Host: la película de terror filmada por Zoom
Por Nicolás Adet Larcher
Desde sus orígenes y hasta el día de hoy, el cine de terror fue la herramienta que, como humanos, supimos encontrar para narrar los miedos de nuestra época. Un género masivamente popular, técnicamente barato para filmar, provocativamente innovador en sus propuestas, pero injustamente despreciado por el prestigio impostado de las premiaciones.
Hay sobrados ejemplos de cómo el cine llevó a la pantalla los temores de la sociedad en cada período histórico. La brutalidad expresiva de El Gabinete del Doctor Caligari (1920) canalizó el miedo revuelto que había dejado la Primera Guerra Mundial, así como Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock, nos hizo pensar en lo vulnerables y expuestos que estamos en un lugar tan cotidiano y nuestro como la ducha de un baño, ante la presencia de cualquier intruso.
Toda esta introducción viene al caso para recomendar una novedad llamada Host, que se estrenó en plena cuarentena. En el año 2014, una película llamada Unfriended presentó un experimento audiovisual que mezclaba la técnica del metraje encontrado —un subgénero del terror que tiene como máximo exponente a The Blair Witch Project (1999)— con la virtualidad de un mundo dominado por los dispositivos tecnológicos. En ese mismo año, Open Windows, del director español Nacho Vigalondo, también tomó el mismo camino.
¿Qué proponía Unfriended? la posibilidad de narrar una historia básica y para nada original del género de terror a través de la pantalla de una computadora. En ese momento, la película tuvo una buena repercusión, más por su envase que por su historia, y demostró que hacer películas de terror podía ser aún más barato. Algunos críticos (casi proféticos respecto a lo que se venía para el 2020) definieron a la película como una “ramificación de la nueva normalidad de estar siempre conectados”. Luego de Unfriended, otras películas tomaron su forma para narrar otras historias. Fue, por ejemplo, el caso de Searching (2018).
Con la pandemia del Covid-19, el cierre de cines, la suspensión de rodajes y la postergación de estrenos, cualquier película disponible y accesible para ver se convirtió en un acontecimiento. Así, apareció Host.
El horror es Zoom
Lo primero que hay que decir de Host es que es otra película que propone narrar una historia desde una pantalla, nutriéndose del miedo de una sociedad hiperconectada y aislada por una pandemia global. Aquí, por supuesto, hay mejoras notables respecto a Unfriended. Host fue filmada utilizando la plataforma Zoom y tuvo un tiempo de rodaje de 10 semanas, con la particularidad de que fueron las propias actrices quienes se filmaron, recibiendo aportes técnicos de parte del equipo de producción de la película. El director, Rob Savage, estrenó el film en la plataforma Shudder, que tiene un catálogo exclusivamente dedicado al cine de terror.
Host nos lleva por la historia de un grupo de amigas en una sesión de espiritismo por videollamada. Todas en cuarentena. Todas encerradas en sus casas. La película es interesante porque es efectiva en su forma y sus decisiones, pero sobre todo porque decide dos cosas: primero, enfocarse únicamente en el terror más primario y conocido, que involucra jump scares —esos momentos que nos hacen saltar del sillón—, pasillos oscuros y silencios incómodos; segundo, que dure lo mismo que una llamada cualquiera de Zoom en su versión gratuita. Ese tiempo real que nos corre y nos interpela como espectadores, permite a la película saltearse introducciones engorrosas, rellenos innecesarios para el formato y otorgar un desarrollo ajustado para sus personajes. La aparición de algunos momentos forzados no alcanzan a manchar la naturalidad de las actuaciones y lo verdaderamente creíble en las emociones de las actrices con las que empatizamos desde el primer minuto.
Si esta “nueva normalidad” trajo reuniones, cumpleaños, clases y cualquier tipo de encuentro en su versión virtual y alejado de cualquier contacto, era lógico que el cine de terror decidiera meter la cuchara para contar cómo el miedo más elemental también puede estar presente en la oscuridad de nuestra habitación, mientras una luz blanca ilumina nuestros rostros.