Veto al arte público
Por Gabriela Margarita Canteros
Ese veto a la ley no es sorpresa. Tiene sentido en el marco de un gobierno conservador que sólo ve la funcionalidad de los objetos, sin el inalienable valor cultural, histórico y simbólico que contiene la producción artística. El arte entendido desde la visión conservadora burguesa como un espectáculo individual, en un espacio destinado para el mismo, al cual los artistas del Siglo XX bautizaron como el cementerio de la cultura.
Para un gobierno conservador donde todo, incluso los sujetos, son un producto de intercambio; donde la cultura no tiene cabida, a menos que se asimile a las normas, estructuras, y se someta al pretencioso mal llamado “buen gusto” de las clases altas. Imágenes, esculturas, exentas de ideología, proclives a pronunciarse como simple abalorio de bisutería, que cubre con destreza el vacío de sentido social que la enarbola.
Cada sistema tiene sus banderas y el del Gobierno de la Ciudad es de la anti-cultura y el pro-mercado.
Llenar plazas con espectáculos de medio pelo, enriquecer personajes y firmas, promover el vaciamiento de los propio para fortalecer lo foráneo. Ningún gobierno que intente trascender sus límites municipales se arriesga a tomar una medida tan anti-popular como vetar la producción de murales en los espacios públicos. Sin embargo el Pro toma estas medidas como cerrar centros culturales, vetar leyes de muralismo, demoler bibliotecas arrasando con la cultura sin ningún empacho.
No faltan en estos tiempos los cipayos y entreguistas, que en medio de la defensa patriótica planean cómo disponerse ante un escenario de derrota de las posturas nacionales. No faltan los miserables que apuestan a los poderosos del mundo en contra de su propio Pueblo. Hoy, como cada día la patria esta en juego, la cultura debe levantarse y luchar como siempre su lugar en la historia. No cambiemos, mejoremos.