Convicciones

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    Chaves
    Amichetti y Chaves.
HOMENAJE GONZALO CHAVES

Convicciones

11 Marzo 2024

Hay algo en el peronismo que supera la doctrina y que hace posible que los principios fundacionales de justicia social, independencia económica y soberanía política, trasciendan inconmovibles con el paso del tiempo como desafíos pendientes, imposibles de ser derrotados o derrocados como lo han sido varios gobiernos democráticos y populares a lo largo de la historia. Ese algo son los hombres y mujeres de varias generaciones, desde el ’45 hasta nuestros días, que se han ido pasando la posta para garantizar sin fisuras la continuidad de las convicciones en el seno de un movimiento esencialmente revolucionario, los que han mantenido coherencia en su conducta de vida y muy particularmente en su militancia.

El “Negro” Gonzalo Leonidas Chaves es un ejemplo en ese sentido, forjado desde muy joven en el fragor de una resistencia que no se impuso límites en su combate al golpismo reaccionario, la proscripción, la persecución y el objetivo superior de consagrar definitivamente el estado de dependencia nacional e injusticia social.

No voy a referirme a su historia familiar cargada de heroísmo ya que él muy bien la relata a través de hermosas anécdotas en su libro “Rebelde Acontecer”, voy a comentar sobre aquel Gonzalo que tuve la satisfacción de conocer en el período más oscuro de nuestra historia, cuando la última dictadura militar ejecutaba un genocidio para concretar el objetivo que las fuerzas reaccionarias no habían logrado desde el golpe que derrocó al gobierno popular de Juan Perón en septiembre de 1955.

Hacia fines de 1978 constituímos una pequeña célula de Montoneros en la zona sur del conurbano bonaerense con el  fin de reordenar parte de la resistencia sindical cuya organización había sido diezmada por la represión a través de la intervención a los sindicatos, la supresión de las Comisiones Internas en los lugares de trabajo, el secuestro y desaparición de miles de delegados, delegadas, militantes y la prohibición de todo tipo de actividad gremial, nos alentaba entonces el hecho de que a pesar de todo, la conciencia histórica de la clase trabajadora argentina había logrado mantener viva desde el primer día de dictadura, aunque de manera desarticulada, la protesta y el reclamo de derechos avasallados en los lugares de trabajo.

Forzado junto a su familia al exilio en 1977, el “Negro” había regresado clandestinamente al país y se convertía para nosotros en una referencia esencial para encadenar los esfuerzos de articulación que nos proponíamos desde agrupamientos pertenecientes a distintos gremios en la región. Como primera tarea comenzamos a editar en forma casera un instrumento de difusión al que pusimos el título de  “Confluencia Sindical”, acompañado de la consigna: “Por la unidad y normalización sindical”, era una hoja oficio doblada al medio, impresa en serigrafía y mimeógrafo, que distribuíamos mano a mano o en gancheras colocadas en las inmediaciones de las fábricas.

Todos y todas interpretábamos, en torno a la experiencia histórica de Gonzalo que en circunstancias tan complejas era necesario reafirmar nuestro espíritu combativo y revolucionario despojado de cualquier forma de sectarismo y prejuicios, resultaba imprescindible trabajar codo a codo junto a todos los compañeros y compañeras que demostraban voluntad de enfrentar al régimen con el fin de reconstruir la organización popular y en particular recuperar las estructuras tradicionales del movimiento obrero.

La jornada de protesta nacional encabezada por los gremios que integraban la “Comisión de los 25” fortalecía nuestro ánimo, aunque por el terror y ocultamiento impuesto por el régimen militar no apareciera como evidencia  lo suficientemente clara, sentíamos que la sangre derramada a lo largo de tres años impedía que los tiranos logren su objetivo de torcerle el brazo al pueblo trabajador.

Desde aquellas acciones primarias en la clandestinidad más absoluta, hasta la conformación de un espacio al que llamamos Agrupaciones Sindicales Peronistas (ASP) en el que confluimos metalúrgicos, gráficos, obreros de la carne, del vidrio, telefónicos y trabajadores de publicidad, entre otros, se fue abriendo un camino hacia la recuperación de la democracia y posterior normalización de los sindicatos.

La gran marcha obrera por “Paz, Pan y Trabajo” y los posteriores paros y movilizaciones convocados por la CGT Brasil liderada por Saúl Ubaldini, comenzaban a jugar un papel determinante en el desgaste a la dictadura.

Al final, una de las intenciones prioritarias del Proceso de “Reorganización Nacional” iniciado con el golpe del 24 de marzo del ’76, culminaría en tremendo fracaso, no solo los trabajadores y trabajadoras recuperaron sus instituciones sindicales, su derecho a organizarse desde las bases, la legislación de amparo laboral y los convenios colectivos de trabajo, si no que en muchos sindicatos volvieron a las conducciones los dirigentes más temidos por el enemigo golpista por su combatividad y coherencia como era el caso de Raimundo Ongaro en la Federación Gráfica Bonaerense, Julio Guillán en FOETRA y el “Barba” Gutiérrez en la UOM Quilmes, por citar algunos ejemplos puntuales.

Al igual que en los 18 años de heroica resistencia que culminaron con la victoria del 11 de marzo de 1973, diez años más tarde el pueblo argentino recuperaba la democracia superando el más trágico y criminal período de nuestra historia, si bien el peronismo, con una referencia política superestructural escasamente representativa producto de una sistemática y feroz represión resultaba derrotado en la contienda electoral, la verdadera victoria sobre el proceso dictatorial se había logrado por el indoblegable compromiso y coherencia ideológica de miles y miles de hijos del pueblo que no se rindieron.

Que no se rendirán jamás.

En un presente que se caracteriza por la crisis de representatividad de gran parte de la dirigencia del movimiento nacional y popular y del peronismo en particular, la trayectoria de Gonzalo debería ser tomada como ejemplo vivo para recrear la mística fatalmente menospreciada por el extremo pragmatismo político, bastante extendido y cargado de vanidades individuales que se empeñan, sin éxito alguno, en demostrar la imperiosa necesidad de ganar espacios suprestructurales para cambiar desde arriba la realidad en favor de las mayorías.

Frente a quienes descreen del poder protagónico del pueblo, se alza la voz de los resistentes de todos los tiempos, los que sepultaron uno tras otros los intentos de sometimiento, ellos nos advierten cual es el camino correcto para no desperdiciar lo que tal vez sea la última oportunidad de demostrar que podemos conquistar de una vez y para siempre la Liberación Nacional.

La historia lo reafirma: Sólo el Pueblo Salvará al Pueblo.