Tabaré Rivero: "El gran artista generalmente reniega de todo lo que hizo, pero yo no"

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APU ENTREVISTAS

Tabaré Rivero: "El gran artista generalmente reniega de todo lo que hizo, pero yo no"

21 Abril 2024

El cantante, compositor, poeta, actor y director de teatro uruguayo Tabaré Rivero conversó con Agencia Paco Urondo sobre su larga trayectoria al frente de La Tabaré, toda una institución del “otro lado del charco”.

Agencia Paco Urondo: La Tabaré es una banda que lleva 38 años y ha sido escuela para muchísimos músicos.

Tabaré Rivero: Pasaron más de 30. Algunos de ellos, luego, han armado sus bandas, algunas cantantes se largaron con su carrera solista. Ha sido una escuela para todos, para los que pasaron por La Tabaré y para mí, también. Porque cuando empecé en el año 85, lo único que tenía eran ganas, el conocimiento vino con el correr de los años y con la experiencia. Conocimiento sobre el rock tenía porque había leído y escuchado muchísimo durante toda mi vida, pero me refiero al conocimiento musical propiamente dicho, eso lo fui adquiriendo gracias a esa cantidad de músicos que pasaron por la banda.

APU: Una banda que, tal vez sin proponérselo, fue inclusiva de entrada, la mujer siempre tuvo presencia en La Tabaré.

T.R.: En Montevideo, el rock no tenía mujeres en el escenario y, curiosamente, había pocas en la platea. Los padres temían que el rock fuera tan diabólico y tan maldito que llevara por mal camino a sus hijas. Estamos hablando de los años 80, hubo una movida importantísima en Uruguay en los ´70, pero con la dictadura se desmembró. Cuando rearmamos, a la salida de la dictadura, la nueva movida rockera, fue luchar contra viento y marea. No había mujeres, para la gente de la izquierda éramos fascistas y para la gente de la derecha, éramos comunistas, tupamaros y degenerados. En definitiva, era rarísimo. Después quedó claro, gracias a las cosas que decíamos en las letras, de qué lado estábamos.

APU: Sos cantante, poeta, compositor y actor, también ¿Cuánto te sirve eso a la hora de subirte un escenario?

T.R.: Creo que me sirvió siempre. Cuando recién empezamos, aquellas primeras bandas eran totalmente momias arriba del escenario. Por la timidez, por los miedos que tenían. Tanto Andrea Davidovich, que es la cantante y una gran actriz, y yo que también estaba haciendo mis cosas de teatro, cuando nos paramos en el escenario sabíamos manejarnos y largar hacia afuera toda la energía, comunicarnos con la gente energéticamente además de lo musical y por ahí enganchamos bárbaro. También me sirvió para llevar a escena óperas rock, que yo le llamo operetas porque creo que opera es un nombre demasiado grandilocuente para llamar así a una obra de teatro con rock entremedio. APU: Los Redondos, en sus comienzos, le daban mucha importancia a lo visual, algo que ustedes hacen siempre, lo de conjugar la música con lo teatral para decir y mostrar en público.

T.R.: Inclusive, en esa época, nos compararon con Los Redondos en ese sentido de la puesta en escena. Yo tenía conocimiento de los Redondos, del primer disco y todo, pero no sabía que llevaban a Symns para que lea y todo lo que sucedía esos primeros conciertos. Fue casualidad. Creo que tiene que ver con entender el rock no solamente como una música bailable y para divertirse, como terminó siéndolo, sino presentarle al público un espectáculo más contundente de cultura, poesía, contracultural.

APU: Qué te pasa con la música urbana, con el trap?

T.R.: Lo primero que me pasó, como buen viejo, fue que opuse resistencia. No escuchaba las letras y simplemente me dediqué a criticar el sonido. El rap tiene un estilo que a mí, que me gustan las melodías, no llego a entender. Lo mismo el trap. Pero tengo un hijo de 22 años, Camilo, que estudia producción musical y que le gusta mucho el rock, que me hizo ver dentro de los géneros trap, rap y también me dijo “mira que el reggaeton no es solamente lo que pasan en todos los medios de difusión, hay otros tipos de reggaeton”. No tuve más remedio que meterme y me alegro que haya una juventud que esté escuchando músicos que tengan algo que decir, lo que los rockeros se olvidaron de cantar, en algún momento.

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APU: Hay un público joven que empezó a elegir otro tipo de sonido que ocupa la vacancia, el hueco que dejó el rock, más allá de hay exponentes como ustedes que siguen levantando banderas como la conciencia climática.

T.R.: La conciencia climática, para mí, es un problema muy jodido, pero no cabe duda que el problema de base, es el neoliberalismo y el capitalismo. De ahí, toda la basura y todas las enfermedades del mundo. Hablo, evidentemente, de que el planeta se acaba y nadie hace nada. Todo radica en el exceso de este capitalismo salvaje.

