Teatro: “Dulce Marta”, entre la dignidad de la pobreza y la desgracia
Por Dani Mundo
Sábado a la tardecita, como una previa a la noche típica de la fiesta (o de la depresión), podés pasar por el Abasto Social Club en la patria de Almagro para ver Dulce Marta, una obra de Julia del Pecho dirigida por Ana Laura Suárez Cassino que vale la pena ver.
Es casi un unipersonal; fuera de escena, pero visibles, hay una mujer (Ana Laura Suárez Cassino) que relata algunos eventos, como una voz en off, mientras un hombre (Sebastián Dorso) toca instrumentos desde su compu, ambientando la sala.
Primero es una voz que cuesta saber de dónde proviene, hasta que las mantas que cubren el sillón se mueven. La mujer (Romina Oslé) dormía en estado fetal y de a poco empieza a desperezarse, como arrancándose jirones de sueño. La casa de madera cruje. Fue construida por su pareja, que trabaja en la mina. Ahora no está, se fue a trabajar, aunque sea madrugada. O eso pensamos, pues en el medio de la obra empiezan a aparecer otros datos, que nos hacen dudar sobre toda esa escena familiar que habíamos “comprado” hasta ahí. El espectador puede sospechar que todo lo que ella viene relatando no es más que una alucinación. Son los celos y el aviso por la radio de una muerte no identificada los que nos reenvían al ámbito amoroso de la pareja, pues desesperarse pensando que el que murió en el accidente puede ser tu “amor”, o sintiendo celos porque sospechás que tu pareja está con la viuda medio “puntita” del pueblo, no hacen más que reconfirmar los sentimientos que tenés, que te vuelven vulnerable y que no podés manejar, aunque los quieras dejar atrás.
Marta ama a su pareja, que le deja notitas dulces avisándole que se fue a la mina. Marta vende los dulces que hace con las naranjas que caen en su jardín. A los frascos les pone mensajitos. En la obra esos mensajitos son reales, pero también pueden ser un símbolo de la bondad de esta mujer pobre que necesita algún tipo de reconocimiento. Porque esta pareja a la que ella ama le dice, cuenta ella, que deje de hacer dulces que no sirven para mucho. A veces las parejas funcionan así, de modo disfuncional.
La obra va creciendo en intensidad hasta que al final hay un cierre no esperado y que levanta al público, aunque sea el final más triste que pueda imaginarse. Cada desgracia suele venir acompañada por otras.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Julia del Pecho
Actúan: Romina Oslé
Voz en off: Ana Laura Suárez Cassino
Diseño de vestuario: Paula Bianchini
Diseño de escenografía: Cecilia Zuvialde
Diseño sonoro: Sebastián Dorso
Realización escenográfica: Norma Rolandi
Músico en escena: Sebastián Dorso
Voz: Alejandro Giménez
Diseño de iluminación: Facundo Estol
Forografía: Javier González Maldonado, Manuel Pose Varela
Diseño gráfico: Paola Ledesma, Juan Pablo Rodríguez
Asesoramiento coreográfico: Lara Wolkowicz
Asistencia de dirección: Manuel Altalef
Dirección: Ana Laura Suárez Cassino
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