Por una poética de la violencia, entrevista a Boris Katunaric
Por Juan Cruz Guido
APU: Más allá de que estén expresados en el libro los cuatro simulacros ¿Cómo nace?
Boris Katunaric: Una de mis pasiones confesas es la radio. No sólo como conductor sino como oyente. Soy oyente de radio de toda la vida. A veces las atenciones tienen eso que se disparan. Tenemos unas antenitas que detectan andá a saber qué cosa. Un día estaba escuchando un informe que hacían sobre Antonio Di Benedetto y el conductor cuenta que sufrió cuatro simulacros de fusilamiento. Ahí algo me pegó en la cabeza y vi el concepto. Ese era el camino y por ahí estaba la construcción del libro posible.
APU: Se palpita durante todo el libro un clima de bronca y desazón que quizás es lo que expresa un simulacro de fusilamiento…
BK: Me interesaba ese concepto porque es una instancia de tortura y de violencia muy particular. Es algo que está a punto de ser físico pero termina siendo psicológico. Estás viendo la caída de tu cuerpo, estás viendo tu muerte física y cuando sucede resulta que no. Lo que te queda es un terrible golpe psicológico. Esto analizado teóricamente ¿no? Creo que la sensación debe ser de mucho dolor, inclasificable.
APU: Hay una clara relación en Cuatro simulacros… entre poesía y periodismo, inclusive hay un capítulo dedicado a eso. ¿Cómo manejas esa relación?
BK: Cuando hablo del Oficio de plebeyos puedo referirme al periodismo o a cualquier oficio que uno tenga. Por suerte me toca ejercer éste y no otro que tal vez no me gustara tanto. En el caso del periodismo, vinculado a la literatura y a la radio, nosotros venimos de una tradición donde los poetas que más nos gustan son esos que ejercieron este oficio. Paco Urondo, Walsh, Gelman, Bustos. U otros oficios: Osvaldo Lambrghini escribía guiones de historietas y lo hacía porque tenía que ganarse el mango. Fogwill estaba en publicidad. Cesar Mermet era locutor de radio. Vivían de eso y era un lugar donde más o menos podían plasmar su naturaleza de escritores. La naturaleza del que escribe porque no sirve para otra cosa. Mientras hace su obra labura de otras cosas que por ahí le gustan, o no tanto, pero son parte de ese ejercicio constante que tiene que ver con la escritura, aun siendo autodidacta como puede ser mi caso.
APU: Una de las consignas de la Agencia Paco Urondo es el periodismo militante, vos te encuadrás allí. ¿Se podría decir lo mismo de tu literatura?
BK: Hay varias controversias con respecto al papel del intelectual orgánico, el comprometido, partidario o no. Yo soy peronista. Punto. No tengo mucho que hacer con eso al respecto.
APU: No podría ser de otra manera.
BK: No podría ser de otra manera. La política no puede estar desvinculada de la obra. Una de mis principales preocupaciones, aun siendo un peronista partidario encuadrado en el kirchnerismo como un proyecto nacional y popular superador, es hacer estética. Eso me preocupa. Tratar de crear una forma de lenguaje nuevo o nuevas formas de tratar lo que conozco de la palabra. Y que eso esté sintetizado en lo que hago. Porque por más militante político que uno puede ser hay otra militancia relacionada que es artística. Es la de tener una voz poética fuerte o novedosa, me interesa construir eso.
APU: En esta dualidad que planteas, ¿podría decirse que el periodismo es el testimonio y la poesía una búsqueda de vanguardia en el lenguaje por fuera de lo real?
BK: No, porque la política y lo real están siempre en lo que escribo.
APU: ¿Pero apuntas a testimoniar un momento o de buscar una estética?
BK: Las dos cosas. Por fuera de lo real, nada. Porque si no caemos en lo que decía Miguel Ángel Olivera, estos poetas que parecen del Olimpo, los preciosistas. Creo que hablo de lo real, de la política, del Estado, del Estado como protector y como fusilador del pueblo.
