La democratización del goce, según el peronismo

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TURISMO SOCIAL PERONISTA

La democratización del goce, según el peronismo

03 Marzo 2023

Así como las clases dominantes añoran su bombardeo contra la Plaza indefensa, sus golpes cívicos militares contra los gobiernos populares, su hazaña de prohibir cantar la Marcha peronista, su destrucción de las conquistas sociales, sus persecuciones, torturas y fusilamientos de los opositores, las clases populares, en cambio, añoran sus días más felices en tiempos de Perón y Evita, el aguinaldo y el derecho a disfrutar de vacaciones pagas, la construcción de escuelas y hospitales públicos, el salario dignificado, la vejez protegida por el Estado, igual que la niñez privilegiada por aquella que alguna vez se llamó la Nueva Argentina. En esa bifurcación de senderos nostalgiosos encontraremos la raíz de nuestras profundas diferencias como sociedad. Unos, nostalgian la destrucción del país peronista; otros, nostalgiamos la construcción del goce colectivo de nuestro pueblo. 

Es en esas latitudes y fronteras impuestas ante el alma nacional, que emerge como un punto de inflexión, Chapadmalal, la majestuosa hotelería del turismo social peronista, con el piberío del país profundo conociendo por primera vez el mar y la felicidad total, la fogata en la playa y la maestra contando historias antiguas y dibujando en el aire el país del futuro venturoso que estaban construyendo. Chapadmalal era así, en el primer y segundo gobierno de Perón, el domicilio de la democratización del goce, según el peronismo. 

Las clases dominantes pudieron destruir por abandono y desidia, con la pica de un odio bicentenario, una por una sus habitaciones y paredes, pero no pudieron destruir la memoria de ese goce colectivo, nacional y popular, escrito y ordenado por si cabían dudas por el Plan Quinquenal, que siguió habitando allí hasta nuestros días. Sigamos por aquí. 

Decía Perón en la presentación del Segundo Plan Quinquenal, que será el Plan que consolide los cimientos de la felicidad, según el peronismo: 

“El Segundo Plan Quinquenal es un plan simple y objetivo, primera condición para que un plan sea de ejecución ideal.  Las complicaciones técnicas limitan las posibilidades de ejecución de un plan, porque el conocimiento de un plan es el primer paso para que sea realizable. Nadie hace lo que no conoce, y sólo las cosas simples persuaden y conducen la voluntad de un Pueblo hacia la acción. La ejecución del plan corresponde al Estado y al Pueblo. La Ley establece que el Poder Ejecutivo determinará la responsabilidad de sus organismos, a los efectos del cumplimiento de los objetivos que se establecen para la acción del Estado, y el Pueblo, en sus organizaciones sociales, económicas y políticas, mediante el desarrollo libre de sus actividades, debe cumplir los demás objetivos, con apoyo del Estado, hasta los límites previstos en cada materia.

Un plan no es una obra de arte si no se realiza. La ejecución está siempre por sobre la concepción. La conducción del Segundo Plan Quinquenal será centralizada en sus aspectos de verificación y control, pero sólo la persuasión total del Pueblo posibilitará la ejecución. El Segundo Plan Quinquenal es de todos y para todos; es del Pueblo y para el Pueblo. El gobierno puede controlar en parte su ejecución, pero es el Pueblo el único capaz de exigir su cumplimiento total. De allí la necesidad de que todo el Pueblo conozca el plan, y con ese fin la formulación del plan es accesible a todo el mundo. El control del Pueblo es más importante que el control del Estado”. Palabra de Perón. 

Claro que mientras desarrollaba el Primer Plan Quinquenal y elaboraba el Segundo, Perón hacía cosas, gobernaba, ejecutaba, y ordenaba a su ministro de Obras Públicas, general Juan Pistarini, el mismo que construyó el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, que avance rápidamente en la construcción del Complejo Residencial Chapadmalal, la obra cumbre del Turismo Social argentino que inauguró  el gobierno peronista. Y entonces Perón ordenó expropiar más de 600 hectáreas que pertenecían a la familia Martínez de Hoz y sobre esas tierras preciosas que unían la pampa verde con la pampa azul del mar argentino, se edificó la majestuosa obra arquitectónica destinada a albergar a decenas de miles de compatriotas que jamás gozaron antes del derecho a ser feliz, como lo fueron en Chapadmalal. 

