El Negro compañero
A Gonzalo lo conocí en 1995 cuando en la ciudad de La Plata nacía la agrupación HIJOS. Veníamos de muchos años de silencio, impunidad, ninguneo; todo en medio de un contexto político y social muy desfavorable para reivindicar la memoria de los 30000 detenidos-desaparecidos. Es ahí cuando empiezo a conocer la historia militante de la familia Chaves. Su papá Horacio Irineo, fue militar de carrera que abrazó la causa peronista participando activamente en la resistencia del movimiento durante los años de exilio y proscripción. Fue asesinado en 1974 junto a su hijo Rolando y otros compañeros de La Plata. Eran los años donde el terrorismo comenzaba a ejecutarse desde diferentes sectores del estado. Ya en esa época Gonzalo militaba en la JTP (Juventud de Trabajadores Peronistas) que más adelante confluyó con Montoneros.
Ya entrado el nuevo siglo mi vínculo con él se da en el campo laboral. Siendo el primer secretario de cultura del intendente Mario Secco, Gonzalo me convocó para dar talleres de comunicación a jóvenes de Ensenada. “Bajar al territorio y ofrecer herramientas” era la consigna en un momento donde Néstor Kirchner se hacía cargo de reconstruir un país. Por esos años publicó su libro “La masacre de Plaza de Mayo”, una de las primeras investigaciones sobre el criminal bombardeo contra la población civil en 1955. El trabajo reconstruye los hechos identificando con nombre y apellido tanto a las víctimas como a los victimarios. En las presentaciones del libro por diferentes lugares del país, colaboré en la realización de un video introductorio que servía para comenzar la actividad (1). Se empezaba a hablar y a debatir sobre un triste hecho silenciado durante décadas. Algo muy parecido ocurrió con el documental “Albores del golpe”, que lo realizamos en conjunto con Gonzalo, donde investigamos sobre el período anterior a la última dictadura cívico-militar (2). Acá nos salimos de la hipótesis de que la derecha peronista y López Rega fueron los únicos responsables de las ejecuciones a líderes populares, planteando que las mismas Fuerzas Armadas con el apoyo de gobiernos como Francia y EE.UU., perfeccionaron y equipararon la lucha contrainsurgente en los primeros años de la década del ‘70. Como dijo Rodolfo Walsh: “Las tres A son las tres armas”.
Hoy Gonzalo transcurre sus ochenta y pico de años en la ciudad de las diagonales, escribiendo cuentos y novelas. Recientemente salió su último libro “Padre nuestro”, publicado por la editorial de la Subsecretaria provincial de Derechos Humanos (MeVeJu), organismo donde estoy trabajando desde el 2009 gracias al apoyo del mismo Gonzalo, eterno negro compañero en el largo camino de la memoria, la verdad y la justicia.