"Es necesario profundizar la discusión para ver qué podemos recuperar hoy del programa del Perón de los 70"
Foto: Enrique Morán
Por Santiago Asorey
El historiador peronista Horacio Bustingorry, autor de "Oscar Bidegain: la fugaz experiencia del Pacto Social en la Provincia de Buenos Aires", dialogó con AGENCIA PACO URONDO a raíz de los debates publicados en este portal sobre la decada del 70, la tercera presidencia de Perón y la discusión sobre Montoneros.
APU: ¿Qué apreciaciones realiza sobre el rol de Perón en su tercer periodo? Hay un lugar común de retratar en el tercer Perón un proyecto conservador...
HB: Perón en su tercer gobierno intentó implementar un programa de liberación que a grandes rasgos compartía los lineamientos de las políticas implementadas en el periodo 46-55. La idea de que Perón expresó un proyecto conservador en su tercer gobierno es producto de la caracterización que hizo contemporáneamente la izquierda no peronista y a la que terminaría adhiriendo también buena parte de la izquierda peronista y que se constituyó en una tradición interpretativa del periodo. Esa interpretación focalizaba sobre todo en aspectos de disciplinamiento social que hubo durante el tercer gobierno de Perón, es cierto. Pero que de ninguna manera expresan lo más sustancial de su proyecto. Esa interpretación a su vez invalida completamente todo el programa de liberación, la profundidad y los alcances en beneficio del sector popular que tenía ese proyecto. Y que todavía estamos muy lejos de haber alcanzado e intentado siquiera alcanzar.
APU: ¿Qué medidas puede mencionar?
HB: Antes de responder la pregunta quisiera hacer una aclaración. El programa general de gobierno de Perón, el llamado Pacto Social se lo suele reducir a un mero acuerdo de precios y salarios. Sin embargo, el Pacto Social fue un programa mucho más amplio de reformas estructurales que estipulaba un acuerdo entre el Capital y el Trabajo pero que a su misma vez obligaba al Capital a reconvertirse en función del cumplimiento del programa para satisfacer las necesidades populares
Un ejemplo fue la ley de inversiones extranjeras. Dicha ley planteaba un marco normativo sumamente estricto para las inversiones de capital. Por ejemplo, establecía un conjunto de áreas consideradas estratégicas donde se prohibía la existencia de empresas que tuviesen más del 20% de capital externo; proponía un plan de conversión de las empresas extranjeras en empresas de capital nacional y establecía un pequeño porcentaje para las remesas de utilidades al exterior. Este último punto, central para evitar la fuga de capitales, se reforzó con un principio conocido como de “realidad económica” que evitaba transferencias encubiertas de las filiales a las casas matrices aduciendo pagos de tecnología o de royalties cuando en realidad remitían ganancias. Remarco esto porque durante el segundo gobierno de Cristina, cuando el Banco Central puso restricciones al giro de divisas, muchas empresas, como las del sector eléctrico, fugaron capitales con la excusa de pagos por tecnología cuando en realidad eran ganancias que remitían a sus casas matrices.
APU: ¿Qué transformaciones hubo en materia laboral?
HB: Aquí tenemos un ejemplo de lo que mencionaba anteriormente sobre transformaciones que apuntaban a un pacto entre el Capital y el Trabajo y que a su vez ampliaban los derechos del trabajador. La Ley de Contrato de Trabajo impulsada durante el gobierno de Perón y aprobada ya con Isabel no fue revolucionaria pero sí implicó profundas transformaciones en beneficio del trabajador Por ejemplo, establecía una mejora en las indemnizaciones por despido, ampliaba el plazo por vacaciones y habilitaba que las licencias por enfermedad se obtuviesen con el médico designado por el trabajador. También tuvo un apartado dedicado al problema de la tercerización. La ley establecía que cuando la empresa principal contrataba a otra empresa para que haga tareas en sus establecimientos regía el mismo convenio y la misma representación sindical que la empresa principal. Con esa normativa, la lucha de los tercerizados ferroviarios en la que participó Mariano Ferreyra jamás hubiera ocurrido porque la situación de precarización en la que se encontraban los trabajadores nunca hubiese existido.
