Queremos tanto a Laura: la mirada de Kartun en “El zoo de cristal”, obra teatral de Tennessee Williams

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TEATRO

Queremos tanto a Laura: la mirada de Kartun en “El zoo de cristal”, obra teatral de Tennessee Williams

23 Junio 2024

Tom es el soporte económico y emocional de la familia: su madre Amanda y su hermana Laura. Su padre los ha abandonado, pero permanece en una fotografía en el living de su casa, como si su metonímica presencia los desesperara aún más, ellos están atravesando la Gran Depresión de 1930 en Estados Unidos.

Tom es, a su vez, el relator que persigue el sentimiento de libertad frente al encierro de sus posibilidades. Su calidad de desdoblamiento le permite la versatilidad de personaje total. Es, quizás, el autor cuando interviene en el narrador protagonista en su momento de mayor intensidad, probablemente autobiográfica.

Agotado del tedio de su trabajo sueña con ser escritor, que es lo que realmente le permitirá escapar de la realidad que vive, como el cine. Fellini decía: “hablar de sueños es como hablar de películas”. Tom anhela el cine como quién anhela otro mundo. Como todos anhelamos el cine.

Agustín Rittano crea un personaje tan cercano al propio Tennesse que las dimensiones se cruzan, su fuerza de acción poética es la de la lucha frente a las adversidades del afuera que no vemos, pero que por su interpretación el público pueda sentirlas por propiedad transitiva.

Tennessee escribe El zoo de cristal con todo el cine en la composición precisa de los personajes, es tanto revelador como exasperante. El entorno de Tom es Amanda y Laura. El par opuesto es revelador y, a la vez, cada una de ellas cumple una función narratológica especial para Tom. La madre oscila, entre las maniobras para sobrevivir y la que pretende ella misma que sus hijos consigan para que puedan hacerlo. Es la fuerza determinante de la obra frente a la fragilidad de Laura que es su sensible forma de mirar el mundo. Tom se siente hostigado por momentos, Laura se escabulle pero entiende o se somete a la forma que tiene su madre de querer salvarlos.

De alguna manera la segunda guerra mundial como la crisis del 30 habla de sobrevivientes al caos social. Laura, la hermana de Tom, interpretada magistralmente por Malena Figó, tiene una pequeña renguera y una sensibilidad extrema. Claro que el autor no desconocía estos rasgos ya que su hermana, Rose, por quién el autor tenía devoción: “Era muy hermosa y tenía una imaginación portentosa”, según el propio Tennesse.

Y allí la vemos con movimientos delicados, dedicada por completo a su zoo de cristal al que cuida amorosamente, protegiendo cada pieza como si se tratase de miniaturas vivientes. El zoo es un símbolo de la fragilidad y hermosura de Laura, que es quién moviliza toda la dimensión dramática; ella es la poesía: lo indecible. Aquello que queda fuera de nuestros márgenes.

Malena Figó construye un personaje minucioso en la dimensión de lo que su cuerpo dramático cuenta. Su delicadeza es hasta coreográfica, en el sentido de la precisión y de la gracia. Queremos tanto a Laura... Ella es un personaje simbolista porque, como dice Hauser, apunta al idealismo y a la espiritualidad. Ella no opera en el mundo porque la mirada de sí misma solo le permite estar en las orillas de las escenas mundanas.

No parece ser de este mundo, es más el zoo es su propio mundo, al que puede internalizar y alojar en su cuidado, quizá el que ella misma no reciba. Laura podría decirle al zoo lo que Tennesse dijo de Rose: “Estábamos tan unidos que no necesitábamos a nadie más”.

En contraposición a ella, su madre Amanda se presenta de forma impresionista, dotada por su porte sensual y materialista. Y también por el estado que crea en el espectador que pasa por casa todas las emociones.

Pareciera que es quien más conoce la fidelidad de la realidad, pero aún en eso, sus pretensiones entran en el marco de lo dramático hasta el alienamiento que da la desesperación. Ingrid Pelicori, en su estado dramático mueve las mil y una madres que sacan todas sus fuerzas ancestrales para poder sostener a sus hijos. Por momentos tiene el humor de las creaciones de Allen y en otros se vuelve shakesperiana.

En cuanto a Jim O'Connor, interpretado por Martín Urbaneja, es un personaje que trae a Laura al mundo de los recuerdos y la anima a vivir dentro de la casa lo que ni puede animarse a vivir afuera. El actor muestra con todo su esplendor el Don Juan, histriónico, con una energía arrasadora que es la que la familia ansía para salvarse, para salvar Laura. Su presencia marca un destiempo que hace sintonía con Laura. Y allí su unicornio símbolo nuevamente de lo inascible.

Ya sabemos que Kartun siempre está sentado al lado del espectador para poder armar a los personajes, da giros poéticos con la identidad de su pluma: el humor delicado que se ofrenda al público. Lo que siempre pasa con él es que la obra está dentro de nuestras posibilidades de permanencia y no fuera de nosotros. Es un gran humanista, que todo lo vuelve empático. Una nueva forma de existencialismo criollo que transforma los verdaderos clásicos en historias nuestras.

Tennessee escribe "El zoo de cristal" con todo el cine en la composición precisa de los personajes.

Ficha Técnica

Autoría: Tennessee Williams Versión: Mauricio Kartun

Actúan: Malena Figó, Ingrid Pelicori, Agustín Rittano, Martín Urbaneja

Diseño de vestuario: Julio Suárez

Diseño de escenografía: Cinthia Chomski

Diseño sonoro: Silvina Aspiazu

Música original: Silvina Aspiazu

Diseño De Iluminación: Horacio Novelle

Fotografía: Nacho Lundadei, Federico Sosa

Comunicación: Marcos Mutuverría

Diseño gráfico: Stella Maris Santiago

Asistencia De Producción: Glenda Aramburu

Asistencia técnica: Ramiro García Zacarías, Matias Noval

Asistencia de dirección: Carolina Krivoruk

Prensa: Marcos Mutuverría

Producción artística: Alejandra García

Producción ejecutiva: Alejandra García

Dirección de arte: Stella Maris Santiago

Dirección: Gustavo Pardi

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