APU: Te puso en alerta lo que pasó con la pandemia, pero también hablaste de los golpes militares, que de vuelta empezaste a sentirlos como un peligro.

T.R.: Esa sensación es de miedo, tristeza, de decir ¿nos equivocamos tanto, qué está pasando en el mundo? Es la incertidumbre que está reinando alrededor, la incertidumbre de no saber para dónde van las cosas, los cambios. Gobiernos que han sido de izquierda, luego el pueblo ha votado otra vez a la derecha. En Uruguay nos asustó la vuelta de los militares al poder, otra vez, aunque sean pocos. Ahora son pocos, no se sabe de aquí a unos años, como si nada sirviera para educar a la gente y hacerle ver el mal que generaron. Hay un regreso de la derecha, del nazismo, del fascismo, a pasos agigantados. Lamentablemente le tengo que dejar a mis hijos un mundo tan caótico que no imaginé. También hay más información ahora que antes. Estamos vigilados por todas las cámaras, nos están metiendo pandemias raras y nunca uno sabe dónde está parado.

APU: Ese sueño de dejarle a tus hijos, nietos, un mundo diferente tiene que ver con el concepto de Utopías, que parafrasea al maestro Eduardo Galeano.

T.R.: Me encantaba aquella frase de Galeano “la utopía está en el horizonte, que uno camina, camina y nunca la alcanza, pero te ayuda a seguir caminando hacia delante”. Pedir lo imposible que así, por lo menos, se logra lo posible. Siempre hay que pedir y luchar por más. Traté de convertir y hacer todas esas ideas, pasarlas por el lado artístico. Mi lenguaje era el rock, el teatro, y traté de aportar en estos 38 años mi grano de arena. Cuando veo que las cosas están así, me digo que no sirvió para nada, pero también que si John Lennon con la posibilidad que tenía de comunicarse con el mundo entero y cantar las cosas que cantó, tampoco lo escucharon… Entonces, cada uno hace lo que puede, desde el lugar que puede y capaz que los tiempos cambian. La esperanza que le voy a dejar a mis hijos es esa: “Mirá que si siguen para adelante y se resiste, después las cosas vuelven a cambiar”.

APU: Te gusta apostar al vinilo, ese formato generoso que permite agregar un concepto más a las canciones.

T.R.: Estoy en Bizarro, en el sello, y el manager nuestro me acaba de dar el vinilo, con su sobre interno que también se va a poder descargar como libro de cómic de 35 páginas. Cuando salió en la plataforma me puso bien, feliz, pero para mí que salga el disco y tenerlo en la mano, poder apreciarlo con el cómic, las letras, la poesía, el orden de los temas, que se pueda leer no solamente el autor, sino quién hizo los arreglos. Un disco, para mí, tiene que escucharse como un todo, cuando está pensado como obra, concepto. Si fueran canciones para bailar en verano y divertirte, pero La Tabaré intenta hacer otro tipo de rock.

APU: ¿Cuáles son los discos que se te vienen a la mente de aquellos que te formaron?

T.R.: Recuerdo que cuando viajaba a Buenos Aires, mi placer era meterme en las disquerías a mirar vinilos, porque acá los discos, en Montevideo, venían con un sobre de nylon, a veces traían la tapa, pero no la contratapa y la tapa no estaba del todo bien impresa. En cambio, en Buenos Aires a donde yo iba bastante seguido, eran de cartón tapa doble. Las tapas de Frank Zappa, por ejemplo, con aquellos dibujos, me volaban la cabeza.

“Si querés hacer arte de verdad, sé independiente”.

Me vienen a la mente todos los discos de los Beatles, de Rolling Stones, de Spinetta, Color Humano, Aquelarre, Manal, toda esa música maravillosa de Argentina que me traía bajo el brazo. Ahí había poesía y yo me iba a buscar el libro. Por ejemplo, Spinetta y Artaud. El rock me llevaba por el lado de la cultura. También me llevó por el lado del cine, del independiente. Lamentablemente, eso se perdió, más ahora que hay festivales donde toca una banda impresionante al lado de una música pachanguera que no tiene sentido. Muchos dicen que les sirve para ampliar el público y yo digo no, sirve para atrofiar la cabeza de los oyentes

APU: Pensaba en la tapa con la cremallera, de Sticky Finger, donde los Stones mostraban una cremallera posta, de verdad.

T.R.: En tiempos en que el sexo estaba muy reprimido. Hoy, de pronto, poner una cremallera que se abre, sería chic, en aquella época era un cachetazo al sistema, ni hablar de la gente de Londres, que era toda megaelegante y prejuiciosa, pero servía muchísimo para este lado del planeta donde había un montón de prejuicios con respecto al sexo que eran increíbles. Los Rolling Stones eran un cachetazo, como tantas otras bandas que lograron esa forma de resistencia, con burla, con humor. La manera de combatir, para mí, es esa: con humor, burla, sarcasmo, y no tirando línea para quemarle la cabeza a la gente y decirle “miren, tienen que pensar como”. No piensen como yo, sí les parece.