También esta ley es importante si se consideran las luchas impulsadas dese el feminismo en la actualidad. Por ejemplo, se establecía la presunción que los despidos ocurridos durante embarazo eran por ese causal y, por lo tanto, debía indemnizarse a la trabajadora con un monto mayor a las indemnizaciones ordinarias, siendo responsabilidad del patrón demostrar que la causa del despido no hubiese sido el embarazo. Si el despido ocurría durante la etapa de licencia la indemnización corría directamente no existiendo para el empleador posibilidad alguna de presentar prueba a su favor. Las licencias por maternidad podían extenderse hasta un año, conocido como periodo de excedencia, en la cual correspondía que se pagase un porcentaje del sueldo. Incluso se implementaron algunas medidas relativas a políticas de cuidado como la obligatoriedad de que hubiese salas maternales y guarderías en los lugares de trabajo. Obviamente la patronal repudió fuertemente el contenido de la ley y su modificación fue una de las primeras medidas que tomó la dictadura. Esto demuestra que el Pacto Laboral expresado en esta ley implicaba que el Capital limitase sus privilegios.
APU:¿También Perón impulsó una reforma financiera e impositiva?
HB: Así es. En el caso de la reforma impositiva el eje primordial fue la ampliación de los beneficios a ser gravados entre los grandes contribuyentes. Se aumentó el impuesto a las ganancias de capital al cuádruple y también se introdujo una distinción que, con sus idas y vueltas, ha sido corriente desde entonces que es distinguir el impuesto a la ganancia de las empresas de las ganancias obtenidas por sus accionistas. Pero además se dictó una ley que gravaba la riqueza y el capital. Es interesante esto porque ahora cuando se discute el impuesto a las grandes fortunas se lo plantea solo sobre las personas físicas y no sobre las empresas. La ley referida gravaba las acciones de las personas físicas pero también a las personas jurídicas constituidas en sociedades.
En cuanto a la reforma financiera, lo más sobresaliente fue la nacionalización de los depósitos bancarios. Esta medida no implicaba nacionalizar la banca, que en su gran mayoría continuaba en manos privadas, pero si implicaba direccionar el crédito según las necesidades de la política económica. Ningún crédito otorgado por los bancos podía realizarse sin la sin la autorización del Banco Central y la canalización de los mismos debía destinarse a las PYMES y a regiones rezagadas. Como puede verse el respeto a la propiedad privada era bajo condición de que cumpliese una función útil para el conjunto de la población, un ejemplo de la función social de la propiedad promovida por Perón y que figuraba en la Constitución del 49.
Imaginemos un instrumento de estas características en la situación crítica que viven las Pymes a partir del coronavirus, con las restricciones al crédito que todavía tienen, incluso a pesar de los planes impulsador por el gobierno como el FOGAR. Hace unos días escuchaba al gobernador Kicillof reclamar a los bancos para que se pongan a tono con la situación y cambien su lógica de funcionamiento al servicio de la especulación y que contribuyan desde el crédito. Es un reclamo que también fue realizado desde el gobierno nacional. Es correcta esa interpelación, pero no alcanza con reclamar sino se cuenta con los instrumentos legales como los que otorgaba la ley 20.520 de nacionalización de depósitos bancarios.
APU¿Y en cuanto al control de la inflación?
HB: Además de lo establecido en el Acta de Compromiso Nacional, los famosos acuerdos de precios y salarios del Pacto Social, es importante referirse a la Ley de Abastecimiento. Esta normativa permitía establecer precios máximos, establecer un tope de ganancias y dictar normas regulatorias referidas a producción y comercialización. Y además disponía castigos por el incumplimiento de la normativa que incluso llegaba a incluir la prisión del infractor.
En su segundo gobierno, Cristina la reflotó en una versión más moderada porque no contempla ni la clausura, ni la expropiación de las empresas como tampoco la pena de cárcel para los infractores como sí planteaba la ley original. Aun así, constituye un instrumento de suma importancia para la coyuntura actual en pos de garantizar el abastecimiento de toda la población durante la pandemia.
APU:¿El rol intervencionista de Perón sobre los mercados agropecuarios hoy sería difícil de pensar?
HB: La política agropecuaria fue muy debatida en ese entonces, pero considero que no es aplicable en la actualidad. El eje principal residía en poner en producción las tierras ociosas para mejorar los índices de productividad y aumentar la producción lo que generaría mayores saldos exportables que podían ser destinados al sector industrial. Considero que las discusiones que existían en los ‘60 y ’70 en torno a medidas como el Impuesto a la Renta Potencial de la tierra ya no tienen vigencia porque hoy en día la productividad agraria y la tecnificación del campo argentino está entre los más altas del mundo.
