La patria y sus intérpretes: Cinco nuevas notas para el pensamiento nacional en el siglo XXI
Recientemente, del 8 al 10 de junio de 2023, se realizó en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) el 1° Congreso del Pensamiento Nacional Latinoamericano (Congreso PNL). La magnitud y las características del evento, sumado a la conformación del Foro del Pensamiento Nacional Latinoamericano (Foro PNL), ameritan que hagamos algunas reflexiones. Como botón de muestra de lo alcanzado, podemos destacar que este último logró aglutinar a unos setenta espacios colectivos (cátedras, institutos, redes, asociaciones, medios de comunicación, etc.), mientras que el congreso reunió a más de mil investigadores y asistentes. Y, más allá de lo cuantitativo, ambas iniciativas resaltan en lo cualitativo. En tiempos de fragmentación, coyunturalismo y desánimo, expresaron procesos de unidad, elaboración estratégica y esperanza. De ahí su importancia, su carácter novedoso y, sobre todo, su necesidad para esta etapa.
Por supuesto, es algo incipiente, apenas dio sus primeros pasos. Por eso mismo, precisa de orientaciones de mediano y largo plazo. A continuación, se ofrecen, primero, los antecedentes que nos condujeron a este punto y, segundo, algunos análisis vinculados a los desafíos que tenemos por delante como espacio, con referencia a la producción de un pensamiento nacional latinoamericano para el siglo XXI.
Un itinerario sinuoso
Naturalmente, la “prehistoria” del Congreso y el Foro PNL puede rastrearse mucho tiempo atrás, dependiendo del hilo del que se quiera tirar. Pero aquí nos interesa puntualizar en los precedentes inmediatos, aquellos que directamente estuvieron vinculados a su nacimiento y que aportaron elementos a su configuración. Desde ese punto de vista, la ruta comenzó en 2019 cuando desde la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) comenzamos a dar forma al 1° Congreso del Pensamiento Nacional, Latinoamericano y del Sur Global. La fecha prevista para su realización era del 24 al 26 de junio de 2020, pero la irrupción de la pandemia de COVID-19 truncó nuestros planes.
No obstante, se llegó a enviar una primera circular en diciembre de 2019 y distintos grupos a lo largo del país se dieron por enterados y mostraron entusiasmo por la iniciativa, estableciéndose entonces una serie de contactos. Además, sobresalió en aquella convocatoria la amplitud de los ejes de discusión, trascendiendo los habituales límites disciplinares y el enfoque historiográfico mayormente asociado al pensamiento nacional. Detrás de tal idea, se había conformado en la UNLP una coordinación del congreso entre distintas facultades. Se reunieron a tal efecto investigadores provenientes de Psicología, Ciencias Exactas y Naturales, Trabajo Social, Derecho, Geografía, Filosofía, Historia, Comunicación Social, Sociología, Relaciones Internacionales, Educación, Artes, entre otras áreas. Asimismo, desde el título del encuentro, se pretendía reunir distintas tradiciones del pensamiento. Estos aspectos serían heredados por las recientes iniciativas.
Ya en contexto pandémico, surgió una segunda iniciativa que jalonó el camino hacia el Congreso y el Foro PNL. En junio de 2020, justamente cuando debía realizarse el evento de la UNLP, nació públicamente la Red de Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Sociedad (Red PLACTS). Más precisamente, el 15 de junio comenzó a funcionar la mesa coordinadora con 16 miembros, incluyendo integrantes de Tucumán, Bariloche, Córdoba, Puerto Madryn, Río Cuarto, Esquel, Tandil, Mar del Plata, Santa Fe, Capital Federal y La Plata. La iniciativa surgió del grupo platense, articulado alrededor de la Cátedra Libre Ciencia, Política y Sociedad (UNLP) y la revista Ciencia, Tecnología y Política.
