El desafío de construir un Puerto Madero popular, por Inti Alpert
Por Enrique de la Calle
APU: Con la consultora Tecnopolítica, que fundó, viene trabajando el tema urbano, con una propuesta que implica un “cambio de paradigma”, un modo de pensar los problemas de vivienda desde “otro lugar”, como le escuché decir muchas vecces. ¿Qué implica eso?
Inti Alpert: Me di cuenta que en Argentina tenemos un problema de comprensión de nuestra propia realidad. El dinero tiene una cosa muy rara, es un sistema de representación. Me dediqué a estudiar cómo podía hacer para, por ejemplo, con una resolución de un municipio (una simple ordenanza) generar un flujo futuro de ingresos, producto de que vas a pavimentar el acceso a un parque industrial y llevar eso a un mercado de capitales y venderlo y cambiarlo por plata. Y esa ordenanza, que es un papel pintado, genera dinero, que es otro papel pintado, que a su vez se puede convertir en el pavimento del acceso al parque industrial que puede pagarlo en cuotas.
APU: En eso de tener un problema de comprensión sobre nuestra realidad aparece el problema de la vivienda, que no termina de entenderse en toda su dimensión. De hecho, uno ve los programas específicos que se anuncian con bombos y platillo, y hablan de construir 20 mil casas por año, lo que representa un porcentaje menor del problema.
IA: La mitad de la población tiene un problema de vivienda en Argentina. Si preguntás en nuestro país quién vive en una vivienda digna y propia, en un barrio lindo de cualquier localidad de la Argentina, te levanta la mano mitad de nuestra población. De ese tamaño es el problema. En Latinoamérica, las carencias de hábitat relevadas por el Banco Mundial hace dos años afectaban a 200 millones de personas, cincuenta millones de familias. Es un desastre. Y los latinoamericanos creemos que es más fácil venderle carteras a los italianos, perfumes a los franceses, autos a los alemanes que buen hábitat a los latinoamericanos...
APU: Cuando uno traslada el problema a un funcionario público, o incluso a un académico, la respuesta siempre es la misma: no hay plata.
IA: Ahí está el problema de falta de comprensión: sobra plata, lo único que sobra en Argentina es plata. Lo único que hacemos seriamente los argentinos desde hace 200 años es imprimir moneda, lo que pasa es que no sabemos crear riqueza haciéndola circular.
APU: ¿Cómo se hace eso?
IA: Vamos a un ejemplo extremo. Cuando termina la segunda guerra mundial, Europa queda devastada. ¿Qué fue el Plan Marshall? No es que Estados Unidos le dio a Europa un montón de cosas ni de plata para comprarles cosas. Le puso un patrón monetario en base al cual un equipo de talentosos conducidos por el General George Marshall desarrolló cientos de miles de proyectos de obras. El arte no es imprimir plata, el arte es hacer circular la plata produciendo obras que efectivamente crean valor. Cuáles crean valor: las que gente está dispuesta a pagar. En Argentina tenemos más de 10 millones de trabajadores formales (6,5 millones en el sector privado y 3,5 en el público), que cada mes cobran sueldo. Entonces, ¿te falta plata? Porque uno podría pensar que tenés una gran masa de recursos en esos millones de trabajadores formales que cada mes pagan un alquiler. Ponele que el promedio de un alquiler fuera de 10 mil pesos (en todo el país) y lo multiplicás por 2,5 millones (supongamos que el resto es propietario). Eso te da 25 mil millones de pesos mensuales que podrían destinarse para hacer vivienda. Entonces, veo que vos podrías hacer rápidamente 100 mil viviendas a la vera del Riachuelo y vendérsela a quienes pagan un alquiler. Para lograr eso, hay que dar un salto clave en la política, que tiene que pasar de ser un organizador de las capacidades colectivas. Ese el paso del subdesarrollo al desarrollo. Los países desarrollados son países donde el Estado organiza la capacidad colectiva de las mayorías. Un Estado lógico diría: a la vera del Riachuelo puedo hacer un Puerto Madero popular, símil Amsterdam o Barcelona, donde vivan 100 mil familias.
APU: ¿Cómo se puede construir eso?
IA: Muy sencillo. Hay que diseñarlo y otorgarle a cada familia un número de partida provisoria. ¿Así de fácil? Sí. Lo que hace que un proyecto sea financiable es estar asentado en un plano validado por el Estado. Por ejemplo, Holanda fue capaz de correr el mar para poder vivir mejor. Lo hicieron con ese sistema que ellos llaman polders y nosotros lo llamamos albardones; no pensaron cuánto costaba correr el mar sino cuanto valía Holanda desanegado. No pensaron en términos de gasto público, pensaron en financiar un proyecto.
APU: Me pongo en abogado del diablo: ¿Con qué plata se empieza un proyecto tan ambicioso como "Puerto Madero popular"? Supongo que una obra así requiere de una fuerte inversión inicial, que luego, sí, sería financiada por cada familia.
IA: De nuevo, la plata está. Vos pensá esto: ¿Cuánta sangre hay en el cuerpo humano? Unos cinco litros. ¿Cuánto bombea un corazón con cada latido? Según leí un pocillo de café de unos 70cm cúbicos pero un corazón llenaría una pileta olímpica en un año. La plata, no es que está o no está. Está dormida o en funcionamiento. Cuando vos tenés una bicicleta parada, la cadena ocupa todo el circuito que ocupa circulando, pero está parada. Hoy, por falta de demanda de pesos, tenés en el Banco Central ¡2,4 billones de pesos!, que nadie pide contra nada para devolverlos y que son de alguien: son de la caja de los arquitectos, de los ingenieros, de los agrimensores, del fondo de pensión militar, de las compañías de seguros de un inversor privado o una empresa. Son hasta de los gremios. Son fondos que están guardados en el Banco Central y nadie los demanda. ¿Por qué nadie las demanda? Porque esa plata no se puede aplicar en ningún proyecto. La plata es siempre la misma, el tema es si circula o no.
APU: Hemos charlado en otras oportunidades sobre su crítica al kirchnerismo y su política de aliento al consumo popular, que terminó siendo contradictoria.
IA: Yo fui crítico del gobierno kirchnerista en eso de imprimir plata, porque se la das a la gente y la gente termina presionando contra el dólar, porque muchos productos son importados o tienen partes importadas. Entonces, la cadena de bicicleta funciona sobre China y necesitamos que funcione a favor de Santiago Del Estero, Lomas de Zamora, o Córdoba, porque China es un muy buen cliente pero de cosas que cargan muy poco trabajo ya que lo que compran caro lo compran en otros países. Si vos ponés a andar esa cadena, esa cadena solo va cuando vuelve. Tenés que desatar el esquema productivo. Mirá la provincia de Buenos Aires: tiene más de 300 mil docentes y la mitad son inquilinos. No los echan del laburo y viven en algún lado. Qué pasa si le decís al mercado que tenés 150 mil personas que pueden comprar 150 proyectos de inversión a la vera del Río. Pero es el Estado el que puede empezar a hacer andar la cadena si aprueba un plano, que hace posible ese proyecto. Los que toman los primeros créditos hacen circular la cadena. Lo que hay pensar, entonces, es cuál es el rol del Estado. ¿Por qué no se arma ya mismo un fideicomiso en cada uno de los 4600 barrios informales que el propio Estado sabe que existe?