Los principios del placer: desentramando el tabú sobre la sexualidad femenina
Por Agostina Gieco
Cómo vivimos las mujeres la sexualidad hoy puede ser muy distinto respecto de nuestras madres y abuelas, y mucho más en comparación a siglos atrás. Aún con ciertos tapujos, comentamos abiertamente acerca de lo que nos da placer, del nuevo juguete sexual que probamos o del encuentro íntimo que tuvimos el fin de semana. Llegar a este punto no fue fácil. Hubo que atravesar un largo camino de obstáculos que representaron, durante mucho tiempo, trabas a nuestra libertad y autoconocimiento que, sin embargo, fuimos superando.
Los principios del placer, dirigida por Niharika Desai y estrenada días atrás en Netflix, explora temáticas tan poco abordadas en profundidad como necesarias. Con un equipo de mujeres en dirección, producción, musicalización y fotografía, además de la cómica Michelle Buteau, que se encarga de la voz en off, esta miniserie documental se divide en tres episodios cuyos títulos son “Nuestros cuerpos”, “Nuestras mentes” y “Nuestras relaciones”. En cada uno se focaliza en distintos temas, entrelazando entrevistas a profesionales de la salud y a mujeres que cuentan sus experiencias personales.
Durante siglos, las mujeres estuvimos reprimidas. Los mecanismos de control que se ejercieron sobre nuestros cuerpos al vernos únicamente como personas gestantes, como meras reproductoras de la fuerza de trabajo, diría Silvia Federici en Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación primitiva, provocaron una opresión a escala masiva. Que no debemos desear tener sexo más allá del embarazo porque nos tildan de putas; que masturbarnos es anormal y sólo es cosa de hombres; o que no podemos explorar nuestro propio cuerpo sin necesitar a alguien más que lo haga por nosotras. ¿O acaso la famosa frase “calladita te ves más bonita” es inocente?
Todos estos son discursos que, casualmente, responden a un sistema heteronormativo en donde no caben, por ejemplo, las personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+, que son abucheadas, detenidas, enjuiciadas, e incluso asesinadas por expresar su afecto en público. Representan un desafío al sistema que sólo permite relaciones amorosas entre un hombre y una mujer— o en algunos casos un hombre y muchas mujeres, pero no al revés—, perpetuando una sociedad desigual y despojada de derechos para parte de la población, incluidos falta de atención médica y bajo nivel de inserción laboral.
También se evidencia en la etimología de las palabras. “Histeria” proviene del griego hystera, que significa “útero”. ¿Quiere decir que los hombres, al no poseer útero, no pueden ser histéricos? Para nada, pero se nos ha hecho creer que histéricas somos únicamente las mujeres. Incluso la tan consultada Real Academia Española, en la que muchos educadores se basan, hasta el año 2001 definía la histeria como: “enfermedad nerviosa crónica, más frecuente en la mujer que en el hombre”. Si bien se eliminó la segunda parte, en general se siguen reproduciendo discursos que lo avalan.
Ya sea desde instituciones de enseñanza como a nivel intrafamiliar, la falta de Educación Sexual en temas asociados al acto sexual en sí, a la búsqueda de placer y relacionados se compensa en muchas ocasiones acudiendo a Internet, libros o, en el peor de los casos, la industria de la pornografía tradicional. Desde temprana edad, es utilizada como forma de “aprender” qué hay que hacer y cómo, a pesar de que dista mucho de la realidad. Son una respuesta a un sistema construido para darle placer al hombre, hacerlo sentir amo y controlador. El porno les hace creer a ellos lo que a nosotras nos gusta, lo que disfrutamos, y así actúan, suponiendo en vez de comunicarse y preguntarnos, lo que puede conducir a momentos de incomodidad, agresivos, coercitivos o violentos sin consentimiento.
Poco se habla de por qué se considera “normal” ver a un hombre masturbarse, mientras que si lo hace una mujer la llevan a terapia, si es joven, o la catalogan como asquerosa. El haber vuelto tabú un tema tan importante y natural, como lo es la propia experimentación del placer, generó altos niveles de desinformación. Muchas no saben en qué consisten sus órganos genitales o confunden vulva y vagina. En casos más extremos, hay quienes consideran que algo anda mal con ellas mismas si poseen un bajo o nulo deseo sexual, y se sienten culpables por no sentir excitación o deseo de tener relaciones.
Los principios del placer es una ventana que se abre, desde la industria del entretenimiento y en el ámbito de las plataformas de streaming, como forma de seguir indagando, y también explorando, en temáticas que se han ocultado bajo mantos morales en diversas esferas de nuestra sociedad y que siempre está bueno ir develando.