¿Por qué los "Putos Peronistas" bailamos el 24 de marzo?
Por Lía Ghara* y Magui Fernandez Valdez**
“Trava de la Plaza, las Madres te abrazan” con ese cartel la Asociación Madres de Plaza de Mayo marchó el jueves previo a la despedida de Lohana Berkins el 5 de febrero de 2016, cristalizando la alianza más potente y revolucionaria de la historia de nuestro país.
El mundo no tiene en su haber una performance política como la que hicieron las Madres denunciando la desaparición de sus hijes, la estética circular y los pañuelos componen una obra maestra de aquellos sujetos denostados por una dictadura militar que no los consideraba un enemigo digno y por supuesto subestima el poder de “mujeres” haciendo política. Así como subestimó una de las estrategias claves que bien sabe el colectivo LGBTI+ poner en la cancha: la visibilidad.
¿Cómo es el parto de una travesti? ¿Cómo puede una madre parir 30.000 hijxs? Los limites de la biologia aún no llegan a comprender lo que nuestras Madres propusieron 45 años atrás y lo que hoy nietes e hijes levantan como bandera: que biología no es destino y que tanto maternidad como memoria no son privilegios hetero -cis- sexuales y mucho menos la “revolución”. Que como dice Morena García, la trava poetisa rosarina: “No todo está guardado en la memoria, la memoria tiene márgenes” y esos márgenes han sido delineados.
Habrá que preguntarse qué tipo de memoria fue la que se construyó si no nombra a las lesbianas, putos, maricas y travas, si nunca llevó sus registros de detención por los edictos, si nunca recuperó en sus testimonios los relatos LGBTI+ y sus existencias y si nunca pudo dar cuenta de la violencia particular y dirigida, de la saña que tuvo y aún tiene sobre sus cuerpos.
El cuerpo como la unidad básica de todas las batallas y resistencias es la clave. Aquello que reúne las revoluciones a través de nuestra historia. El cuerpo y su capacidad performática y expresiva se vuelve llave de visibilidad y potencia. La memoria del cuerpo. Pero no un cuerpo individual sino un cuerpo colectivo que en el todo sea tan potente como para resistir una dictadura a fuerza de visibilidad. Tan potente como para que agarradas de sus brazos sepan que la gendarmería con sus caballos no las puede y ese sea el momento en que en una foto histórica quede plasmado cómo es que en este suelo se combate el miedo. Con orgullo de quiénes somos.
Nunca hubo una sola revolución. Abajo de la revolución de trincheras, hay otras que se contienen como mamushkas, se alimentan y combaten juntas los regímenes opresores que exterminan generaciones. Los putos peronistas, la revolución dentro de la revolución. Marta Ferro (PST) llenando un sótano de lesbianas bailando para resistir tanto heterosexualidad obligatoria como dictadura militar. La furia travesti, madre de todos los corajes.
Los puntos de encuentro entre las distintas revoluciones serán de aquí en adelante miles. Comenzando por la proscripción y persecusión de identidades y pertenencias (o partidos), la de una moral pública católica, blanca, liberal, cis y heterosexual imperante que te dice cómo vestir y con quién relacionarte. Y luego ese mundo de amor que se construye en secreto cuando se cruzan coraje y política.
El exilio
La pena impuesta, el castigo a riesgo de muerte por no pensar o no ser lo que la norma impone. La moral pública alecciona y disciplina aquello que “no debe ser” y como tal, lo hacen desaparecer. Si pensamos el núcleo familiar como aquella primera patria en la que echamos raices, como propone Lemebel, cuántos pequeños pájaros con el alita rota fueron violentamente arrancados porque “me salió puto el nene”. Forzados a la imposición de “hacerlos más machos” y aplicarle toda clase de torturas. Cuántos y cuántas eligen el exilio para poder sobrevivir.
El exilio es también el punto de fuga, el cabo suelto que con los años vuelve como un boomerang de verdad, justicia y memoria.
El closet y la clandestinidad
Esconderse para sobrevivir. Forjar en la clandestinidad los lazos que te mantendrán con vida en el subsuelo porque como bien dicen las Madres “Resistir es combatir”. Encontrar alianzas, amores y compañeres con los cuales entender el mundo y planear cambiarlo. Teteras, encuentros clandestinos, edictos policiales, tumbas sin tu nombre, disciplinamiento de las fuerzas armadas y la desesperación por conseguir los recursos para seguir con vida y en el medio darle una estocada al poder.