En la carta de invitación, elaborada por la mesa y destinada a quienes pudieran sumarse a la red, se afirman unos principios elementales de funcionamiento, en los cuales hay que encontrar una de las claves del éxito que ha tenido. Textualmente, se afirma que el espacio mantendría su “independencia política y libertad de acción”. Pero esto no debe entenderse como rechazo de la política. Por el contrario, se afirmaba que “es una red con un claro compromiso político, pero no partidario, de modo que respeta las distintas visiones ideológicas y militancias del campo popular”. Por lo tanto, se constituyó como ámbito de participación en miras a incidir ━desde el plano de las ideas y las propuestas━ en la formación, la gestión y la política científica y tecnológica, en el marco de un “proyecto nacional, popular, inclusivo, democrático, soberano y solidario”.
A partir de allí, el proceso de crecimiento fue acelerado. El 20 de septiembre de 2020 ya se conformó un grupo de correos de la Red PLACTS, para aglutinar las nuevas incorporaciones. Y en noviembre de ese mismo año fue publicado el documento fundacional de la red, titulado Otro estilo científico y tecnológico es posible. Desde entonces, se mantuvo una actividad ininterrumpida y se avanzó en niveles de estructuración interna. Entre sus principales logros se cuentan i) los conversatorios sobre distintos temas estratégicos (ver), ii) la Biblioteca PLACTED Colaborativa y de Acceso Libre (ver), iii) las actividades junto a sindicatos, y iv) la elaboración de documentos de propuestas en distintas áreas (ver). Al día de hoy, la red reúne a más de 110 científicos y científicas de todas las regiones del país, y se está proyectando a nivel latinoamericano. Cabe destacar dos puntos más: por un lado, que es una experiencia inédita de organización en el sector en varios sentidos (grado de consolidación, perspectiva política, crítica y propositiva, extensión nacional, proyección latinoamericana, etc.); por el otro, el tipo de organicidad y método de trabajo desarrollado en la red fue replicado, en buena medida, en el Foro PNL.
Por último, el tercer jalón que condujo hacia el Congreso y el Foro PNL fue plantado el 2 de junio de 2022. Ese día se realizó en la UNLa el 1° Coloquio Pensamiento Nacional y Latinoamericano, Causa Malvinas y Educación. Fue una actividad híbrida (presencial y virtual), donde fueron invitados distintos grupos vinculados a esos temas. La UNLa, con una impronta fuertemente definida por el pensamiento nacional, es una referencia insoslayable en la materia. La actividad estuvo organizada por el Centro de Estudios de Integración Latinoamericana Manuel Ugarte, el Observatorio Malvinas, el Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano y el Departamento de Planificación y Políticas Públicas. Esa jornada procuró generar un ámbito de intercambio entre los distintos contactos de cada una de esas dependencias institucionales. A ese encuentro asistimos desde el grupo de La Plata con la propuesta de retomar el congreso trunco de 2020 y de que se organizara en Lanús en 2023, lo que fue tomado con beneplácito por los anfitriones.
A partir de allí los acontecimientos se sucedieron velozmente. Comenzamos una coordinación informal, sin nombre aún, en miras a configurar un espacio común que nos aglutine y dar forma al evento de este año. Luego de unos meses de trabajo, elaboramos una carta de invitación a conformar el Foro del Pensamiento Nacional Latinoamericano, firmada por los grupos de la UNLa, la UNLP y la Red PLACTS. En esa nota ya están las coordenadas esenciales de la propuesta del Foro y el Congreso PNL. A los tópicos comunes en el área, como el rechazo a la importación acrítica de ideas y el llamado a la originalidad, se le añadieron otros novedosos. Entre ellos, la convocatoria a un conjunto amplio de actores, excediendo por mucho lo académico (“organizaciones sociales, políticas y gremiales, docentes, estudiantes, funcionarios/as, artistas y público en general”); la idea de complementar el análisis y la crítica, con las propuestas y la construcción (lo que se define como una “doble tarea”); la identificación de las limitaciones propias (“la fragmentación entre distintas tradiciones y la necesidad de actualización teórico-metodológica”); el alcance de los problemas a abarcar (“elaborar respuestas a los problemas que nos acucian como país, como región y como humanidad”); y el asumir un horizonte de acción que impacte más allá de los intelectual (“alentar una praxis social y política emancipatoria en nuestros países”).
