Telares en red
Foto: Majo Grenni
Por Franco Muñoz
En 2020 se cumplen 43 años de la última dictadura cívico-eclesiástico-militar argentina, una cifra que me supera cronológicamente y un tema del que, por esa razón, no estoy preparado para opinar porque, “¿qué opinas vos si no la viviste?”. La ‘adultocracia’ es otro de los virus mundiales y no escapa al diálogo entre generaciones.
Para las y los que transitamos los treinta nuestra experiencia sobre ese momento oscuro de la historia nacional es a través de relatos. Relatos en libros, imágenes de desaparecidas y desaparecidos, entrevistas o fragmentos de ellas, trabajos artísticos y, en el mejor de los casos, testimonios de sobrevivientes o de sus familiares. Si aceptamos como algo inmutable el argumento de la adultez, sí, nuestra opinión carece de lógica.
Pero lo que esas adultas y adultos “que la vivieron” no reconocen es que se ocuparon de que ninguna persona nacida en democracia se informe con todas las voces sobre ese suceso. Y afirmo esto por la Escuela y la Familia, las instituciones mayúsculas de la formación occidental. Fui a un colegio católico y de la dictadura y de todo pensamiento popular era algo de lo que no se hablaba. Además, las dudas que planteaba en mi familia eran resueltas diciendo que fue una época de la que no se sabía bien qué estaba pasando y que todo era más ordenado, especialmente los viajes y los negocios. ¿Las pibas y los pibes de ahora la tienen más clara porque hay más facilidades para informarse y esto es algo que le pasó a mi generación? ¿Los silencios son algo de las provincias más chicas?
Siento que la respuesta está en acceso a información. En este momento de pandemia mundial, que el Estado acceda a información actualizada hace que tome políticas de salud urgentes. Eso, a su vez, activó las redes solidarias de las mismas organizaciones de derechos humanos, quienes decidieron suspender la marcha del 24 de marzo para proteger a las Abuelas y Madres: frente a los peligros, la cooperación apareció.
En este presente en el que la realidad nos está mostrando que el problema está en los egoísmos capitalistas e individualistas, la salida sólo está en el compartir, en crear lazos. Lo que salvó a miles frente a ese Estado terrorista fue acceder a información y poder tejer una trama de ayuda mutua. Y todo eso es algo que necesita permanecer en la memoria colectiva, porque lo que nos va a hacer salir de esta más fuertes es hacer patria con solidaridad y entender que, como dijo Oesterheld, “el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’”.