Sigue la causa por el secuestro de Raquel Negro y Tucho Valenzuela en Mar del Plata (declaró Miguel Bonasso)
Por Paula Viafora
La causa tramita ante el Tribunal Oral Federal N°1 de Mar del Plata, a cargo de los jueces María Claudia Morgese Martin, Héctor Sagretti y Fernando Machado Pelloni, que se encuentra en su segundo tramo e investiga los crímenes de lesa humanidad que se cometieron en el ámbito de la Subzona Militar 15, que incluye los partidos bonaerenses de General Lavalle, Madariaga, Mar Chiquita, Balcarce, Alvarado, General Pueyrredón, Lobería, Necochea y San Cayetano. El objetivo: hallar a los responsables y la forma de operar del Centro de Operaciones de Inteligencia de esa Subzona. La mayoría de los siete acusados se desempeñó en las planas mayores del GADA 601 o GADA 602.
En ese marco, el pasado lunes 26, de forma virtual, declararon como testigos familiares de Raquel Negro y Tulio Valenzuela. Lo hizo también el periodista y ex-legislador Miguel Bonasso, quien fuera secretario de prensa de Montoneros y tenía residencia en México en el momento de los hechos. Repasaron y detallaron la historia y el secuestro de “María” y “Tucho”, como se los llamaba en la agrupación, ocurrido en la ciudad de Mar del Plata en enero de 1978.
Dichos militantes fueron secuestrados junto al hijo de la mujer, de un año y medio, en las inmediaciones de la tradicional Tienda Los Gallegos. Se investiga la posible zona liberada en coordinación con GADA 601 de Mar del Plata. La operación fue diseñada desde Rosario por el entonces Jefe del Cuerpo II del Ejército Leopoldo Galtieri. Ellos habían viajado a esa ciudad con el objeto de mantener “citas”, momento en los que fueron secuestrados por grupos de tareas.
Unos días más tarde, “Tucho” fue llevado a una reunión con Galtieri, que le informó que debía viajar a México, en lo que se conoció luego como “Operación México”, y pautar, a través de Bonasso, un encuentro con la cúpula de Montoneros que les permitiera a los militares que viajaban infiltrados junto a él secuestrar o asesinar a sus dirigentes. Si se negaba, los mataban. Pero aun conociendo las consecuencias, decidió denunciar el plan de los militares.
Bonasso títuló con el nombre de la operación el capítulo 8 de su libro “Recuerdo de la Muerte”. En un pasaje del mismo reproduce con minuciosidad el encuentro de “Tucho” con los dirigentes de la organización, a la cual habían sido invitados también cuatro periodistas mexicanos. "Hay que tener en cuenta en qué condiciones vengo yo. Además de que supuestamente me convencieron políticamente de que yo debía colaborar. La condicion principal es que mi comapñera, embarazada de seis meses, que se llama Raquel Negro, y mi hijo de un año y medio, Sebastián, estan en manos del enemigo. Ellos son rehenes. Yo amenazado que serían inmediatamente ejecutados si la misión de infiltración que yo iba a cumplir acá, fracasaba o se producía algún hecho como éste. Cualquiera se puede dar cuenta que es una situación muy difícil, para cualquier hombre, aún para un cuadro revolucionario. Yo discutí esta situacion con mi compañera. Ella manifestó que estaba totalmente dispuesta a quedar como rehén para morir, para salvar algo que era mucho más trascendente que nuestras propias vidas, para llegar acá, y poder informarle a nuestro partido y al mundo de los planes de la dictadura y hacer un esfuerzo por desbaratarlos. (....) Lo que nos dio tiempo para esta maniobra es lo que en estos momentos está produciendo nuestro pueblo en la resistencia (...) Esa es la confianza en ese pueblo que dia a dia nos demuestra hasta qué punto vale la pena luchar por él, y no lo digo tanto por mi sino por mi compañera, que tuvo el coraje de quedarse en manos del enemigo con serio peligro de ser muerta”.
Esta operación es una clara muestra, como también ocurrió en 1980 en Perú, que la dictadura argentina decidió perseguir a los militantes aun en el exilio, ignorando normas internacionales; en el caso de México violó la soberanía de ese país. En el caso de Perú, si bien habían solicitado y obtenido permiso para operar, la denuncia internacional de estas acciones desencadenó un conflicto entre los gobiernos de ambos países. Perú estaba en camino hacia la democracia y su colaboración en este tema no era lo más recomendable para ese momento.
Más allá del valor jurídico del testimonio, la participación de escritores o periodistas en los juicios de lesa humanidad sirven para volver a poner estos temas entre las noticias cotidianas, recordando el amplio accionar militar en la ciudad de Mar del Plata durante la dictadura.