A 66 años de los fusilamientos: Vicente López prefiere no recordar, por Paula Viafora
Por Paula Viafora
Una vez más llega el aniversario de la noche del 9 de junio de 1956, el intento de alzamiento contra la dictadura de Aramburu, los fusilamientos de José León Suarez, la reunión en el departamento del fondo de la casa situada en Hipólito Yrigoyen 4519 Florida Oeste, donde un grupo de hombres jugaba a las cartas y escuchaba una pelea de boxeo en la radio. Si uno caminara por allí esta noche, encontraría algunos parecidos con aquella de hace 66 años: el frío húmedo, las calles desiertas, la locomotora aún diesel del Ferrocarril Belgrano Norte, un barrio donde predominan las casas de una planta y los vecinos aún conservan cierta impronta identitaria que le ha ganado al tiempo.
En su obra “Operación Masacre”, el mítico escritor Rodolfo Walsh logró captar y describir la impronta de la zona:
“Florida, sobre el F.C. Belgrano, está a 24 minutos de Retiro. No es lo mejor del partido de Vicente López, pero tampoco lo peor. El municipio regatea el agua y las obras sanitarias, hay baches en los pavimentos, faltan carteles indicadores en las esquinas, pero el pueblo vive pese a todo.
El barrio en el que van a ocurrir tantas cosas imprevistas está a seis cuadras de la estación, yendo al oeste. Ofrece los violentos contrastes de las zonas en desarrollo, donde confluyen lo residencial y lo escuálido, el chalet recién terminado junto al baldío de yuyos y de latas.
El habitante medio es un hombre de treinta a cuarenta años que tiene casa propia, con su jardín que cultiva en sus momentos de ocio, y que aún no ha terminado de pagar el crédito bancario que le permitió adquirirla. Vive con una familia no muy numerosa y trabaja en Buenos Aires como empleado de comercio o como obrero especializado. Se lleva bien con sus vecinos y propone o acepta iniciativas para el bien común. Práctica deportes – por lo general-, conversa los temas habituales de la política, y bajo cualquier gobierno protesta, sin exaltarse, contra el alza de la vida y los transportes imposibles.
Sobre este esquema se da una gama no muy amplia de variaciones. La vida es tranquila, sin altibajos. Aquí en realidad, nunca ocurre nada”.
Los pobladores de muchos años recuerdan las avenidas adoquinadas, algunos comercios desaparecidos como las carbonerías, las actividades educativas, culturales y de ocio circunscriptas al barrio en la Asociación Vecinal o la Sociedad de Fomento.
La localidad no sufrió todavía las mismas transformaciones que las otras del partido de Vicente Lopez, como Florida Este, Olivos, La Lucila y todo el sector costero. En los últimos años se produjo un aumento significativo de la población como consecuencia de un cuestionado “boom inmobiliario”. Altas torres de viviendas y oficinas con vista al río, que impulsaron a su vez el desarrollo gastronómico y de otras actividades comerciales.
Tibiamente cuestionadas por lo vecinos en relación a las prohibiciones establecidas el Código local de Planeamiento Urbano y ante la mirada distraída de los partidos que no forman parte del gobierno municipal, arrasaron no solo con edificaciones históricas sino con irrepetibles ejemplares de la flora autóctona y pionera de la zona, como um centenario ombú en el bajo de Vicente Lopez y altísimas palmeras en un predio ubicado en Av Maipú al 1900, donde hoy se construye un gigante y costoso complejo habitacional, que como otros, se lo atribuye en participación al último intendente electo Jorge Macri, hoy alejado de su cargo.
No resulta extraño entonces que en el Vicente Lopez actual haya muy mala memoria colectiva en relación a ciertos hechos como el que motiva esta nota. Si bien existen las juntas o asociaciones históricas como el Centro de Estudios Históricos de Vicente López, la Asociación de Fundadores y Pioneros de Vicente López o la Junta de Historiadores Camino del Bajo, entre otras, formadas principalmente por vecinos pertenecientes a las familias más tradicionales, el camino a recorrer es muy extenso. Hoy, su principal preocupación parece ser lograr la apertura del Museo, aprobado por Ordenanza del HCD del 17 de octubre de 2019. El mismo consta también de un archivo documental digital cuya importancia es innegable, aunque hay que asumir que la historia reciente también es parte del patrimonio histórico y cultural a defender y difundir.
Es llamativo y lamentable que ni desde el municipio ni desde las instituciones mencionadas, haya habido alguna vez algún tipo de gestión para marcar la casa de Florida Oeste como sitio histórico y de memoria. La vivienda, que en características generales no ha cambiado demasiado, exhibe en uno de sus pilares exteriores una pequeña placa de cerámica que reza: “Aquí secuestraron el 9 de junio de 1956 a patriotas peronistas para masacrarlos en José León Suárez. ¡Honremos siempre su memoria! Agrupación Scalabrini Ortiz- PJ Vicente López”.
Esta actitud no es coincidente con la de otros municipios en los que también se desarrollaron los hechos narrados por Rodolfo Walsh, como San Martín, que levantó un monumento en homenaje a las víctimas en el lugar del hecho, ni con la de la Provincia de Buenos Aires que materializa su homenaje en la ley 15.072: “Declárase sitio histórico definitivamente incorporado al patrimonio cultural de la Provincia de Bueno Aires, en los términos de la Ley N° 10.419 al predio en que ocurrieron los fusilamientos de José León Suárez, durante la madrugada de los días 9 y 10 de junio de 1956”.
Considero una asignatura pendiente de quienes vivimos en Vicente López, demandar ese reconocimiento como el de otros sitios ligados a la historia reciente también descuidados, y consagrarlos imprescindibles en la construcción de memoria colectiva, la identificación y apropiación de sentidos para cumplir con el deber inexcusable de seguir denunciando cada lugar y ocasión en que hubo menoscabo por los derechos humanos. Que las sombras que proyectan las torres que miran hacia el río no nos nublen la memoria.