteado. Te manchaban la ropa, ensuciaban las paredes, y para colmo tenían olor a queso. Apestaban. Ojo: la delegación que fue a la quinta de Olivos, impecable, ahí el aire acondicionado funcionaba a full y no se derretían ni nada. El Presidente los recibió en ojotas, como para transmitir buena onda, y la picadita estuvo a cargo del titular de la Agencia de Promoción de Inversiones y Comercio. Los tipos chochos. Jamón Ibérico de Bellota, jamón cocido natural, salame de campo, chorizo cantimpalo, aceitunas, damascos turcos, pistachos, castañas de cajú, chizitos. Ahí se equivocó el titular de la Agencia de Promoción de Inversiones y Comercio, venía bien, pero con los chizitos la pifió fiero. Cuando los alienígenas se avivaron se pudrió todo, lo tomaron como una afrenta personal. El Presidente no sabía de qué disfrazarse y sus asesores trataban de entablar un diálogo buena onda, pero no hubo caso. Se fueron fresquitos, pero re calientes.
Afuera la cosa se complicó. En minutos se viralizó lo de los chizitos y la gente se puso del tomate (días más tarde medios afines se ocuparon de explicar la situación: todo había sido culpa de La Yegua, los chizitos eran una herencia proveniente de la gestión anterior, los había comprado su hijo para un cumpleaños). Los piquetes por los cortes de luz se transformaron en una oleada descontrolada de robos y saqueos, la calle era un hervidero, y los supermercados fueron saqueados en cuestión de horas. Los sectores de panadería, con sus góndolas de quesos y de fiambres, quedaron pelados. Vecinos de zona sur prendieron fuego a varias sedes de las empresas que distribuyen energía eléctrica, y trabajadores de la fábrica de chizitos la tomaron primero para luego incendiarla.
La ciudad se transformó en una gran fogata. Y los extraterrestres se derretían.
Los caceroleros aprovecharon la volteada y, sacando partido de los utensilios característicos, al grito de que se vayan todos organizaron fondues comunales en plazas, calles y centros comunitarios.