"La vis cómica", la obra de Kartun que reflexiona sobre el misterio de la condición humana

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TEATRO

"La vis cómica", la obra de Kartun que reflexiona sobre el misterio de la condición humana

10 Noviembre 2024

La escena se sitúa en el Buenos Aires virreinal, un espacio donde el contrabando y la corrupción crean una atmósfera desconcertante. Este territorio que habitan los personajes se convierte en un símbolo de resistencia.

La presencia del fango justifica la permanencia en este no-lugar y refuerza la sensación de estancamiento. Este elemento emerge como una instancia reconocible, simbolizando el primer tópico del absurdo. Allí, Kartun evoca las primeras reminiscencias de su influencia beckettiana, muy presente en sus creaciones.

Aquí, el fango no solo representa la lucha por la supervivencia en un entorno hostil, sino que también sugiere la complejidad de las relaciones de poder y la lucha por la identidad en un mundo que parece estar en constante decadencia. Así, La vis cómica nos invita a reflexionar sobre el misterio de la condición humana.

Un perro llamado Berganza irrumpe en la narrativa con su presencia coral. Este personaje devastado por las opresiones que vive, establece una conexión directa con los espectadores; su picardía criolla y su deterioro lo convierten en la máxima representación de la herencia lorquiana del desamparo en el devenir de lo marginal. En este sentido, el perro se transforma en un destello de lo indómito, un cuerpo que, a través de su existencia, despliega un campo de fuerzas que cuestiona el absurdo accionar del ser humano.

Allí, a su lado, está Angulo, quien encarna el devenir quijotesco: es un director y autor cómico que a pesar de las adversidades que enfrenta, persiste en su intento de estrenar una obra que exalte su calidad artística y su “don” para la comicidad.

Su lucha constante por realizar su proyecto se convierte en un viaje casi heroico, similar al de Don Quijote, el querido caballero obstinado en sus propios ideales. Angulo busca, se enfrenta a molinos de viento en forma de hambre, y su tenacidad nos remite a la fragilidad de la condición humana, invitándonos a una reflexión profunda sobre el papel del artista en un sistema social en constante decadencia.

En este contexto, Angulo se manifiesta como un personaje que desafía las estructuras impuestas, encarnando el devenir del artista que también busca escapar de sus propios bordes, sin ligereza pero con autenticidad, y con la chispa rumiante que da el deterioro en el devenir cervantino. Su travesía no es solo cómica, sino que atraviesa lo ético de lo estético, su resistencia a conformarse, se transforma en una declaración de guerra contra el sistema que lo oprime. 

Al lado de Angulo está Toña, nuestra heroína trágica (“para canto y música”, diría Conti), emerge como un símbolo de la perseverancia femenina en el universo kartuniano. Su presencia no solo representa a la compañera imprescindible, sino también la encarnación de la rebelión ante las determinaciones impuestas por un mundo hostil.

Kartun nos invita a pensar el lugar de la escritura en la escena teatral.

Dueña de sus propias micropolíticas de poetización, también atrapada entre el hambre y el frío, Toña aunque marcada por la adversidad, brilla en el genial carisma que la distingue. A lo largo de la obra, ella espera, mientras que Ángulo se debate entre la creación y la desesperación; Toña le ofrece un marco real que contrasta con sus propias angustias. Su presencia es un refugio donde se puede soñar, un espacio de posibilidades que se abre ante la crudeza de la realidad.

La complejidad de Toña radica en su capacidad de ser una voz de resistencia en medio de la opresión y el sufrimiento. Ella se convierte en el motor de cambio que desafía las limitaciones impuestas. En este flujo de intensidades, su capacidad de soñar y su destello vital son armas que utiliza para confrontar la realidad, aportando una dimensión de esperanza. Toña, tan envuelta en su gracia, transforma el entorno de Angulo y ofrece un horizonte de posibilidades que es una declaración poderosa sobre el papel de la mujer en la búsqueda de un futuro fecundo.

No podía faltar el autor, Isidoro, nuestro devenir dramaturgo, en su esencia de payaso augusto, se convierte en una figura rizomática porque actúa como un nodo de conexiones entre diversas dimensiones del arte y la existencia.

Su lealtad a Ángulo, aunque ferviente, está impregnada de una sabiduría, Es un personaje que abre un juego de fuerzas donde el miedo y la erudición coexisten, creando un entramado de tensiones que desafían el metalenguaje. Así, el dramaturgo se erige como un agenciamiento de deseos, donde su Este hombre dotado en el conocimiento de las letras universales no solo sirve para realzar la figura del director, sino que también cuestiona la validez de los ideales artísticos en un contexto caótico. Su presencia en la obra se convierte en un espacio de interrogación, un microcosmos donde el humor y la tragedia se entrelazan, reflejando la lucha constante por la autenticidad en un mundo que, a menudo, parece indiferente ante las aspiraciones creativas.

En este sentido, Kartun nos invita a pensar el lugar de la escritura en la escena teatral, los bordes que habita la poesía en el espacio colectivo, las necesidades intrínsecas del escribiente que se sobrepone a la exigencia del caos.

Por último, es fundamental resaltar la fina y delicada escritura de Kartun, que se manifiesta fervientemente en sus giros poéticos que evocan una fuerza similar a la del soneto, tanto en ritmo como en musicalidad, donde las palabras no son solo signos, sino potencias que generan conexiones y desbordes. Su exquisita sabiduría se revela en la cuidadosa elección de cada palabra, así como en su la constante implicancia del espectador, es su escena primaria. Kartun logra que la obra no solo se explique a sí misma, estableciendo un juego de resonancias donde la poética de su humor, lacerante, toca las fibras más sensibles del público, sino que camina por su laberinto de carcajadas y expectativas del entretenimiento criollo.

La belleza de sus palabras resalta su espíritu montiano, apareciendo en cada mirada noble, transformando la experiencia teatral en una danza de significados que desafía las fronteras de la representación. Así, la escritura de Kartun no solo es un vehículo de expresión artística, sino también un agenciamiento de deseos y emociones que invita a quienes se aventuran a ser parte de su universo teatral a explorar nuevas posibilidades de resistencia, porque al fin y al cabo, los poetas siempre están buscando la manera de estrenar ….