Se creó el Archivo Histórico de Revistas Argentinas
Por Luciana Sousa
El pasado viernes 14 se realizó la presentación de AHIRA (Archivo Histórico de Revistas Argentinas). El proyecto, que tiene el auspicio de instituciones como CONICET, UBACYT, FFyL e UBA, fue creado por un grupo de profesionales formados en la UBA, de las áreas de letras, historia y comunicación: Diego Cousido, Sylvia Saítta, Claudia Román, Sebastián Hernaiz, Soledad Quereilhac, Alejandrina Falcón, Ana Lía Rey, Martín Greco y Magalí Andrea Devés.
El Archivo, digital, abierto y gratuito, pone a disposición de la mayor cantidad de lectores, colecciones digitalizadas de revistas y de otras publicaciones periódicas que representaron momentos significativos en el desarrollo del periodismo cultural en Argentina, acompañadas de sus índices, breves ensayos y artículos críticos, que diseñan algunas líneas de lectura e interpretación. Se consulta en www.ahira.com.ar.
APU: ¿Cómo se origina este proyecto, qué los motivó?
Soledad Quereilhac: El proyecto se origina en el marco de un proyecto UBACYT integrado por investigadores de historia y de letras. Todos, de alguna manera, trabajamos las revistas culturales y literarias como objeto central de nuestras investigaciones o como parte de un corpus mayor que contempla, también, textos literarios, ensayos, etc. En todo caso, lo que tenemos en común es una mirada atenta a las revistas como parte fundamental del campo literario y el campo cultural argentino, sin las cuales el mapa de la literatura o de algunas cuestiones culturales del pasado no estaría completo. Creemos que es en las revistas donde puede rastrearse el grupo de pertenencia de un escritor o un intelectual, así como los debates estéticos e ideológicos en torno al arte y la literatura, la difusión de cierta literatura que originalmente apareció en revistas (como los relatos de Borges en la Revista Multicolor de los Sábados), entre otros ejes. Desde la perspectiva de la historia cultural, las revistas son un objeto tan representativo de una época como los libros, y de hecho tienen una circulación diferente a la de los libros entre los lectores: están pensadas para un consumo inmediato y buscan una intervención directa en el presente de la enunciación. Y esa búsqueda es, vista desde hoy, una marca muy valiosa para entender las discusiones del momento, para comprender mejor nuestra historia cultural.
A raíz, entonces, de nuestra experiencia como investigadores, quisimos armar un sitio on-line donde otros colegas pudieran tener acceso a revistas no siempre disponibles en Hemerotecas (o que están incompletas). Sabemos la gran cantidad de tiempo que lleva relevar un medio de prensa y queremos contribuir al desarrollo de este tipo de investigaciones históricas y literarias. Pensamos, sobre todo, en colegas del interior del país que no siempre tienen a mano este material en sus hemerotecas cercanas. También, en los académicos extranjeros que se especializan en literatura e historia argentinas.
APU: ¿Cómo se llevó a cabo la investigación? ¿Qué criterios priorizaron a la hora de organizar el material? ¿Qué período histórico abarca?
Soledad Quereilhac: La investigación en sí misma es producto de nuestras tareas académicas individuales, tanto de investigación en el CONICET como de docencia (todos nosotros somos profesores de Letras e Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y, en menor medida, de Comunicación Social de la UBA). Es decir, conocemos y vamos investigando las revistas en función de nuestros proyectos de investigación individuales y de los programas de las materias que enseñamos en la UBA. A raíz de ese conocimiento previo, nos reunimos a decidir qué digitalizamos para AHIRA. Y lo cierto es que en las decisiones pesan, sobre todo, cuestiones de disponibilidad del material y la necesidad de no repetir el trabajo ya realizado por otras instituciones (por ejemplo, La Biblioteca Nacional o el grupo Rehime, de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA), que también están digitalizando revistas clave de nuestra historia cultural. Antes que una jerarquía respecto de qué publicación sería más importante que otra, nuestro criterio está guiado por cubrir "vacíos" de disponibilidad, por poner al alcance de todos revistas difíciles de conseguir o que se consiguen de manera incompleta. Te diría que, puestos a decidir un criterio, nuestro entusiasmo pecaría de babélico, en el sentido de la biblioteca de Babel de Borges: ¡subiríamos todo!
Con el grupo acordamos, no obstante, cierto formato de presentación del material: nos tomamos el trabajo de armar un índice de todas las publicaciones y una breve presentación de la revista. También, vamos a ir difundiendo en la página nuestra producción académica sobre el tema.
El período histórico es amplio. Nos estamos concentrando en el siglo XX, pero nada impide que también incluyamos revistas del siglo XIX. Se trata de un proyecto que recién comienza y que estará en permanente construcción. Esta presentación pública de la página busca, además, convocar la contribución de otros investigadores que quieran subir colecciones de revistas en AHIRA.
APU: ¿Qué características destacan de la producción periodística argentina? ¿Cuál fue el impacto de esta producción?
Claudia Roman: En realidad quizá no hay un sesgo propiamente "argentino", salvo uno, que ya Ricardo Rojas, hace casi un siglo, marcó en su Historia de la literatura argentina: al final de su ensayo, Rojas advertía que casi toda la producción literaria argentina había pasado por las revistas. Si bien eso cambió en el siglo XX, es cierto que las revistas son el gran centro de experimentación, banco de pruebas y vidriera de difusión para escritores, cronistas, poetas y críticos. En ese sentido, asomarse a las revistas permite ver los textos y las trayectorias intelectuales "en proceso", no como los leemos cuando los textos llegaron al libro y las trayectorias, a la biografía más o menos oficial (o más modestamente, a la solapa o contratapa de la propia obra). Son un lugar inmejorable, por supuesto, para pensar polémicas y debates, y más de una vez sacarles la pátina de cristalización que pueden llegar a tener en su versión didáctica (para el caso argentino, la lectura de las revistas de Boedo y Florida es ejemplar, en ese sentido: si se hojean esas revistas -y quizá pronto Ahira sume algunas- los "bandos" se desrealizan bastante, algo que la crítica viene trabajando pero que las revistas permiten ver "en vivo").
Además, hay varias dimensiones que hacen denso ese concepto de "periodístico" cuando lo pensamos para las revistas. Allí no pesa tanto lo informativo-noticioso como la práctica de la escritura y del debate. En ese sentido, y de manera creciente en el siglo XX, la idea de que las revistas son núcleos de producción intelectual, en las que además a veces se cruzan prácticas de militancia y/o prácticas académicas. En ese sentido poder volver a leer las revistas nos permite asomarnos a procesos culturales y políticos que exceden las coyunturas o discusiones puntuales, y a la vez situar esas discusiones, que a veces parecen de detalle, en otras más amplias. Las revistas del siglo XXI siguen manteniendo estas funciones y en muchos casos siguen siendo buenos lugares para pensar la literatura, la reflexión intelectual y militante y las formas de producción académica fuera de la academia. Por suerte, porque vale la pena seguir leyéndolas.