¿Cómo financiar medios de comunicación en la era digital?
Por Jorge Giordano
El financiamiento de los medios periodísticos es una de las cuestiones más espinosas del mundo de la comunicación. Ejemplos sobran en nuestro país: Clarín y La Nación, comprometidos con la dictadura y Papel Prensa, Página12, vinculado con el Movimiento Todos Por la Patria que copó los cuarteles de La Tablada, o el icónico diario "La Opinión", financiado por David Graiver, asociado a Montoneros.
Por lo general, la escasez de ingresos resulta la pata floja de los nuevos proyectos comunicacionales, que recurren a infinitas estrategias para salir a flote. En un contexto de modificación de la matriz publicitaria hacia Facebook y Google, las fuentes de financiamiento tradicional como la publicidad comercial se tornan más díficiles de conseguir.
Periodismo sin fines de lucro
La Fundación Adessium es uno de los financistas del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), que en 2016 puso al mundo en vilo con la publicación de los Panamá Papers. Adessium le encargó a la organización Shaerpa una investigación sobre "financiamiento de periodismo de calidad". El informe destaca que el dinero invertido en publicidades de Google y Facebook ofrece retornos cien veces más altos que los de publicidades a todo color y página completa en ediciones impresas.
El estudio asigna un rol clave a la filantropía en vistas a la auto-sustentabilidad del "periodismo de calidad". Determina que los medios deben buscar el apoyo de becas, donaciones y préstamos de fundaciones y organizaciones, e invertirlos especialmente en infraestructura, con el fin de mejorar la calidad de las producciones y reducir los costos.
Anna-Maria Wagner, miembro de la German Association of Journalists (Asociación Alemana de Periodistas), también afirmó que el dinero de fundaciones, becas y campañas de financiamiento colectivo son las soluciones para el periodismo en la era digital.
Otros estudios también sostienen estas tendencias. Los responsables de las Becas de Periodismo John S. Knight de la Universidad de Stanford llevaron a cabo un estudio con 157 periodistas en 2011. 69% de ellos se definieron como free-lance, y el resto como trabajadores a tiempo completo de empresas periodísticas. Consultados sobre el financiamiento de sus proyectos periodísticos, afirmaron que, en promedio, las contribuciones de becas institucionales eran la fuente principal de ingresos. El peso de las becas supera por más del doble a los ingresos provenientes de medios tradicionales financiados con publicidad.
Becas, donaciones y lo que sea
Otro estudio, realizado por James Robinson y Anya Schiffrin para la Conferencia de Periodismo de Investigación Global de 2015, se concentró en 35 medios de comunicación innovadores de países emergentes. Destaca que lo novedoso de estas iniciativas se refería a su enfoque editorial, más que a su modelo de negocios o distribución. Según el estudio, los casos más exitosos ocurrieron al encontrar un "nicho" de lectores, y convertirse en expertos. Algunos de esos medios tienen decenas de miles de visitas por mes, mientras que otro de los relevados (Animal Político) tiene 4,5 millones. En la mayoría de los casos, sólo uno o dos editores perciben un salario a tiempo completo, apoyándose sobre todo en la colaboración de voluntarios.
El estudio clasifica las fuentes de ingresos en tres categorías: becas (de organizaciones para el desarrollo, fundaciones, embajadas), donaciones (contribuciones públicas y privadas) e ingresos obtenidos (publicidades, talleres, suscripciones, eventos, patrocinadores). El presupuesto promedio de las organizaciones es de entre 70 mil y 100 mil dólares por año. Los números no son alentadores: de los 35 casos, sólo 8 pueden cubrir sus costos con los "ingresos obtenidos". Los otros 27 son catalogados como "no sustentables", altamente dependientes de becas y donaciones.
El estudio plantea la necesidad de tener fuentes de ingresos diversificadas, entre los que señala la organización de eventos y conferencias, la publicación de libros, el armado de una productora que produzca contenido para terceros, la realización de talleres, el recurso del financiamiento colectivo para proyectos puntuales, las asociaciones con universidades y, por supuesto, el botón de "donar".
Reconocidos medios comerciales han debido recurrir a estas nuevas estrategias para sobrevivir. El diario The Guardian, referente de la centro-izquierda inglesa, perdía alrededor de 33 millones de libras por año en 2011. Se vio forzado a vender todas sus ediciones locales y regionales, y aún así anunció recortes del 20% de su plantel periodístico en 2016. En paralelo, lanzó una organización sin fines de lucro para recaudar dinero y financiar su periodismo. Al mismo tiempo, recurrió a membresías individuales, contribuciones de sus lectores e incluso un equipo de cuatro personas que busca recursos provenientes de la filantropía.
El panorama argentino
En nuestro país, la llegada al gobierno de Cambiemos ha modificado la situación financiera de muchos medios de comunicación. El cambio en la dirección de la pauta oficial fortaleció a medios afines a su línea editorial, relegando a las voces críticas a lugares cada vez más marginales en el universo comunicacional. Este proceso afectó inclusive a figuras destacadas como Víctor Hugo Morales, Roberto Navarro y Horacio Verbitsky, quienes modificaron su situación laboral bajo presiones (mayores o menores) de sectores vinculados al gobierno nacional.
El caso paradigmático es el de Tiempo Argentino. Uno de los diarios insignia de los tiempos del kirchnerismo debió reconvertirse luego de que los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel vaciaran la empresa. Los trabajadores y trabajadoras, en medio de aprietes de patotas y amenazas, resolvieron mediante asambleas la conformación de la Cooperativa “Por Más Tiempo”, que permitió continuar con el proyecto periodístico. Hoy en día, de alrededor de 100 compañeros, el 60% trabaja 24 horas semanales. Todo el equipo administrativo se ocupa a tiempo completo.
