Crímenes de familia: la violencia de género en clave clasista
Por Marina Jiménez Conde
Cine.ar y Netflix estrenaron la película argentina Crímenes de Familia, protagonizada por Cecilia Roth, quien interpreta a una mujer perteneciente a las clases acomodadas que defiende a su hijo, denunciado por intento de homicidio y abuso sexual por su ex pareja. A la par, su empleada doméstica también es encarcelada por otro delito, dejando en claro la distinta vara de la justicia cuando la acusada es una mujer y, encima, es pobre.
Crímenes de familia describe a la perfección los problemas que tiene la justicia patriarcal en Argentina. La revictimización por la que se hace pasar a muchas mujeres, y la falta de perspectiva de género, son una constante en fiscales y jueces que suman fallos y condenas escandalosas. El director, Sebastián Schindel, toma este tema y le suma la corrupción y el manejo de favores que hay detrás del sistema judicial.
El otro gran tema social, que va de la mano con el anterior, es la violencia de género. Aparece narrada en primera persona, a través de Marcela (Sofía Gala), que denuncia a su ex pareja (Benjamín Amadeo) por abuso sexual e intento de homicidio. En el juicio, relata los episodios violentos por los que pasó durante la relación y el acecho que sobrevino después, cuando se separaron. También hay tiempo para que, de cara al jurado, le reclame por la falta de acción para protegerla.
En un primer momento, Alicia, el personaje al que da vida Cecilia Roth, descree de todas los dichos de su ex nuera y hasta la acusa sin tapujos de ser una “negra de mierda”. El caso de su hijo sería, justo, el de "un pobre hombre" falsamente acusado por una mujer despechada y malintencionada que lo único que quiere es dañar su vida.
La cuestión de clase también está presente en la relación que Alicia entabla con su empleada doméstica, Gladys —interpretada por Yanina Ávila—, a la que aconseja de modo paternalista y a la que señala, más de una vez, por no saber cómo desenvolverse en la vida. Alicia prácticamente se encarga de la crianza de Santiago, el hijo de Gladys, y establece un gran vínculo con el niño.
Cecilia Roth encarna muy bien a esta mujer paqueta que vive en Recoleta y, mientras se reúne con sus amigas a tomar el té, se escapa al baño a tomar antidepresivos. A lo largo de la historia, la situación de la mujer irá cambiando y, para eso, es sumamente importante la segunda trama del film, que pasa por la historia de Gladys.
Un personaje que aparece poco, pero que cuando lo hace se lleva todas las miradas, es el de Paola Barrientos. La actriz interpreta a una trabajadora social que tiene como tarea entender qué le pasó a Gladys, quien no recuerda nada de la situación por la que está presa. Cuando declara en el juicio, la claridad y concisión de sus respuestas marcan cuál es el camino y el compromiso que hay que asumir, desde su profesión, para enfrentar a esa justicia patriarcal. El pañuelo verde colgado en la oficina, donde recibe a Alicia, es todo un símbolo y un guiño a quienes interpretan la realidad desde una perspectiva de género.
Crímenes de familia habla de los temas que están en agenda en nuestra sociedad gracias a la lucha de los feminismos, y también de la negación por la que muchas personas pasan, cuando se enteran de que un familiar es responsable de hechos como los tratados.
La empatía y la sororidad parecen ser la respuesta que se propone desde el film. Pero, sin lugar a dudas, la mejor elección pasa por agregar en el guión la historia de Gladys, para dejar en claro que la desigualdad de derechos y la violencia contra las mujeres es todavía mayor cuando se trata de una mujer pobre.