Todo está guardado en la memoria: a 43 años de la final del Mundial de 1978
Por Paula Viafora
¿Qué significa el fútbol para los argentinos? ¿Cómo cambia el comportamiento de la gente durante los mundiales? Sin duda el fútbol logra como ninguna otra cosa en el mundo olvidar todo tipo de diferencias y hermanarnos de un solo lado y apoyando todos la misma causa. Un elemento de cohesión social que construye nuestra identidad. La tradicional fecha de los domingos y más aún las finales o copas en las que participan varios países, siempre fueron motivo de reunión de amigos, festejos, alegrías y desilusiones colectivas.
Ni hablemos de un campeonato mundial y sobre todo si Argentina es la sede. Eso ocurrió en 1978 en Argentina. Hay una salvedad en el relato que no es menor. Desde 1976 el país estaba gobernado por la dictadura más feroz y cruel de toda la historia. El territorio estaba tapizado de centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. Todos los días desaparecían ciudadanos. Incipientes grupos de familiares y organismos de derechos humanos realizaban inútiles recorridos por cuanto organismo estatal pudiera brindar información. En ese contexto,el 1 de junio comenzó el Mundial y el fútbol ”lo tapó todo”.
En diálogo con AGENCIA PACO URONDO, el profesor de Historia y Ciencias Políticas en la UBA Edgardo Vannucchi describió sobre ese momento: “Yo no puedo mirarlo desde la clave futbolera, no puedo disfrutar los grandes goles de Kempes o las atajadas del Pato, todo eso sé que fue así, hoy las memorias en torno al Mundial 78 son distintas y se van transformando. La memoria social o colectiva va cambiando en la medida en que cambian las miradas y las interpretaciones". "Recién 30 años después de la recordada final del 25 de junio de 1978, se dio un acontecimiento que quedó inmortalizado en un documental llamado 'La otra Final'. Cinco años antes, en oportunidad de un partido homenaje a los Campeones del 78, familiares y organismos de derechos humanos se acercaron a los jugadores y plantearon entrar al estadio con una bandera que contenía la siguiente leyenda: 'Mientras adentro se ganaba un mundial, afuera se perdía un país'. En ese momento no llegaron a un acuerdo, hubo jugadores como Houseman, Luque, Villa que tenían más militancia y apoyaron, pero muchos no. Ya cinco años después esto sí fue posible y los familiares entraron al estadio de River, en otro partido homenaje, con una larga bandera que mostraba las fotos de los desaparecidos acompañados por algunos organismos".
Sin embargo, Vannucchi reconoció que el tema tiene muchos grises: "Es un tema atravesado por tensiones, complejidades y contradicciones. Hay testimonios de detenidos apoyando el mundial y festejando los goles (si Argentina ganaba los trataban mejor) y familiares que mientras algunos lloraban por el pariente desaparecido, otros miraban los partidos, todo al mismo tiempo. En este camino que recorre la memoria al transformarse, se está gestando algo interesante en los clubes de fútbol como River, Boca, San Lorenzo, que van poniendo murales, desafiliando a dictadores que todavía figuraban como socios vitalicios, haciendo homenajes, quizás tarde o muy tarde pero los tiempos de la memoria no son los mismos que los de los hechos”.
En cuanto al aprovechamiento del campeonato por parte de la dictadura, Vannucchi explicó: “Quién clara y activamente insiste para sostener al país como sede es Massera, quien lo lee en clave política. Era una situación heredada. Argentina quería ser sede de un mundial desde hacía décadas. La decisión se había tomado durante el gobierno anterior, a eso se debe que el logo con la pelota en el medio represente los brazos de Perón en su clásico saludo, cosa que los militares no pudieron cambiar porque los derechos de publicidad ya estaban vendidos", describió.
Y siguió: "La dictadura lo asumió como un hecho político, una cuestión de Estado y resulta muy importante para el país en términos estratégicos tanto internos (mensaje de alegría, de fiesta, estimulando el nacionalismo, la unidad) como externos (mejorar, limpiar e instalar la imagen en medio de denuncias por violaciones a los derechos humanos). Para contar con recursos la dictadura crea el EAM (Ente Autárquico Mundial 78) por decreto, un organismo específico para el cual no había cuestionamiento ni límite de fondos. El monto contabilizado de gastos fue de 700 millones de dólares. Todo esto mientras se seguía torturando y desapareciendo a compañeros”.
Ante la pregunta de si Argentina ganó legitimamente aquel torneo, el investigador aclaró: “El triunfo fue legítimo, aunque con respecto al partido con Perú (que Argentina debía ganar por una diferencia de 4 goles para pasar a la final) hubo una cantidad de condicionamientos importantísimos y de los que dan cuenta muchas investigaciones. Los jugadores argentinos no tenían noción de si los peruanos habian sido apretados o no, pero los testimonios de algunos jugadores peruanos describen una situación anormal. Videla junto a Henry Kissinger (Secretario de Estado norteamericano, traído a la Argentina por la Editorial Atlántida) visitando el vestuario antes del partido, cosa que otros niegan”.
Pero definitivamente la euforia del campeonato logró taparlo todo. Quizás el relato más descriptivo sea el de la militante montonera Graciela Daleo, entonces detenida en la Esma, cuyos captores la llevaron junto a otros detenidos a festejar luego de la final con Holanda: “Me subieron a un Peugeot 504 verde en el que iba el prefecto Héctor Febres. El auto dobló en Cabildo hacia el centro. Yo no podía creer semejante multitud gritando, saltando feliz. Me asfixiaba. Le pedí permiso a Febres para asomarme por el techo 'para mirar cómo festejan'. Me paré y vi. 'Si me pongo a gritar que soy una desaparecida, nadie me va a dar pelota', pensé mientras lloraba", contó.