Malena Winer, tesorera de la organización, afirmó que "de base tuvimos el dinero inicial de una edición especial que salió el 24 de marzo de 2016. A partir de ahí, nuestro modelo se basó en dos productos: el diario, que pasó a ser semanario por los costos de papel, y por otro lado un portal web, para poder conservar las fuentes de trabajo. En ambos medios tuvimos la idea de la asociación. El 75% de los ingresos viene de la venta de nuestros productos y el plan de asociación".
La idea del financiamiento a través de sus lectores supuso la aparición de una nueva figura: el socio. Según Winer, el modelo se inició sólo con suscriptores "porque había que armar un tema de beneficios o plus, para pensar por qué tenía sentido pasar de suscriptor a socio. La suscripción era solamente garantizarnos la venta del diario, por el mismo precio del ejemplar acercábamos el diario al suscriptor. Los domingos era gratis. El socio paga un poquito más, construimos una red de entradas gratis, libros, regalos y 2x1 para teatros, cines, recitales y eventos. Eso les llega todos los lunes, en donde participan por sorteos. Creamos una revista especial para socios, la Revista T, que es gratis para los socios. Es un concepto de participación, otra forma de estar relacionado con el lector".
Para sostener este esquema, la cooperativa tiene dos secciones diferenciadas. Un área se encarga de la parte comercial, que se ocupa de conseguir pauta publicitaria e ingresos por medio de anuncios y edictos. Por otro lado, poseen un departamento de socios, que organizan los beneficios que se distribuyen cada semana.
El financiamiento mediante becas y aportes de fundaciones también se encuentra en desarrollo en la Argentina. El reconocido medio Cosecha Roja, especializado en periodismo judicial con perspectiva de derechos humanos, fue organizado por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y Open Society Institute, de George Soros. La revista Anfibia, dedicada a publicar crónicas, ensayos y relatos de no ficción, nació a partir de la Universidad Nacional de San Martín y también cuenta con la colaboración de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Otros emprendimientos han sido cuestionados por el origen de sus fondos. En 2017, el sitio El Disenso publicó una investigación sobre el origen del financiamiento de “Chequeado.com”. Según el artículo, existen fuertes lazos entre el medio y la fundación CIPPEC, que es financiada por un instituto perteneciente a la Fundación Nacional para la Democracia, a su vez financiada por el Congreso norteamericano. El Disenso remarca que Chequeado, junto a CIPPEC, organizaron el debate presidencial en las elecciones del 2015. Fernando Straface, presidente del CIPPEC, fue luego designado como Secretario de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Aprender de los medios comunitarios
La situación de los medios comunitarios siempre ha sido una de lucha y esfuerzo. La pauta publicitaria escasea y estrategias como la búsqueda de fondos de organizaciones sin fines de lucro y el financiamiento colectivo están presentes desde hace décadas. Pero el cambio de gobierno en 2015 agravó las condiciones de estos medios para conseguir financiamiento. Pablo Antonini, presidente del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), afirmó que “hoy hay muchas menos de articulaciones con el Estado. En el reparto de la pauta oficial seguimos siendo muy discriminados”.
La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada en 2009 supuso un gran avance para la comunicación comunitaria en términos jurídicos. El proceso de su aplicación resultó, como mínimo, agridulce. Muchos medios comunitarios y populares surgieron y crecieron al calor de esta normativa; otros tantos realizan un balance crítico del reparto de fondos y licencias. Antonini remarca la necesidad de continuar la defensa de las políticas públicas que aún se mantienen en pie, como el Fondo de Fomento Concursable de Comunicación Audiovisual (FOMECA). “El año pasado se ejecutó solo la mitad del presupuesto destinado a ese programa, tenemos que seguir intentando y concursando. En FARCO hay radios que llevan 25 o 30 años, que pasaron por momentos del país donde la manera de bancar los proyectos populares era parecida a la realidad de hoy”, remarca.
Muchas de las estrategias que hoy son aplicadas por medios comerciales, ya llevan décadas como parte del repertorio de la comunicación popular. “Los medios comunitarios siempre hicimos fiestas, actividades, planteamos que la propia comunidad financie los proyectos. Surgen redes de financiamiento de los oyentes”, destaca Antonini. Según él, las dificultades para el financiamiento colectivo tenían relación con la cuestión operativa: cómo cobrarle a la persona que quiere aportar. “Hoy la tecnología resuelve eso. Ahora firmamos un convenio con el Credicoop para desarrollar un sistema de financiamiento colectivo a nivel más general. Se piensa en generar algún tipo de contraprestación: descuentos, beneficios, y que se desarrolle a partir de una identificación. Cada vez más medios apelan a este tipo de sistemas, y es un problema porque los oyentes son muy solicitados para aportar”.
Las fuentes de pauta “tradicional”, como la publicidad, son cuestionables, según el dirigente de FARCO: “Los grandes grupos económicos no ponen el dinero en publicidad sólo en función de la audiencia sino en base a sus intereses económicos y políticos. Hoy en día, casi un 40% de la Provincia de Buenos Aires votó de una manera y no hay una larga cola de automotrices e hipermercados deseosos de anunciar en programas con esa orientación ideológica”. También llamó a que las organizaciones populares “con recursos” afinen sus estrategias comunicacionales: “Los sindicatos y municipios a veces ponen mucho dinero en cinco minutos en un canal de televisión, o en un comunicador muy conocido. La única apuesta estratégica que tiene sentido a largo plazo, son los medios populares. En los medios comerciales ya casi no quedan voces críticas, y en esos medios hay una agenda que no es la de las organizaciones”.