“Si ustedes lo permiten, prefiero seguir viviendo”
Por Analía Ávila
El espacio del bar, al lado de la librería del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, fue el lugar elegido para la realización del evento “Si ustedes lo permiten prefiero seguir viviendo” con la presentación de la obra completa de Francisco “Paco” Urondo. Sus ensayos, obra poética, periodística, cuentos, novela y dramaturgia fueron publicados por la editorial Adriana Hidalgo. La celebración de la obra del poeta, escritor y militante asesinado por la dictadura militar el 17 de junio de 1976, se hizo el viernes 6 de octubre a las 19 horas.
La obra de Paco Urondo permaneció durante mucho tiempo oculta, desaparecida. Lo que se conocía era parte de su obra poética muy difícil de encontrar en las librerías pero que circulaba en forma clandestina, de mano en mano, entre amigos y militantes. Por eso la palabra “celebración” que eligió Gabriela Elena, integrante del departamento de programación del Conti, al presentar el evento, fue muy simbólica. La publicación de la extensa obra de Urondo es un acto de celebración, memoria y justicia.
Susana Cella, doctora en Letras y profesora titular de la cátedra de Literatura Latinoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, fue responsable del estudio preliminar y edición de Obra poética y Todos los cuentos de Francisco Urondo. Susana recordó que Urondo había dicho “escribir poesía es una especie de fatalidad” en una entrevista que le había hecho Marcelo Pichon Rivière para la revista Panorama, momento en que Paco estaba trabajando con una zona testimonial, como lo atestigua su novela Los pasos previos también publicada por Adriana Hidalgo. “Los invito a recorrer la obra para ver que en sus últimos libros siguen apareciendo esas constantes del amor a la vida, las imágenes de las mujeres, las imágenes literarias, los poetas amados, la persistencia de Juan L. Ortiz, que lo tenemos desde el comienzo de sus poemas y nombrado al final, que iban a visitar a su casita de Entre Ríos con Juan José Saer de quien era también muy amigo”, manifestó.
Cella concluyó: “El conjunto de lo que escribió está todo el tiempo penetrado por la actitud de un poeta parado en el mundo, en la vida, que está actuando continuamente, una incansable vitalidad y un incansable amor, que ha dado como resultado una obra literaria en sus distintos géneros y muy especialmente en la poesía, de las grandes cumbres que tenemos no sólo en la poesía nacional sino también a nivel de la lengua, es un legado maravilloso como ha sido toda su vida”.
Por su parte el periodista y escritor Carlos Ulanovsky opinó que Paco fue el mejor de todos de una generación que creyó el cambio posible, y que se puso en acción para que ese cambio se concretara. Contó que compartió trabajos con él y que si bien no fueron amigos disfrutaron momentos entrañables: “Hablamos de comidas y de bebidas, también de cine, teatro, literatura. Hablamos de chismes de actores, de actrices, de ropas y de frivolidades, y especialmente hablamos de amores, de mujeres y de esa revolución eterna que es la vida. Con constancia de bon vivant Urondo monitoreaba nuestras elecciones gastronómicas en el restaurante El pulpito que quedaba justo debajo del diario La Opinión”. Lo definió como “un tipo gozador de la vida”.
“Ese Paco que no está pero que sigue vivo en homenajes como el que se permite hoy, en textos difíciles de superar como La patria Fusilada, en los sobrevivientes de la matanza de Trelew. Paco sigue vivo en la actividad notable del periodismo militante de la Agencia Paco Urondo, uno de los colectivos de comunicación que defiende los trapos del mejor periodismo en una etapa muy desdichada de nuestro oficio. Está presente en los libros que cuentan su obra periodística, poética y literaria que editó Adriana Hidalgo. Paco vive en la recuperación de su obra poética que hacen artistas como la indoblegable Cristina Banegas. Y su espíritu de conocedor también se replica en el restaurante que en Caballito supo instalar su hijo Javier. A Paco Urondo le tocó vivir y también desaparecer en una época en la que no siempre las palabras representaban lo que eran capaces de decir. La sabiduría de Urondo queda cabalmente expresada en esa muchacha espléndida y valerosa llamada hoy y para siempre Ángela Urondo Raboy, ella con su fascinante búsqueda y encuentro de su verdadera identidad, con sus libros, en especial el extraordinario ¿Quién te creés que sos? , aparta del imaginario funesto la presunta muerte de un hombre hace 41 años en Mendoza y deja todo listo para su inmortalidad”, finalizó Ulanovsky.
Ángela Urondo Raboy, hija de Francisco Urondo y de Alicia Raboy, escritora, artista visual y performer, expresó: “Gracias a los libros podemos dialogar con personas que no están y figurarnos situaciones en las que no estuvimos y así va a ser cuando no estemos, los libros ahí estarán para los que vengan después. Yo tenía 19 o 20 años cuando empecé a saber mi historia y a descubrir quiénes eran mi mamá, mi papá, mi origen, qué había pasado en el terrorismo de estado, qué había sido el genocidio, empezar a entender la diferencia entre una palabra y otra. Estuve poco más de la mitad de mi vida recuperando el hecho de haber estado casi 20 años desconociendo mi origen”. Ángela explicó el concepto de desaparición hermenéutica, que tiene que ver con que el genocidio planificó la desaparición de las personas, pero también planificó las desapariciones más sutiles que tienen que ver con la desaparición de la memoria sobre esa persona, del nombre, de los números de las agendas, muchas formas de desaparición social en lo cotidiano que finalmente terminaron de desaparecer a los desaparecidos.
“En este espacio (la ex Escuela de Mecánica de la Armada) donde desaparecieron mi hermana y mi cuñado, donde desapareció Rodolfo Walsh y un montón de gente más, en este espacio que nos duele pero que a la vez quisimos que esté en nuestras manos, pensando en este espacio digo que generacionalmente nuestro lenguaje está afectado por la dictadura y corresponde, pero también es importante que esta afectación podamos sanearla con justicia. No está bueno que los niños cuando hablemos de “parrilla” piensen en tortura, tienen que pensar en asado. Yo no podré olvidar nunca, pero está bueno no transmitir este torcimiento que el terrorismo de Estado hizo del lenguaje. Es un momento para tener presente la historia, porque tiende a repetirse, porque las palabras de la violencia dejan señales. Cuando vemos a la gendarmería ingresando en las escuelas, en las facultades, no podemos no acordarnos de la Noche de los lápices, no podemos no pensar en Santiago Maldonado cuando nombramos a los 30 mil. Dijimos que nunca más y se sigue repitiendo. A esta generación le robaron la vida, que no nos vuelva a pasar me parece que depende de nosotros”, concluyó la escritora.
La actriz Cristina Banegas, que compartió noches de amistad con Paco, Juan Gelman y el Tata Cedrón, cerró la celebración con una emotiva lectura de varios poemas de Paco Urondo, entre ellos “Amarla es difícil”.
Es buena, cuando duerme;
el calor de su cuerpo es un puñal de vidrio
que remonta los sueños.
Cuando calla, es buena
y su voz una premonición olvidada y peligrosa
que arruina el silencio.
Cuando grita o llora
o se lamenta o se divierte o se cansa,
nada puede contener
este dolor alegre que envenena
mis sueños y mi soledad.
Por eso es difícil pensar
en ella, en su cara bondadosa;
abandonarse; por eso
es una cobardía retenerla
y dejarla ir, una pavorosa crueldad.
A veces, cuando lo pienso,
no sé qué hacer con ella,
con este destino luminoso.