APU: Utopías tiene 17 canciones, nada de ser corto y urgente, sino que es un disco para escuchar sentado y tomándote una copa.

T.R.: El vinilo viene solamente con dos tracks, lado uno y lado dos. Lo tenés que escuchar todo. Es contra la corriente, me han dicho muchas veces que de tanto remar contra las corrientes voy a morir ahogado. La Tabaré nunca va a llenar el Antel Arena, pero tocamos para un montón de público que entiende por el camino que vamos.

APU: “A renacer” es el primer corte elegido, que tiene vídeo ¿Qué los hizo decidirse por ese tema para abrir?

T.R.: Al disco lo fui componiendo casi en el orden en el que está en el álbum. Pensaba hacer un disco optimista. Lo compuse en la pandemia y era tanta la pesadumbre que teníamos que decía “yo no puedo volver a escribir con la desazón que estoy sintiendo”. Hice un esfuerzo para buscar en mí las partes positivas y el renacer era como decir

“vamo arriba”, muy lejos está lo mejor, pero lo estoy visualizando, voy caminando hacia ahí. Eso es lo que dice “A renacer”. Que quiero verlos, otra vez a todos en las barricadas, pero abrazándose y besándose y luchando. Va pasando por los diferentes climas, el disco, diferentes estados de optimismo, de conciencia de lo que hay alrededor y vuelve al optimismo, de alguna manera.

APU: ¿Sirve para ese optimismo, para ese estado de ánimo, la meditación a la cual sabés recurrir?

T.R.: Personalmente, me sirve; me sirvió mucho más cuando era joven porque era un tipo con una cabeza muy negativa y me ayudó a sobrellevar momentos muy difíciles de mi vida. No soy un tipo que está haciendo publicidades porque he visto mucha chantada, pero la meditación es lo más sano, lo menos comercial porque no necesitas, no tenés que comprar nada. Ayuda mucho a vivir el aquí y el ahora, que tanta falta nos hace porque vivimos bombardeado por el futuro y el pasado que nos duele o que nos enorgullece y el futuro que no podemos alcanzar. Lo que vale la pena vivir es el presente.

APU: Desde hace 15 años, La Tabaré es una cooperativa ¿Cómo tomaron esa decisión, cómo la maduraron?

T.R.: Creo que desde que empezamos, hace 38 años, porque antes de hacer música, como acá estaba prohibida y tenía necesidad de hacer algo, hice teatro. Me metí en el teatro independiente, pero también hice teatro en la Comedia Nacional, que era pagada por el Estado. El trato independiente uruguayo es muy de resistencia, con un montón de metáforas para poder decir el subsistir, y la manera de hacerlo que tenían esos elencos era en cooperativa. Me eduqué en el Teatro Circular, que es un teatro importante de Montevideo, donde me enseñaron que todo actor que quiera decir algo sobre las tablas y no hacer chiste guarangos y nada más, no puede pretender vivir del arte. En Uruguay somos pocos, el público que va al teatro no es multitudinario, si bien se llenan las salas, pero no da para vivir. Si vos querés vivir del arte vas a terminar comprado por alguien y te van a decir “esto no lo digas”. Si querés hacer arte de verdad, sé independiente. En La Tabaré todos cobramos igual, nadie más que otro, todos luchamos por la música, el arte, el rock, por lo que queremos decir.

APU: ¿Cómo te preparás para los recitales?

T.R.: Con todas las ganas, me agarra con todas las ganas a mí y a toda la banda, que es lo importante. Si bien tiene mi nombre porque, al principio, creí que iba a durar un toque solo, por eso le puse La Tabaré, es una banda armada donde todos opinan, pensamos, luchamos. Y nos agarra locos de la vida, por suerte nos seguimos poniendo nerviosos cada vez que vamos a tocar, de tener que presentarnos y tratar de convencer de que tiene valor lo que estamos haciendo. Nerviosismo positivo, yo lo disfruto como loco, me pone muy contento girar. No reniego nunca de las canciones. En 38 años y 15 discos habrá dos o tres canciones que no me gustan tanto. Soy un tipo que le gusta lo que hizo, el gran artista generalmente reniega de todo lo que hizo, pero yo no.

APU: ¿Escuchás, cada tanto, esos primeros discos?

T.R.: Mi mujer los escucha y yo, que estoy en otro cuarto, paro la oreja y digo “mirá eso, mirá aquello”, para adentro mío. A veces, hasta me levanto y voy a donde está ella escuchando y les presto atención de nuevo. Otras, me quejo porque me ha ganado la tecnología, pero bueno, se grababa de esa manera y en pocas horas, como se sentía. Era un rock combativo y como tal lo reconozco, lo valoro.