APU: Tanto fusilador como fusilado…
BK: Totalmente. Fusilado por la cruz roja. En mi primer libro hablé sobre violaciones y eso era un concepto sobre el Estado. En los cuatro simulacros también está el Estado. El Estado, la sociedad, el poder corporativo. Pero de lo que trata la poesía es de buscar un lenguaje nuevo, sino sería periodismo. Y no es por desmerecer al periodismo ni a los poetas testimoniales. Lo que pasa es que cada rama tiene su particularidad. En el periodismo tenés muchos límites de estructura, que son buenísimos para laburar, pero te delimita cosas. El poema no, va por otro lado y por ahí también tiene sus limitaciones basadas en la gran libertad que no te da el periodismo y sí te lo da la poesía. Lo que pasa es que a veces no se está a la altura de la libertad que tiene la poesía.
APU: Venías de publicar hace tres años Poemas para torcer el rumbo del color de los ojos, después de ese libro hasta hoy ¿qué podemos destacar que ha cambiado y qué se mantuvo?
BK: Lo que pasó por ambas cosas, creo, es la temática y el estilo. Jorge Hardmeier me lo marcó cuando leyó el libro terminado, vio un crecimiento. Para mí fue un elogio increíble, pero también lo racionalicé yo. En un momento dije “puta, es verdad” yo escribí como siempre.
APU: ¿Qué te impulso, habiendo sacado Poemas para torcer…, a llevar adelante otro libro?
BK: El hacerlo mismo, con Poemas para torcer… creo que me apuré un poco. Cuando lo tuve en mis manos ya no me gustaba tanto y me quedé leyendo en los ciclos algunos pocos poemas que son los que me parecía que valían la pena. Con Cuatro simulacros… me gustó haberlo empezado a laburar desde esa idea que decíamos al principio, de esa frase fuerte que se me apareció en un programa de radio y de ahí también haber empezado a tener una relación con ese libro. A veces medio distante porque tampoco me di cuenta que se estaba escribiendo un libro. Me surgió la idea y fui haciendo algo, fui escribiendo cosas y en determinado momento tuve el libro terminado, o por lo menos un corpus muy importante. Pero en realidad no hay un motivo del tipo, “Yo quiero sacar un libro porque me parece fundamental para la historia de la humanidad que”… las pelotas. Nada: me senté a escribir, lo tuve, y cuando lo tuve lo quise y me pareció que valía la pena mostrarlo.
APU: Entre libro y libro el contexto político y social ha cambiado bastante. ¿Cómo considerás que ha afectado a “Cuatro simulacros…” ese cambio?
BK: No afectó en nada, absolutamente nada. En esta sección autobombo (risas) no podemos dejar de mencionar a nuestro director José Cornejo. En un post de Facebook sobre Poemas para torcer… me dice que escribí un libro durante el kirchnerismo que se lee durante el macrismo. El contexto político actual es de lo que yo vengo escribiendo desde los veinte años. Siempre escribí con la misma bronca sobre el Estado, que sé que no es mi enemigo, pero sí algunos de sus administradores. Y esto es porque algo así pasó durante los 90 y el 2001. Con el kirchnerismo se avanzó muchísimo y aun así no fue suficiente. Claramente, en este contexto muchísimo menos. La línea sigue siendo la misma.
APU: Es la misma pero más cruda.
BK: Si, porque lo que me empuja a escribir ahora es lo mismo y tal vez con mucha más violencia, pero porque mi tema es la violencia.
APU: Hay un poema que dice “Hay que aprender a usar la comunicación/ como forma de violencia/ y no la violencia/ como forma de comunicación”. Es una declaración de principios.
BK: La clave está en el “aprender”, es lo que vale la pena de ese poema. Porque tal vez la forma de comunicación del kirchnerismo no haya sido buena y definitivamente no lo es hoy. Lo puedo traducir en cómo comunica Roberto Navarro, que me parece espantoso. Cuando te dice que te tratan de pelotudo es una violencia torpe, aleja. Utilizan el mismo método que los demás en coyunturas distintas y lo que hay que buscar es una forma distinta de emplear la violencia en la comunicación si se quiere golpear políticamente. Por eso hay que saber pegar, a eso me refiero con la violencia. Vos practicás boxeo. Tenés que saber dónde entrarle, no tirar piñas a lo loco.
APU: Digamos que cualquiera puede pegar pero distinto es que duela…
BK: Exacto, hay que hacer entrar bien la piña. Porque si tiramos piñas a lo loco bajamos la guardia.
Cuatro simulacros de fusilamiento de Ediciones Lamás Médula, se presenta el viernes 17 de marzo a las 20 hs en Bar Gorlami, Balcarce 971, San Telmo.