Peronismo y goce popular

Poner en valor a Chapadmalal es poner en valor nuestra historia como pueblo. Contra los irritados y amargos que se violentan con la alegría colectiva, esa Residencia, aún malherida, está allí para recordarnos que alguna vez fuimos capaces de construir un país justo, libre y soberano, con el pueblo adentro, gozando, haciendo y controlando como lo establecía el Plan Quinquenal, que sigue diciendo: 
“Un plan de gobierno no es en sí una obra de arte. La obra de arte está precisamente en realizar, y para que ello se ejecute, el primer acto ha de ser destinado a que todos los argentinos lo conozcan, para que cada uno de ellos pueda poner su patriotismo, su buena fe y su decisión en llevarlo adelante y aplicarlo hasta en el último rincón de la República, para que, asegurando así una absoluta unidad de acción, se ponga en ejecución la unidad de concepción del gobierno. La base de toda planificación es una información adecuada”. Palabra de Perón. 

Y sigue diciendo el mensaje presidencial que dará el contexto certero con el que la historia debería juzgar obras como las de Chapadmalal: “Se logró la organización y la planificación del Estado. Comenzamos por organizar el gobierno. Hemos organizado también el Estado, que vivía en una desorganización muy grande, y la Constitución Justicialista y las leyes que la van reglamentando en el orden orgánico, van estableciendo una organización. Es mediante eso que se puede cumplir el principio fundamental de las realizaciones de gobierno que se basan en una concepción centralizada y en una realización descentralizada. Es también mediante esa organización que ha sido posible realizar la planificación, ajustada a la tarea a realizar por el gobierno, por el Estado y por el Pueblo Argentino organizado. Esa tarea de planificación es la que tenemos hoy el inmenso placer de ofrecer…A esa tarea de planificación, que es consecuencia de la organización, ha de seguir también la racionalización, que es consecuencia de las dos anteriores”…

“La Doctrina Justicialista trae al mundo su propia solución, fundada en una filosofía propia de la acción de gobierno que no es de abstención total como en el individualismo ni de intervención total como en el colectivismo, sino de conducción de las actividades sociales, económicas y políticas del Pueblo. Las consecuencias de esta posición de gobierno se traducen en lo político como un régimen de libertad en función social, en lo económico, como de economía social, y en lo social como de dignificación del hombre y del Pueblo”.

El mensaje introductorio de Perón al presentar el Segundo Plan Quinquenal sigue diciendo: “La Doctrina Peronista entiende que los fines permanentes e inmutables de la comunidad nacional organizada son la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación. Para alcanzar la felicidad del Pueblo y la grandeza nacional, la comunidad organizada debe ser socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana. El ordenamiento armónico de las actividades mencionadas exige la valorización de los factores que juegan en todo problema humano; materia y espíritu, individuo y comunidad”.

Y  he aquí el centro de la cuestión filosófica del gobierno peronista: “Unidad de concepción en la Justicia Social: EI Peronismo tiene su doctrina económica, social y política y su teoría para cada materia de doctrina en sus formas de ejecución. El gobierno conduce con los cuadros auxiliares del Estado, organismos estatales de acción social, económica y política, la masa organizada. La planificación argentina elaborada sobre estos principios tiende a señalar objetivos fundamentales, generales y especiales, para la acción social, económica y política del gobierno, del Estado y del Pueblo, a fin de obtener por la unidad de concepción y de acción la justicia social la independencia económica y la soberanía política, que habrán de hacer la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación.

La planificación argentina se diferencia fundamentalmente de la planificación capitalista, teórica y prácticamente imposible y de la planificación colectivista, en los siguientes aspectos:
a) No se abstiene frente a los intereses o actividades sociales, económicas y políticas del Pueblo;
b) No toma la dirección total de las actividades sociales, económicas y políticas del Pueblo;
c) Dirige la acción del Estado y auspicia, promueve o facilita la acción del Pueblo.

