Los espíritus de la isla: entre los premios y el reconocimiento de la crítica
Hace un tiempo llegó a los cines de nuestro país The banshees of inisherin (“Los espíritus de la isla”, en español), el nuevo largometraje de Martin McDonagh (“Tres anuncios por un crimen”) donde vuelve a reunir a Colin Farrell y Brendan Gleeson, esa dupla que nos obsesiono en “Escondidos en Brujas” hace casi 15 años atrás. Sencilla e impactante, la cuarta película de McDonagh parece postularse como una de las favoritas de esta temporada de premios, regalándonos la mejor performance de Colin Farrel hasta el momento y por la que está nominado. La película consigue jerarquizar la maestría de su director para madurar una característica muy propia de su cine, donde el drama y el humor se entrecruzan magníficamente.
La narrativa de McDonagh se escenifica en una isla ficticia asediada por los ecos de la guerra civil. Un escenario hermético bordeado por acantilados que se parece a la Irlanda rural que la escritora Claire Keegan retrata en su novela “Recorre los campos azules”. En ese terreno llamado Inisherin nos encontramos ante una decisión inesperada: Colm (Brendan Gleeson) ha decidido ponerle fin a su amistad con Pádraic (Colin Farrel). Alrededor de ellos no hay evidencia alguna de peleas o malos entendidos, sino los vestigios de una amistad que desaparece.
Pádraic, al igual que nosotros, necesita una razón para que su antiguo amigo haya tomado una decisión tan trascendental y repentina. Colm, por su parte, sostiene que no quiere perder más tiempo con Pádraic, al que considera aburrido, y prefiere dedicar los años que le quedan a practicar su música. Pádraic, que siempre había considerado que tener una vida tranquila y ser bueno era una virtud, no puede dejar que su amistad con Colm desaparezca e intenta recomponer el vínculo con él diariamente. Frente a esta insistencia, Colm toma una decisión drástica: cada vez que Pádraic le dirija la palabra, él se va a cortar uno de los dedos con los que toca el violín.
Este es el punto de partida sobre el que Pádraic emprenderá un recorrido vertiginoso sobre su propia existencia, del que también serán parte su hermana Siobhán (Kerry Condon) y Dominic (Barry Keoghan), el hijo del policía de la isla que sufre constantemente los abusos de su padre. Otro de los personajes que acompaña la apuesta es la señora McCormick (Sheila Flitton) que se funde con el folclore irlandés para anunciar las tragedias que acompañaran a los habitantes.
La banda de sonido creada por Carter Burwell pone a andar esta ingeniería de un enfrentamiento brutal en un lugar donde nunca pasa nada, mientras los ecos de la guerra civil irlandesa apenas interrumpen el paisaje. Una película que se nos queda alojada, aún después de que la sala de cine se apague.