En el mejor de los casos, borrar con empeño cada ápice de lo que somos por miedo. Mandar al sótano los tacos, pelucas, libros y banderas para poder aparentar y mentir. Esconderte en un agujero para que no te encuentren cuando patrullan.
Lo Subversivo
“Hacer que algo deje de tener el orden normal”
Si hay algo a lo que la hegemonía le teme es aquello que tiene la potencia de convencer a une otre de que hay otra vida posible. Un simple acto que pueda demostrar que nada de lo establecido es imposible de cambiar. Sub-vertir. Poner patas para arriba las cosas. Replantear la distribución de la riqueza, pero también la de los privilegios. Subvertir los afectos pero también los caleidoscopios a través de los cuales leemos la realidad.
Acá es donde performance y baile cobran relevancia. Reapropiarse de los códigos estéticos como hace el voguing, con la expresión de los ricos (lo publicado en la revista Vogue - de ahí su nombre), o el Dragueo de los códigos del género, es imitar y pervertir la idea de quién puede y quién no puede ser eso que expresa. Si confunde el ojo y no podés distinguir cuál es “una mujer” y cuál es “un varón” es porque eso no existe y todo es performático.
En Latinoamérica, el antecedente inmediato y la raíz común eran los carnavales. Aquel momento previo a la cuaresma que permitia que todo se subvierta y entre lo jocoso y los excesos dar rienda suelta a los placeres. Porque un mundo sin placeres (para les pobres) estaba ya diseñado y solo existían un puñado de días en el año para que el esclavo burle al amo. Es subversivo festejar en medio de un luto. Bailar con dolor cuando intentan rompernos.
La familia elegida y la maternidad deseada
La palabra “Madre” en nuestro país, cobró un volumen inexplicable que derramó en otras partes del mundo nuevos sentidos, así como la palabra “identidad”. La misma trama social y emocional que constituye el lazo por el cual este 24 todes nos sentimos nietes e hijes, y un abrazo con la Abuela es lo más esperado por toda la Argentina. De esa misma materia están hechos los vínculos en una comunidad que construye su propia familia, de pura política.
Expulsades por el patriarcado, se forjan vínculos, casas, maternidades, hermandades y toda una serie de relaciones sui generis que muchas veces ni siquiera responden a las nomenclaturas existentes, es decir, no existe un nombre para esos lazos. Esta trama emocional pone sobre la mesa que somos un cúmulo de decisiones y afectos, de pertenencias y elecciones.
Así también es Vanina Falco, por su propia decisión, mucho más la hermana de Juan Cabandié que la hija de un represor. Esos vínculos plenos nacidos del amor y el entendimiento, de la lealtad y el coraje son el germen de la revolución que plantó una generación diezmada y que hoy se multiplica en otros cuerpos y otros actores con los mismos ideales.
¿Por qué bailamos este 24?
La herencia que teje la rebeldía en clave LGBTI+ está plagada de momentos festivos porque nadie resigna la alegría y la vida como fuente de lucha. Esa es la herencia trava que teje placeres. La memoria es memoria de vida, llena de carnavales y de la subversión de volver a pasar una y otra vez por aquellos momentos en que se pudo, se vivió, se disfrutó y se combatió.
Al ponerse en escena la apropiación del baile en la calle como poética de protesta y como campo de experimentación subjetivo, se abren imaginarios y placeres totalmente revolucionarios. Es el cuerpo en la calle y su presencia rebelde y orgásmica, negándose a los mandatos en una danza combativa que sin duda busca la verdad, la memoria y la justicia.
No somos ni seremos silencio, más bien música estallada y movimientos rabiosos.
Le oponemos a la desaparición forzada los cuerpos presentes y manifiestos que gritan sus nombres, le oponemos a la apropiación la multiplicidad de identidades que nacen, le oponemos a la criminalización el orgullo y a un sistema que nos borra, la rebeldía revolucionaria que nos enseñaron nuestres compañeres.
Somos elles, no somos un número que está por fuera de los 30.000. Las travas, les trans, las maricas, las tortas y los putos estamos en el centro de ese número perteneciendo a cada organización que nos tuvo en sus filas y nunca nos nombró. Porque identidad es también identidad política y hubo en cada célula revolucionaria del pueblo, en cada acto de coraje, un poco de coraje marica.
Recordamos con potencia y con deseo, recordamos haciendo efectiva la revolución que soñaron para nosotres, la de crear un mundo en donde verdaderamente reine en el pueblo el amor y la igualdad.
* Mercuria Productora Cultural
** La Sublevada - Secretaria General de Nuevo Encuentro CABA