Bajo esa convocatoria, con esos objetivos y un breve diagnóstico del contexto global y nacional, se realizó el 13 de octubre de 2022 la primera reunión del Foro PNL. Comenzó, entonces, un proceso de acumulación que condujo en pocos meses a un salto desde aquellos seis firmantes iniciales a los setenta grupos que hoy conforman el foro. Y que se expresó por primera vez públicamente en el congreso de junio de 2023. Como cierre de este evento, el foro realizó su primer encuentro plenario. En él se dio nacimiento formal al espacio, estableciendo una mesa de coordinación y definiendo criterios básicos de funcionamiento, algunas tareas de corto plazo y la realización del próximo congreso en 2025 en la ciudad de La Plata.
Orientaciones estratégicas
Una vez reconstruido el itinerario que nos condujo hasta aquí, precisamos delimitar algunas coordenadas para contribuir a definir las tareas por venir. En septiembre del año pasado, en medio de la conformación del Foro PNL y en ocasión del fallecimiento de la reina Isabel II del Reino Unido, publicamos en Agencia Paco Urondo cinco notas para el pensamiento nacional en el siglo XXI. Ellas contenían un sucinto programa en relación con la configuración de esta matriz epistemológica:
I) la afirmación de lo “nacional latinoamericano” como marco de pertenencia y referencia, identidad y encuadre estratégico;
II) el rechazo al chauvinismo y el “ombliguismo”, y la necesidad de un pensamiento que se abra al mundo y los problemas de la humanidad, asumiendo nuestro aporte específico, nacional, a la diversidad global;
III) el abrirse a la teoría contemporánea para dar cuenta de las nuevas problemáticas y las circunstancias del presente, sin descuidar las raíces en los autores clásicos del pensamiento nacional latinoamericano, para evitar ser arrastrados por las modas intelectuales del norte;
IV) la necesidad de construir una imagen positiva de nuestra sociedad, o sea, la tarea de construir y ampliar desde la producción intelectual el amor propio como país y como región, yendo a contracorriente del menosprecio y autodenigración promovidos por la producción cultural dominante;
V) el asumir una dimensión profética, es decir, trabajar en ofrecer un futuro deseable, una utopía por la que luchar, de modo de fortalecer el optimismo de la voluntad, la vocación transformadora de nuestros pueblos.
Ahora bien, tras los pasos dados desde entonces, a esas notas pueden añadirse otras cinco orientaciones.
- Primero, la importancia del trasvasamiento generacional. En la organización del foro y el congreso se evidenció la maduración intelectual de quienes crecimos en los noventa y nos formamos políticamente en la primera década del 2000. Somos hijos de esa última oleada transformadora. Mientras que la generación anterior de referencia ━aquella formada en los setenta━ transita sus últimos años de actividad. Siguiendo su legado, la nueva generación intelectual debe comenzar su propio camino. No podemos vivir de las glorias del pasado: es momento de hacerse cargo, abandonar el lugar de comentadores y asumir plenamente el mandato de la creación original. Cabe aclarar que el trasvasamiento implica, a su vez, fecundo diálogo intergeneracional. Todavía quedan elementos por transmitir y fortalecer en una nueva camada de pensadores y pensadoras. En particular, es preciso reforzar la perspectiva antiimperialista como eje ordenador de las discusiones; dimensión evidente al pensamiento nacional de décadas pasadas, pero permanentemente socavada por las corrientes intelectuales de moda (léase, del norte global).
- Segundo, hay que pensar en grande. Lo logrado es un piso, valioso pero insuficiente. Seamos francos: estamos retrocediendo en la batalla cultural por ideas y valores. Desde el cambio de fase capitalista global en los años ochenta, el discurso globalista y neoliberal ha permeado en la sociedad de un modo capilar. Los medios de comunicación y, más recientemente, la masificación de la internet y las redes sociales fueron sus vehículos privilegiados. Frente a ello, el pensamiento nacional quedó en una posición defensiva. Pero sobrevivió y, ahora que el mundo está virando hacia un escenario multipolar, vuelven a darse condiciones para que resurja con fuerza. Por eso, en esta etapa, hay que proponerse impactar a todo nivel y escala, proyectando iniciativas cada vez mayores. Además, tenemos que ampliar los campos de producción intelectual hacia los nuevos formatos estéticos (podcast, contenido audiovisual, imágenes, etc.). No se trata de reemplazar el libro, la revista y la charla, sino de complementarlos en busca de alcanzar otros públicos.
