Política de la memoria en las escuelas secundarias
Por Paula Glancszpigel
Hay acontecimientos que marcan una ruptura en la conciencia social y su posterior reacomodamiento.
La tragedia de Cromañon es uno de ellos, ese treinta de diciembre marcó un quiebre en los pibes y pibas de mi generación, así como también en la sociedad argentina.
Es este un nudo que nos podría llevar a debatir en el ámbito escolar, ¿qué cosas cambiaron? ¿Qué movimientos sociales se produjeron? ¿Cómo se fueron transformando? ¿Qué rol tiene la memoria como proceso pedagógico para la construcción de un nuevo orden social?
Acaso, ¿Podemos obviar el trabajo producido, luego del regreso a la democracia, por los organismos de derechos humanos? Definitivamente No, es consecuencia de esta labor que el 24 de marzo este instituido en un calendario nacional un día de reflexión por su importante carga simbólica.
La tragedia de Cromañón desencadenada el treinta de diciembre de dos mil cuatro, produjo inmediatamente una reacción entre adolescentes que se enfrentaron la muerte. Marchas y organismos de familiares y sobrevivientes lograron que se establezca por Decreto Nº 391/05, conmemorar este hecho dentro del calendario escolar cada 30 de marzo, promulgando la necesidad de que el aula sea el ámbito primario y fundamental como el abordaje de todas las significancias que conlleva un hecho de tal magnitud. Como educadores 1tenemos por delante un nuevo desafío ineludible, mantener viva la memoria de la tragedia de Cromañón. En tal sentido es fundamental, en el marco de una pedagogía de la memoria que también sea una pedagogía de resiliencia.
La carga simbólica está en honrar la vida de las personas que ya no están y promover las acciones solidarias que se visibilizaron esa noche. Las topper, emblema principal de la tragedia; por muchos años se han mostrado colgadas, inertes; es por esto que descolgarlas, ponerlas en tierra o permitirles que den vuelo, son parte de la transformación que debemos anclar en el ámbito áulico para la formación de nuevas conciencias enmarcadas en la solidaridad y en las políticas de cuidado.
Asimismo, hemos de fortalecer conceptos y generar herramientas que les permitan a los y las estudiantes establecer paralelos entre distintos hechos de la historia de nuestra sociedad.
Como sabemos toda decisión que se tome en materia educativa expone claramente un posicionamiento político-educativo. Toda pedagogía es una determinada manera de entender el mundo, el futuro, las relaciones personales, el tejido social.
Creo que la escuela es el ámbito por excelencia para el debate. Instalar la pregunta es la posibilidad de encontrar respuestas a cómo fue posible que un hecho se arraigue en el imaginario de una sociedad como bagaje de transformaciones socio culturales.
Disciplinas como Historia y Construcción de Ciudadanía van asumiendo distintas dimensiones del conocimiento de estos procesos para acompañar estos cambios.
La política en la escuela, no son ni deben ser réplicas de las experiencias llevadas adelante o vividas por las y los adultos. Esto muchas veces no nos deja ver las nuevas formas de participar, las formas de luchar y de tomar la voz que; justamente esas que se gestan en el espacio escolar, en ese espacio de encuentro entre generaciones que es la escuela, adquieren relevancia y es importante tener presente.
La participación estudiantil y las formas en cómo se apropien de estos conocimientos garantizaran que nuestros alumnos y alumnas se formen con una mirada no solo reflexiva sino también critica para propiciar una democracia más justa y equitativa.
Avanzar en un proceso de profundización sobre los comportamientos solidarios ante el sufrimiento del otro, romper la indiferencia o la naturalización ante el peligro, en suma, destacar las acciones éticas y humanitarias que impartieron decenas de jóvenes esa noche, no es sólo cumplir con los mandatos de una efeméride en un calendario escolar. Implica, sobre todo, que la educación puede hacerse cargo de estos procesos de transformación social.
Al decir, siempre es necesario corresponderle con el hacer.
De esta forma la memoria, la verdad y la reflexión, pilares fundamentales para la construcción de una Sociedad, homenajearán a quienes partieron y visibilizará la causa para que nunca más una tragedia evitable vuelva a suceder, porque entendemos que un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla.
Pensar de qué modo se produce esa transmisión es la tarea de les educadores.
Lograrlo es parte de nuestro legado y nuestra responsabilidad.