Star Wars Episodio VIII: un nuevo regreso de la fuerza
Por Nicólas Adet Larcher
“Deja morir al pasado. Mátalo, si es necesario. Solo así te convertirás en quién debes ser”, dice Kylo Ren (Adam Driver) en una de las escenas más deslumbrantes de Star Wars: The Last Jedi. Con esa frase se resume y queda claro hacia donde quería ir el director Rian Johnson desde un primer momento, cuando cayó en sus manos la responsabilidad de llevar adelante el episodio 8 de la saga.
Desde su estreno, la película generó sentimientos encontrados entre los fanáticos de Star Wars. Para un lado, The Last Jedi está entre lo mejor que dio la saga en mucho tiempo. Para el otro lado, Rian Johnson arruinó todo. Las posiciones parecen ser irreconciliables ya que los puntos que esgrimen los fanáticos para decir que algo fue bueno o algo fue malo en la película son los mismos. Sobre la grieta entre los fanáticos, el mismo director reconoce que era algo que iba darse en algún momento cuando se empiece a plantear si “Star Wars va a crecer, avanzar y permanecer con vida”.
Johnson, conocido por haber dirigido el “Ozymandias”, (el mejor capítulo de la serie Breaking Bad) y tener dos películas como Looper y Brick en sus muy elogiables antecedentes, ya tiene en su poder la responsabilidad de armar el guión de Episodio IX (que será dirigida por JJ Abrams). Después de eso, Disney además le otorgó la responsabilidad para elaborar toda una nueva trilogía de Star Wars para los años que vienen.
Con ese horizonte definido, esta película funciona como una transición entre el fin de la historia de los Skywalker y los jedis (presente en los siete episodios anteriores) y abre las puertas a nuevas historias para contar con un aire completamente renovado. Si el peor pecado de las sagas es repetirse a sí mismas hasta caer en desgracia (Alien y Saw, por ejemplo), Johnson se cuida de no ir en ese camino. Deja en claro que esto no va a ser un loop eterno de jedis, familias y conversiones de bueno a malo.
Episodio 8, claramente es un antes y un después. Johnson respeta la leyenda construida, pero no le tiembla el pulso al momento de matar el pasado (citando a Kylo), en el mejor de los sentidos, claro. En concreto, hay algunos puntos destacables:
En primer lugar, Johnson toma muchos de los conceptos y los redefine. Desde la fuerza, los jedis, la luz y la oscuridad hasta otros más sutiles. En la película nada es blanco o negro, hay oscilaciones entre lo luminoso y lo oscuro, hay reconocimientos de fracasos, y los personajes tienen matices muy notables que profundizan aún más los conflictos internos y externos de cada uno. Una chispa de eso estaba presente en la redención de Darth Vader en Episodio VI y en los dilemas de Kylo Ren en Episodio VII. Johnson toma un poco de eso para construir los conflictos de Rey, Luke y Kylo.
En segundo lugar podemos mencionar los giros en el guión. Muy pocas cosas son predecibles en la película. Nada de lo que pasó fue esperado. Los fans de la saga en parte también se molestan con Johnson por esto. Luego de dos años de teorías conspirativas sobre personajes como Snoke, Phasma, Luke y los padres de Rey, el director elije posibilidades que nadie había contemplado. Y ahí, después de una primera hora y media de película, en ese salón rojo rodeado de guardias imperiales, hay un quiebre. A partir de ahí la película es un viaje de ida que asciende y se potencia con lo que el director fue construyendo desde el comienzo.
En tercer lugar, los personajes nuevos. Todos logran crecer exponencialmente, con el protagonismo más destacado en la figura del personaje de Oscar Isaac. Kylo, Rey, Finn, Poe o Hux, ya eran caras conocidas desde Episodio VII. En ese momento JJ Abrams tuvo la enorme tarea de, por un lado traer de nuevo a los viejos personajes de la saga después de tantos años
(Luke, Leia, Han Solo y Chewbacca) y, por el otro, presentar a los nuevos personajes. Para algunos, Abrams solo apeló a reciclar Episodio IV y aferrarse a lo seguro. Sin embargo, podemos decir que tuvo la tarea más difícil. Si para ese momento se necesitaba la garantía de que la saga podía retomar sus historias de aventuras en la galaxia con precisión y ese aroma a romance intergaláctico de los setenta sin tanto CGI, el director era Abrams. Si para este momento se necesitaba probar que la saga podía romper el molde de su propia historia, complejizarse, y expandirse, el director claramente es Johnson.
En este sentido, Johnson también incursiona (con un resultado menor que Abrams) en la presentación de nuevos personajes como Rose, Amylin Holdo (que viene desde el universo expandido) y DJ (con la breve intervención de Benicio del Toro). También se suman nuevas criaturas como los Porgs, los zorros de hielo llamados Vulptex o las monjitas que custodian el templo de los jedis en la isla donde vive Luke.
En cuarto lugar, lo técnico. La película tiene un manejo de lo visual y lo sonoro nunca visto en la saga. Incluso los silencios. Lo cinematográfico en The Last Jedi deslumbra. Los climas están perfectamente construido y hasta encontramos algunas tomas que literalmente parecen cuadros. Otro elemento a destacar es que muchos de los diálogos (uno de los puntos más flojos de la segunda trilogía) en este caso están muy bien elaborados.
Por último, la importancia de Rogue One. El Spin-off estrenado el año pasado que tenía a Felicity Jones como protagonista, nos presentó la mejor escena de Darth Vader de la saga, pero además, nos permitió ver por primera vez un tono más oscuro dentro de la galaxia. Ese también fue un quiebre.
Si en las películas anteriores podíamos ver a Luke volando un X-Wing con una sonrisa en la cara, o podíamos ver a Anakin gritando de emoción en medio del espacio, entre tiros y explosiones. En Rogue One eso cambia. La tensión está presente en cada combate. Cada muerte tiene un peso, y cada sacrificio por la causa importa. En The Last Jedi esta premisa toma más color y se refuerza desde los primeros minutos, en los reclamos de Leia hacia Poe o en el ataque de los bombarderos contra la Primera Orden. “Esto no se trata de combatir lo que odiamos. Sino de proteger lo que amamos” le dice Rose a Finn en la película, y eso queda muy claro. Poe, es el héroe que se aventura hacia la batalla y busca lograr su objetivo sin importar los costos. Leia, sin embargo, trata de explicarle que hay otras formas y estrategias para avanzar sin tener que lamentar más muertes. Hay que cuidarse. Las vidas importan más que los objetivos, dice Leia.
Con algunas cosas ya dichas, y tantas otras que quedan por decir. Resta ver que le espera a la saga en los próximos años. Por lo pronto, el año que viene llega el Spin-off de Han Solo y al año siguiente el fin de la tercera trilogía con el estreno de Episodio IX. Que la fuerza nos acompañe.