Más allá de esa cuestión es rescatable ese espíritu intervencionista que como bien planteabas en tu pregunta es inimaginable hoy. Recordemos el revuelo que se armó cuando Felipe Solá planteó la reimplementación de la Junta Reguladora de Granos o cuando Grabois expuso su propuesta de reforma agraria. Yo creo que algunos de los planteos de Grabois retoman viejos problemas que tal vez no sean aplicables hoy. A diferencia de otras épocas, hoy en día los mayores arrendatarios no son chacareros sin tierra sino los grandes pooles de siembra y, por otro lado, la mayoría de los sectores que viven de rentas no son los grandes actores del sector o grandes latifundistas sino un conjunto de pequeños propietarios que no tienen escala para producir y deciden alquilar su campo. Lo que Grabois plantea sí ocurre en actividades como la horticultura, pero no en los principales cultivos de exportación como la soja, el maíz y el trigo.
Ahora bien, es cierto que la lógica de producción agropecuaria, así como existe tiene una carácter excluyente porque como bien sostiene Grabois a miles de familias argentinas no les llega ni el pan ni la carne. Algún tipo de reforma profunda hay que realizar. Hoy en día el eje de discusión pasa por más o menos retenciones, tema para nada menor, pero el Estado no discute el perfil productivo, qué y cuanto producir, cuánto y cuándo vender, qué tipo de tenencias son las más adecuadas, etc. Aunque las políticas agropecuarias concretas del último gobierno de Perón en términos generales no sigan vigentes si es importante discutir una mayor intervención estatal en el sector como ocurría en los 70. Sobre los contenidos que tendría esa intervención no sabría decirte. Es un debate que nos tenemos que dar.
APU: ¿A qué atribuye las diferencias políticas surgidas entre la generación de Montoneros y los cuadros de la vieja resistencia peronista, como “Cacho” Envar el Kadri sobre la caracterización del tercer Perón?
HB: No estoy en condiciones de responder tamaño interrogante. Pero tampoco creo que se pueda hacer una apreciación general y uniforme sobre esto. Hubo muchas trayectorias y distintas apreciaciones de los diferentes protagonistas en las diferentes coyunturas que no se si siempre se correspondieron con diferencias generacionales. Si es cierto el caso puntual que mencionás y es un caso interesante porque Cacho el Kadri tuvo que exiliarse durante el gobierno de Isabel y nunca dejó de tener una mirada positiva sobre lo que había sido la experiencia del tercer peronismo, más allá de todo los aspectos negativos que ocurrieron.
Ahora hay algo que contiene tu pregunta que me parece muy importante que no pase desapercibido. Montoneros tuvo profundas diferencias con el programa de Perón. Podrá dudarse de que haya existido una ruptura como sostiene Guillermo Robledo en la entrevista publicada por la Agencia pero no podría ponerse en duda que Montoneros terminó cuestionado a Perón a partir de diferencias programáticas. Si bien la posición fue variando, finalmente Montoneros terminó caracterizando al programa de Perón como una política que estaba en sintonía con el imperialismo y que era necesario combatir. El editorial de El Descamisado N° 44 de marzo de 1974 lo dice con todas las letras: llamaban a romper el Pacto Social.
Ahora bien, estas cuestiones que hacen a la verdad histórica tienen su importancia, pero más importante aún es la evaluación que se haga hoy de aquél programa. Y acá no importa tanto las valoraciones que se hayan hecho contemporáneamente sino qué podemos rescatar en la actualidad. Cristina hizo una reivindicación del Pacto Social en el lanzamiento de su libro “Sinceramente” que me parece muy importante. Es necesario profundizar la discusión para ver qué podemos hacer con ese programa hoy. A mi entender, más allá de que estamos en otro mundo, ese programa tiene algunos elementos que nos sirven todavía más que lo realizado en los dos primeros gobiernos de Perón. Porque en su tercer gobierno Perón intentó abordar problemas que en los años ‘40 y ‘50, no existían y que sí forman parte de la agenda de hoy, como el grado de transnacionalización de la economía y el lugar que ocupan las multinacionales o el problema de la tercerización laboral.