Britney vs Spears: en busca de la libertad
Por Nicolás Adet Larcher
La biografía de Britney Spears dice que es cantante, actriz, bailarina, diseñadora, compositora y empresaria. Lo dice, lo sabemos. Pero lo cierto es que en los últimos trece años de su vida, Britney no fue nada de eso.
Es probable que para muchas personas el conflicto entre ella y su padre, James Spears, sea nuevo; pero para el movimiento #FreeBritney, nacido en 2019, las cosas ya venían siendo sospechosas. Comenzó con el ruido de un podcast que deslizó que Britney no la estaba pasando bien y más tarde se hizo más fuerte cuando la cantante fue internada en una clínica contra su voluntad. Esto continúo con una serie de discusiones conspiranoides en foros y redes sociales.
La hipótesis original sostenía que Britney estaba tratando de decir algo a través de sus posteos en Instagram. Muchos de ellos involucraban palabras, imágenes y sonidos que se relacionaban a la libertad y la posibilidad de ser independiente. La teoría, descabellada en una primera instancia, con el tiempo fue ganando solidez hasta que finalmente la cantante lo confirmó.
El primer documental que recolectó voces cercanas sobre Britney fue estrenado a principios de este año y se llamó Framing Britney Spears. La plataforma Hulu hizo una alianza con The New York Times, que realizó toda la investigación, y lanzaron la producción audiovisual coincidiendo con una de las instancias judiciales decisivas para la tutela de la cantante.
Ese documental fue crucial para entender tres cosas: cómo había nacido el movimiento #FreeBritney, qué estaba en juego en el proceso judicial que se iniciaba, y qué tan equivocados habíamos estado sobre la cantante. Este último aspecto quizás sea el más contundente. Con material de archivo, nos muestra las dificultades a las que tuvo que someterse Britney en los inicios de su carrera. Era la época del ascenso de las Boy Bands y la industria estaba más metida en juntar cinco tipos para cantar que en prestarle atención a una chica de menos de veinte años que intentaba hacer un pop igual de edulcorado y bailable.
Sus primeras apreciaciones la consideraron “la novia de Estados Unidos” y ese fue el problema más grande cuando creció y cambiaron sus presentaciones y sus letras. Para la crítica fue intolerable que hiciera algo que se corriera de lo estrictamente conservador. Todas las voces se plantaron en la indignación y el escándalo moral. Qué cómo se vestía, qué cantaba, qué insinuaba a la juventud, su sexualidad excesiva, sus movimientos provocadores. Todo fue indignante todo el tiempo. En el archivo recogido por el documental se pueden ver intervenciones machistas en las entrevistas, con preguntas ofensivas sobre su rol respecto a la mujer y el supuesto ejemplo que daba. También se ve a una Britney firme y directa, sosteniendo que no tiene por qué ser el ejemplo de nada ni de nadie.
Hace unos días fue el turno de Netflix para presentar su documental. En Britney vs Spears queda obviada la introducción a todo el conflicto judicial y lo que se propone es entrar en el detalle de algunos conceptos técnicos vinculados a la tutela (por qué no es conveniente que un familiar sea un tutor), la salud mental y develar algunos documentos clasificados de 2008. También se da voz a figuras que nunca fueron consideradas como relevantes en la historia de Britney, pero que estuvieron formando parte de su entorno más cercano.
El documental suma información, aunque queda un escalón más abajo en la comparación con la investigación de The New York Times. Aún así, ambos se complementan de manera casi orgánica. El arribo de esta historia a las grandes plataformas, como Hulu y Netflix, puso al tanto al gran público de lo que estaba pasando y llegó a tiempo.
La propuesta de Netflix se estrenó un día antes de que una jueza de Los Ángeles estableciera la suspensión de la tutela de James sobre su hija. Las redes sociales celebraron la medida y miles de personas se volcaron a las calles para apoyar a la cantante. ¿Eso quiere decir que Britney ya es libre? De su padre sí, de la tutela no. Todavía queda un largo camino por recorrer.