Un Messi humanista y cristiano
Este último mes, durante el avance del Mundial de Qatar, pudimos ver muchas cosas de Messi. En principio, como desde distintas partes del mundo, personas de todas las clases sociales querían que coronara su carrera con la única Copa que le faltaba.
Ahora que Messi es campeón mundial, un sector de la política argentina, ligado a pensamientos conservadores y muchas veces coloniales, quiere volverlo un caso de éxito liberal. Un ‘leading case’, como se le llama a los casos de estudio en las escuelas de negocio norteamericanas.
Por supuesto que Messi es un ejemplo y será un caso de estudio, pero es incompleto el análisis si no se comprende que su ejemplo de vida es de alguien simple, humanista y cristiano. Naturalmente no es alguien que viva en una parroquia, estamos hablando del mejor deportista del deporte mejor pago a nivel global. Pero siempre que puede, con un gesto, una palabra, un abrazo, nos recuerda que es uno más.
Hace unos días, en televisión, algunos periodistas forzaban el debate Messi/Maradona, diciendo que el primero era mejor porque tenía tatuado a Jesús, mientras que Diego tenía tatuajes de alguien violento como el Che Guevara. Esto más que una antinomia, pareciera ser una síntesis generacional: personas de distintas ideologías políticas, desde Hugo Chávez hasta Elon Musk, reivindicaron el rol del cristianismo en una sociedad en paz en las últimas décadas.
Esfuerzo y mérito es distinto que consumismo y vanidad. Messi expresa lo primero. Frente a una sociedad que muchas veces es sofocada por mensajes vacíos, Lionel reivindica sus inicios en Grandoli, el club de barrio que lo inició en este hermoso deporte, y también nos habla del amor de su abuela y su familia como algo clave en este proceso. Ese es el mensaje. Por supuesto que luego vendrían años de trabajo arduo, de tratamientos médicos, de organización y estudio, pero es parte de un todo.
Decía San Agustín que el ejemplo es el contagio más poderoso. Hoy vemos como en la Selección Argentina ya han germinado varias de las semillas que Messi sembró (Julián Álvarez y Enzo Fernández, entre otros). Muchachos de trabajo y humildes. Si la final del mundo fue vista por aproximadamente 3.500.000 de personas, ¿cuántas personas querrán hoy ser cómo Lionel?
En una época donde estamos sobrecargados de imágenes y palabras vacías, este mensaje simple, conciso y contundente es algo para compartir. En épocas de tironeos y divisiones, disfrutemos resaltar que Messi es de todos los que creen en soñar. Sin distinción alguna, acá no hay frontera ni muro que valga. Como su piel lo indica, Messi es humanista y cristiano.