"El Primer Plan Quinquenal realizó fundamentalmente la reforma económica, echando las bases de la Independencia y de la economía social para afianzar la justicia social y reafirmar la soberanía política. El Segundo Plan Quinquenal tiene como objeto fundamental consolidar la independencia económica para asegurar la justicia social y mantener la soberanía política. La doctrina del Segundo Plan Quinquenal no puede ser otra que la doctrina aceptada por el Pueblo para ser gobernado por ella. Es la Doctrina Peronista, cuyos principios conforman el alma del Segundo Plan Quinquenal y que tiene como finalidad suprema alcanzar la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación, mediante la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Armoniza los valores materiales con los valores espirituales y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad”.

Palabra de Perón. "Hay que contar, ahora sí, que el Complejo Residencial de Chapadmalal era el hospedaje oficial de descanso presidencial, y que se construyeron nueve grandes, confortables y lujosos hoteles, varias viviendas estilo bungalows, un  centro de asistencia médica con farmacia incluida, carnicería y verdulería que abastecían a la cocina general, canchas de básquet, de fútbol, de tenis, de bochas, gimnasios abiertos y cerrados, pistas de carreras maratón, servicios de uso común como el correo, cabinas telefónicas, cine-teatro, galerías comerciales, juegos mecánicos, una capilla y una ermita. Los majestuosos edificios eran rodeados por un frondoso bosque de pinos y araucarias, de un lado y del otro, el inmenso mar con sus amplias playas. El gobierno convocaba a ser feliz con este eslogan oficial: “Usted se paga el viaje, el gobierno el hospedaje”. Éramos realmente otro país. 

Pero quisimos resaltar, antes que nada, el proyecto de país que originó el Turismo Social del peronismo, porque echa por tierra la falaz mentira del anti peronismo reaccionario que todo lo atribuía a la “propaganda populista”. 

Esta obra la impulsó Perón y la concretó y dirigió Eva Perón y la Fundación que llevaba su nombre. Era ella misma la que controlaba personalmente la puesta a punto de las habitaciones donde se hospedarían las familias trabajadoras y sus hijos. No dejaba nada sin asegurar que cada rincón tuviera las comodidades y la belleza que pretendía compartir con su pueblo. Así lo hizo en Chapadmalal, pero también lo hizo en la Ciudad Infantil que se construyó en el Barrio de Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires. Vale visitar el Museo Evita donde se exhiben retazos de aquel tiempo y aquellos lugares que dignificaban la vida del pueblo. Y valdrá mucho más el día que un gobierno nacional y popular recupere cada una de esas construcciones, no para honrarlos cual si fueran restos arqueológicos de un pasado feliz, sino para demostrarnos que si alguna vez fue posible construir ese país, siempre será posible reconstruir un destino colectivo. 

El Estado y su gobierno, la Fundación Eva Perón y los sindicatos de trabajadores fueron los grandes hacedores de aquel glorioso país que construyó el peronismo. Y no es casualidad que los hoteles de los sindicatos resistieran dignamente el paso de la pica reaccionaria.  Pero los gobiernos que se iniciaron con la “revolución fusiladora” no tuvieron reparo ni piedad con los  patrimonios de la sociedad administrados por el Estado y la Fundación Eva Perón. Valga de triste ejemplo la demolición de gran parte de la bella Ciudad Infantil y la utilización que los “libertadores” hicieran de sus instalaciones como prisión de los primeros presos peronistas. El abandono letal de Chapadmalal es otro triste ejemplo, mayúsculo, imperdonable, e irreparable por parte del odio reaccionario del antiperonismo. La parábola del odio hizo que allí donde fueron tan felices los pibes peronistas de esa infancia privilegiada de los años 50 del siglo XX, el ex presidente Macri dispusiera durante su despiadado gobierno, una porción del lugar para sus reuniones secretas de gabinete y otra porción para instalar las tropas de la gendarmería. 

Es el mismo odio que robó y mutiló el cadáver de Evita el que destruyó  toda la vajilla y los muebles de Chapadmalal que llevaban su nombre y el de Juan Domingo Perón; es el mismo odio que hoy atenta contra la democracia cotidianamente; es el mismo odio que quiso eliminar todo rastro de Turismo Social que dejó el peronismo como una carta de navegación para todos los tiempos. Y es el mismo odio, digámoslo de una vez, que atentó contra la vida de Cristina Fernández de Kirchner.