Pandemia, cuarentena y riesgo laboral
Por Juan Montes Cató, Lucas Spinosa, Hernán Palermo y Patricia Ventrici*
En un reciente conversatorio organizado por el espacio Somos RT de la Carrera de Relaciones del Trabajo un delegado de base del sector industrial de la zona oeste se refería a las políticas empresarias, en especial de las grandes empresas, del modo como encabeza esta nota. Esto para marcar cierta continuidad entre las políticas de erosión de conquistas laborales asumidas por los empresarios durante el macrismo y el modo como intentan aprovechar el nuevo contexto de crisis para imponer su agenda de intereses que parece inalterable incluso en un momento donde la vida de los sectores más vulnerables y trabajadores se encuentra dramáticamente en riesgo. El caso que aparece grabado con más fuerza en la memoria colectiva reciente es el de Techint que tan solo iniciados los primeros días del ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) despedía más de mil trabajadores de su planta. Esa tendencia se irá extendiendo con el tiempo a otros sectores, sumando nuevas formas de vulnerar las condiciones de empleo y de salario. Frente a este panorama a través de la encuesta a delegados sobre Impacto en el empleo del COVID-19 desarrollada en el marco del Centro de Estudios e Investigaciones laborales (CEIL) del CONICET buscamos profundizar sobre las consecuencias de la actual coyuntura sobre el empleo y aportar datos estadísticos.
Como vienen planteando diversos análisis el COVID-19 puso en evidencia situaciones estructurales que aportan heterogeneidad al mercado de trabajo argentino. Esta diversidad, producto de una estructura económico-productiva también heterogénea, ha generado situaciones laborales que incluyen pérdida de estabilidad laboral, fluctuación en los ingresos de los trabajadores/as asalariados y cambio permanente en la organización del trabajo. En un contexto como el que estamos viviendo, estos efectos se ven complejizados por actividades exceptuadas u otras donde se implementaron tareas remotas desde los domicilios. Frente a este escenario nos interesó analizar el grado de cumplimiento de la medidas de seguridad; el impacto laboral contemplando diversos aspectos que incluyen despidos, pasando por licencias anticipadas o disminución salarial; y aspectos asociados con las percepciones en tanto la pandemia genera expectativas e incertidumbres sobre el futuro laboral.
La encuesta fue aplicada a 528 delegadas, delegados y activistas que dieron cuenta de lo que está ocurriendo en sus lugares de trabajo y donde desenvuelven su actividad gremial. Es preciso resaltar el rol de los y las delegadas que cuentan con un conocimiento privilegiado y situado de la realidad laboral de los establecimientos a partir del contacto cercano con las situaciones sufridas por los trabajadores. Se trata de un rol clave para pensar la dinámica sindical y en este caso para captar en tiempo real las consecuencias que la pandemia produce en el ámbito laboral dado su efecto disruptivo en la continuidad del proceso de trabajo.
La velocidad en que la pandemia se ha extendido, sumado a la incertidumbre que ella produce sobre la salud genera un abanico de percepciones ligadas a los miedos que ello conlleva. Para adentrarnos a este problema puede observarse que existe una mayoría de encuestados que tienen bastante o mucho miedo de contagio en el ámbito laboral (73,5%). Esta distribución es similar tanto en los delegados que representan actividades donde siguieron concurriendo al establecimiento los trabajadores como las que no. De este modo el espacio laboral en las percepciones de los delegadxs se constituye como un ámbito cargado de riesgo.
Este riesgo observado con respecto al contagio también tiene una fuerte impronta cuando se aborda el riesgo en relación a la alteración unidireccional de las condiciones de empleo y salariales por parte de las empresas. Para analizar el impacto en el empleo de aquellos que vieron alterada sus condiciones se construyó el índice de vulnerabilidad donde se analizaron dos dimensiones: estabilidad en el empleo e ingreso. Para el primero se utilizaron cinco indicadores (despidos, suspensiones, licencias anticipadas, banco de horas y denegación de licencias por hijos); para el segundo tres indicadores (disminución salarial, pago de salario en cuotas y pérdida de otros beneficios salariales). A través de un ejercicio de ponderación (es decir asignando pesos relativos) se construyó el índice de vulnerabilidad laboral (IVL). Las diversas combinaciones (atendiendo a los pesos relativos) permiten caracterizar el impacto a partir de un gradiente donde aquellos establecimientos donde se produjeron pérdida de puestos de trabajo y baja salarial las consecuencias han sido más graves.
El Gráfico siguiente ilustra el peso de aquellos trabajadores y trabajadoras que han atravesado situaciones de riesgo en sus fuentes laborales, con medidas que de base han afectado su salario y de máxima los ubican en riesgo de pérdida de su fuente de ingresos (las porciones naranja y roja).
El relevamiento da cuenta que a pesar que existe una prohibición para efectuar despidos un 4,2% del total de los encuestados declara haberlos sufrido en los establecimientos donde desempeñan su actividad gremial. Por su parte el 40% de los casos sufrieron algún tipo de desregulación salarial.
Casi un diez por ciento (9,05%) de los establecimientos que adoptaron alguna medida de desregulación, sufrió de manera combinada situaciones muy graves desde el punto de vista de la pérdida de estabilidad en el empleo y del ingreso (IVL).
La baja salarial da cuenta que una parte importante de la crisis desatada por la pandemia se termina descargando sobre los trabajadores que en promedio ya habían perdido durante los cuatro años anteriores un 40% de su salario.
Pocas empresas cuentan con modalidades institucionalizadas de participación de los trabajadores en las ganancias, por lo cual son excluidos cuando existen ganancias extraordinarias pero incluidos cuando se trata de socializar las pérdidas.
Desde el punto de vista de la acción gremial habrá que estar alertas a que el contexto de excepcionalidad no sea utilizado para incumplir normas y ensayar nuevas modalidades de flexibilidad laboral. La fuerte concentración de la riqueza profundizada en cuatro años de restauración neoliberal requiere la búsqueda de instrumentos de intervención en el corto, mediano y largo plazo. En el largo plazo la necesidad de intervenir en la concentración de la matriz productiva, en el corto plazo resulta clave implementar un impuesto a la riqueza, como así también otras herramientas redistributivas que permitan achicar la brecha social, laboral y productiva.
* Investigadores y especialistas del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL-CONICET).