- Tercero, construir la unidad en la diversidad. No debemos tener miedo a las diferencias y a las discusiones. Por el contrario, bienvenidas sean. Donde se polemiza, hay vida intelectual; donde se consensua superficialmente, habita el silencio de los cementerios. El gusto al contrapunto siempre anidó en el pensamiento nacional. Dicho esto, hay que enfatizar, al mismo tiempo y cuantas veces sea necesario, el valor primordial de la unidad. Unidad en la diversidad, pero ¡unidad al fin! Por ende, antes que miedo a las diferencias, debemos tener miedo al divisionismo. Aislamiento y fragmentación son iguales a derrota y marginalidad. Mantenernos unidos no es sinónimo de mayor impacto, pero seguro es condición para ello. Por eso debemos cuidar los espacios colectivos de difamadores, pájaros de mal agüero y sembradores de desconfianza.
- Cuarto, delimitar claramente la relación con lo académico. En sus orígenes el pensamiento nacional se desarrollaba mayormente por fuera de las universidades. Hoy es un dato de la realidad que tendió a adoptar los estándares académicos, sea en busca de validación, como refugio o por mera mímesis con el modelo dominante de producción intelectual en la pos dictadura. Lo cual tiene aspectos positivos y varios riesgos. Entre los primeros, las metodologías científicas pueden contribuir a dotar al pensamiento nacional latinoamericano de mayor robustez (comprendido como una creciente calidad, sistematicidad, diversificación y rigurosidad). Asimismo, puede legitimarse mediante los mecanismos de validación académicos. Los peligros, a su vez, son muy importantes. Por un lado, asumirse como una variante más dentro de las innumerables subdisciplinas que se multiplican en las casas de altos estudios. Nada más lejos del espíritu del pensamiento nacional que volverse una especialidad académica. Por otro lado, adoptar la perspectiva aséptica, descomprometida, del modo de producir conocimiento en las universidades. Por último, reproducir el monólogo académico entre pares, descuidando el diálogo con la sociedad como destinataria primordial del pensamiento nacional. En síntesis, clarificar estas complejidades puede servirnos para aprovechar aquello positivo, pero cuidando de eludir las derivas academicistas.
- Quinto, tender los puentes hacia otros sectores sociales. Fundamentalmente, ir hacia las organizaciones sociales y sindicatos, entendidos como institucionalizaciones del poder popular. Pero también más allá, hacia todas las manifestaciones de la vida orgánica de la sociedad, tales como iglesias, empresariado nacional, fuerzas armadas y de seguridad, asociaciones profesionales, comunidad científico-tecnológica, poderes del Estado, partidos políticos y medios de comunicación. El pensamiento nacional latinoamericano se valida académicamente, pero sobre todo en su aporte intelectual concreto en relación con alguno de los distintos componentes de nuestro país y la región. El objetivo general es volver transversal una forma de comprender la situación nacional y regional y ampliar la imaginación respecto a los futuros posibles y los medios para alcanzarlo. Esto debe traducirse a su vez en cada sector en relación con sus realidades y desafíos particulares.
Muchas veces se repitió en los días del congreso en Lanús que se trataba de un hito. Efectivamente, lo fue. Pero más que eso, hay que buscar que se constituya en un clivaje. Porque haciendo lo mismo, obtendremos idénticos resultados. Tenemos que prepararnos para dar un salto. Nutriéndonos de quienes nos precedieron, pero llevando más allá la antorcha, de modo de colaborar con la generación de mejores condiciones para una nueva ola transformadora en el país y la región. Porque, no lo olviden, la marea siempre vuelve a subir.
*UNLP y Red PLACTS