Ascension: make China great again
Por Manuela Bares Peralta
Occidente tiene una predisposición por caracterizar el fenómeno chino alejándolo de su ideal democrático. Un poco porque se niega a entenderlo y otro poco porque se resiste a verse reflejado en él. Pero la dirección política inaugurada por Deng Xiaoping hasta Xi Jinping, la convirtieron en una de las economías más prósperas del mundo y, quizás, en el mejor territorio para comprender los alcances del capitalismo y la sociedad de consumo.
El sueño chino tiene los mismos alcances que el sueño americano y si nos animamos a sumergirnos en Ascension -nominada a Mejor Documental en los Premios Oscar- vamos a poder contemplarlo de abajo hacia arriba: a lo largo de más de 50 locaciones podemos seguir una sucesión de planos fijos donde se hacen carne las distintas realidades que viven los empleados en la fábricas, las clases medias bombardeadas por el marketing y las clases altas. La brecha entre clases sociales y el ideario de ascenso social son síntomas y consecuencias de un progreso que no sólo se da en China, sino en el resto del mundo, especialmente en Estados Unidos.
Esta China moderna que nos muestra Jessica Kingdom es contradictoria como el capitalismo, pero también encierra un objetivo en sí mismo: recuperar el lugar central que tuvo en la economía mundial hasta el siglo XV. En ese sentido, la propia Kingdom sostuvo: “Veo a China como el escenario para preguntas universales sobre la paradoja del progreso, que son magnificadas y exploradas conforme pasa de ser lo que se conocía como la fábrica del mundo, a una de las sociedades de consumo más grandes del mundo”.
De esta forma, Ascension nos propone un recorrido magnífico y contradictorio sobre una sociedad signada por el progreso, con los mismos deseos e interrogantes que recorren a todo el mundo: ¿hemos arrasado con todo?