The Handmaid´s Tale: feminismo apocalíptico
Por Micaela San Martin M.
A pocos días de terminar el 2019, haciendo un recuento sobre lo vivido en esta década, el movimiento feminista destaca como uno de los hechos más visibles de los últimos años. Surgieron manifestaciones de esta lucha en Argentina y en todas partes del mundo. El año pasado se destacó una intervención en donde integrantes de Periodistas Argentinas se disfrazaron de criadas y, frente al Congreso, alzaron sus voces por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. La ropa utilizada hacía referencia a The Handmaid´s Tale (El cuento de la criada), una de las series que fue especialmente pensada para este contexto feminista.
Para empezar, es una serie basada en el libro homónimo de la escritora canadiense Margaret Atwood, redactado en Berlín hace treinta décadas, cuando el muro todavía estaba en pie. En ese contexto es complejo no pensar en toda la carga política que la compone. Bruce Miller –creador de la serie– es el encargado de traer a la actualidad, de forma gráfica y explícita, el terror que genera el imaginar pasar por las situaciones que componen la serie.
La historia se enmarca en una sociedad distópica, que transforma y combina muchas cosas vividas a lo largo de la historia, en diferentes partes del mundo; lo que le agrega su grado de verosimilitud. Transcurre en la ciudad de Gillied, un Estado norteamericano en el que la contaminación ambiental y otros factores han reducido la tasa de natalidad. Las mujeres fértiles escasean y, en el resto de los casos, los embarazos no llegan a término o los bebés mueren a los pocos días. Esta situación, entre otras, hicieron que se desate una guerra civil en la cual se instaura un régimen teocrático y queda al poder un grupo religioso ortodoxo con creencias radicales. De un día para el otro, las mujeres pierden todos sus derechos y se genera un nuevo orden. Las pocas que quedan fértiles y no están casadas (el matrimonio igualitario deja de ser válido también) son secuestradas, torturadas y adiestradas para ser el vientre de las mujeres infértiles de la alta sociedad –las únicas que parecen tener privilegios– y sus maridos poderosos. A estas mujeres despojadas de todo se las llama “criadas” (handmaid); se las entrena para aceptar ser violadas en un ritual religioso por “el amo” y así lograr embarazarlas. Las esposas son partícipes de la situación y lo asimilan como la única vía para llegar a ser madres.
La mayoría de las situaciones de este nuevo mundo son presentadas a través la protagonista, June (Elisabeth Moss), renombrada como Offred, nombre que refiere al amo de la criada; en este caso, el Comandante Fred Waterford (Joseph Fiennes) y su esposa Serena Joy (Yvonne Strahovski).
Entre los temas que aborda la serie se encuentran la violencia de género (violaciones, acoso sexual, prostitución, agresiones físicas y emocionales), la homofobia, el fanatismo religioso y su utilización como discurso dominante, los campos de concentración, el secuestro, la complicidad, la hipocresía y la injusticia. Fundamentalmente, aparecen también las resistencias que siempre surgen como respuesta a eso.
Todo lo ocurrido en la serie resulta completamente familiar e, incluso, sofocante. El sufrimiento de las criadas traspasa la pantalla. Se trata de un futuro apocalíptico que genera temor. No es un universo fantasioso, sino todo lo contrario, está completamente anclado a la realidad. Es una historia perfectamente confeccionada que se nutre del pasado para construir el miedo que presenta sobre el futuro. El pasado es el presente de muchas personas y, sobre todo, de las mujeres. Gente que es despojada de su identidad, que es violentada, secuestrada y obligada a emigrar mientras la sociedad sigue siendo cómplice aceptando con total naturalidad las aberraciones a las que son sometidas las personas por un sistema religioso y político utilizado como adoctrinamiento de las masas que ayuda a apañar las subversiones. Por otro lado, hay resistencia. Y es una de las partes más buscadas por el espectador al no aguantar tanto sufrimiento. La rebelión y la unión se perciben como horizonte para estas mujeres, como esperanza; e invita a acompañar esa lucha. El dolor es fácil de percibir en la serie. Nadie dudaría de la tortura a la que son sometidas las criadas; pero al contrario de la ficción, en la realidad, muchas veces esas mismas situaciones son banalizadas y se suele relativizar la gravedad de lo sucedido.
Todo esto la convierte en una serie atrapante y perfecta para este momento, porque, inevitablemente, son hechos que atravesaron (y atraviesan) el mundo real; pero, sobre todo, lo que las mujeres han sufrido a lo largo de los años.