Poesía: una mirada desde “El paraíso”, el flamante libro de Anahí Mallol
A menudo nos preguntamos qué es el paraíso. ¿Es un estado? ¿Está en la tierra? ¿Podemos acceder? ¿Es un concepto? ¿Es una idea? ¿Es un paisaje?
No obstante cada uno crea su propia definición y eso le da razón de su existencia.
Cada quien sabe cuál es su paraíso, el lugar, el espacio, el estado que nos otorga plenitud.
A veces el paraíso son las personas o los lugares que compartimos. A veces es una dosis de tiempo.
¿Cuál es el edén en nuestras vidas? En El paraíso, Anahí Mallol comparte su edén en la tierra y lo transforma en poemas.
La poeta nos introduce a su paraíso a través de la expulsión. Hace una retrospectiva e inicia un recorrido nostálgico que nos lleva a los meandros más internos de este universo. El deseo de eternidad, el origen y el principio de todo.
Sabemos que hay un paraíso porque algo nos expulsa de allí. ¿Qué nos expulsa? ¿Somos conscientes de ese paraíso mientras lo transitamos? son algunos de los interrogantes que nos quedan cuando también intervenimos con nuestra experiencia.
“Supimos que había un paraíso como supimos/que éramos portadores/ de toda magia y todo lo sagrado”
“Había un paraíso y ahí estábamos/en la fidelidad al milagro/de querer y saberse querido y aventurar un para siempre/en medio de los cambios”
El yo poético tiene un destinatario, hay un otro que si conoce la intimidad de ese paraíso, hay una vehemencia de la voz por retener el instante, una clemencia contra el olvido, el paraíso como salvación de aquello que acecha en el exterior:
“Solo te pido que recuerdes/este paraíso que tuvimos”.
La voz de la poeta traza una distancia entre el afuera y el adentro, el paraíso es el interior, el hogar, el útero, la protección; afuera el mundo, los peligros, las desilusiones, la tormenta.
“Defendernos en este paraíso/de la expulsión que nos espera y amenaza”.
Leo el libro de Anahí y pienso que somos expulsados dos veces del paraíso, primero cuando nacemos y luego cuando abrimos para siempre la puerta de nuestra casa de la infancia, cuando salimos de ese lugar/espacio/tiempo donde alguien se encargaba de capturar nuestros miedos, de combatirlos antes del impacto.
“Y cuando sientas frío o miedo/cuando te sientas solo y asustado como un perro/en medio de una tormenta/de noche y en la pampa/acordate de que alguna vez/estuve a tu lado y trate/de darte cobijo extender mis brazos/para que abarcaran el mundo entero/se hicieran/frazada con estrellas".
La voz de la poeta traza una distancia entre el afuera y el adentro, el paraíso es el interior, el hogar, el útero, la protección; afuera el mundo, los peligros, las desilusiones, la tormenta.
El paraíso es un libro donde, como dice Marina Mariasch en la contratapa, las preguntas no tienen respuesta: “La poesía reside en estados de suspensión, de incertidumbre, pero algo tiene por seguro: habla desde el paraíso. Un paraíso que ahora es edén, ahora es un jardín cualquiera, o el living de la vida misma. Es el lugar del amor, esa felicidad que se guarda en el bolsillo secreto del corazón”
Las palabras de Anahí son perlas brillantes, una sucesión de diamantes enlazados, un collar precioso que ilumina el cuerpo que lo lleva.
Las palabras de Anahí son un cielo estrellado, una constelación refulgente en el centro de la noche.
Las palabras de Anahí son flechas que apuntan un blanco perfecto.
“No supe no sé perdoname/hacer otra cosa que combinar palabras” el amor de madre no cabe en un conjunto de palabras, sin embargo Anahí magistralmente logra reunir “bondad, verdad y belleza”.
Leo el libro de Anahí y miro mi paraíso mis hijos creciendo, saliendo del nido, lloro pensando que vamos a ser expulsados, me envuelve una sensación de impotencia, no puedo detener el paso del tiempo, solo sacar una foto de este instante, en que leo y escribo esta reseña en un rincón de la casa porque me rodean muchos adolescentes, que no me dejaron dormir por la música y el ruido, que prefiero antes que el silencio, que la calma infinita de despertarme sin ellos. Entonces pienso que este amor es el paraíso del que habla Anahí, y que vale la pena sentirlo aun sabiendo que seremos expulsados, porque ella dice y yo le creo que hay “un mundo inmenso de instantes siempre en presente”
Porque ella dice y yo le creo que “no es verdad no/estamos acá es el paraíso y es/para siempre para siempre”.
FUE VERSE Y ESTAR YA TODO DICHO
la flecha de cupido
yo te vi vos me viste nos miramos
no hubo nadie nada más en el centro de ese lazo
de una vez y para siempre lo supimos
había un paraíso y ahí estábamos
en la fidelidad del milagro
de querer y saberse querido y aventurar un para siempre
en medio de los cambios
los cuerpos que crecen se hacen viejos
el pelo alborotado las bocas tristes o risueñas
los tonos de la voz
el capullo de palabras
que se descubren o se dicen como si fuera
la primera vez de mundo
el dedo que señala y dice un orden
acá el perro
acá la flor
acá la casa
el centro siempre una promesa
como un azahar una presunción y un acto
el fulgor de lo conocido en la presencia
el arrullo de un verano eterno.