María Marta: El crimen del country, el hecho real que se volvió ficción
Por Manuela Bares Peralta
En los últimos años, las plataformas pusieron de moda los truecrimes en todos sus formatos. Documentales y ficciones del género se convirtieron en los contenidos más elegidos y vistos por usuarios. De los crímenes importados a exportar crímenes propios, la televisión argentina adoptó el thriller policial y llevó a la pantalla algunos de los casos que conmocionaron su propia historia. En este auge irrumpió María Marta: el crimen del country en HBO Max, dirigida por Daniela Goggi y protagonizada por Jorge Marrale, que interpreta a Carlos Carrascosa, Laura Novoa que se pone en la piel de María Marta García Belsunce y Mike Amigorena, como el fiscal que investiga la causa. Sin dudas, esta miniserie de ocho capítulos nos permite reencontrarnos con el caso desde otro lugar, planteándonos nuevas dudas que escapan al relato de hace 20 años atrás. En diálogo con Agencia Paco Urondo, Martín Méndez, guionista de la serie, comparte parte del proceso que significó llevar a la pantalla uno de los casos más importantes y mediáticos de los últimos tiempos.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo fue el proceso de reconstrucción alrededor del crimen de María Marta para poder llevarlo a la ficción?
Martín Méndez: Primero tuvimos que conocerlo a fondo y eso requirió de una investigación de dos años que consistió en lectura de expedientes, en observar tanto el material gráfico como audiovisual de la época, y en entrevistar familiares, fiscales, abogados y periodistas que siguieron el caso y abonaban a distintas teorías e hipótesis. Intenté contactarme con todo aquel que pasó por este caso y tener sus testimonios e impresiones. Me parecía que era vital poder palpar las miradas, las voces y los léxicos para poder trasladarlos a la ficción.
APU: ¿Cómo fue hacer una ficción de un caso que también viviste como espectador?
M.M: Cuando ocurrió el caso yo tenía 20 y pico de años y, por supuesto, otra ingenuidad con respecto a cómo operaban los medios de comunicación y, en su momento, compré lo que vendían. La investigación me abrió todo un abanico de perspectivas y la oportunidad de adaptar este caso me llegó con otra madurez y recorrido, que me permitieron desdoblar todas esas primeras impresiones que tuve en su momento y cruzar un poco del otro lado. Cuando uno llega a un conocimiento profundo sobre algún tema puede tener una perspectiva angular de la cuestión y eso permite hacer un recorte y elegir diferentes puntos de vista para abordar la historia y llevarla a la ficción.
APU: ¿Por qué eligió una estructura no lineal para contar el caso?
M.M: Este tipo de decisiones nunca pueden ser caprichosas. La construcción de la dramaturgia de un relato y de su línea temporal siempre tiene que surgir de lo que te pide la investigación. En este caso puntual aparecen, tanto desde la investigación como desde la realidad, la figura de las blogueras, una dupla de mujeres que se mete en la vida de Carrascosa en 2011, poco antes de que empiece el segundo juicio por encubrimiento a la familia. Ya tenía un recorrido suficiente desde lo que había sido la fecha del crimen en octubre de 2002, ese tiempo de relato alterno y con esta dupla de mujeres como vehículo me permitía pivotear y llevar al espectador a diferentes momentos que el relato necesitaba. Por supuesto que esa línea de 2002 corre cronológicamente al igual que la del 2011 en adelante, avanzan varios años. La decisión surge de la misma investigación en la cual aparece esta singularidad de estas mujeres que llegan al caso años después y nos permiten como espectadores revisarlo.
Esta decisión tiene un ida y vuelta con la plataforma, en este caso HBO, donde este recurso se valida y se discute mucho. Ese relato no lineal no puede estancar la historia ni tampoco ser algo puramente formal, debe tener la fluidez necesaria para encajar bien en el género del thriller policial. Es decir, debe tener su cuota de interés, ambigüedad y entretenimiento. Todo esto fue un trabajo de mesa con la plataforma, con Germán Loza que colaboró conmigo en los guiones y con la pata investiga.
APU: ¿Fue difícil elegir desde que perspectiva relatar una historia que tuvo tanto impacto en la opinión pública de aquella época?
M.M: Desde ya, es un caso complejo porque a la hora de llevarlo a la ficción tenés que seleccionar perspectivas desde las cuales vas a hacer avanzar el relato. En este caso, eran claras. Teníamos esta dupla de Juana y Belu, las blogueras, que se complementan, pero a la vez tienen la misma motivación que es la búsqueda de la verdad. Por otro lado, está Carlos Carrascosa que es un poco el eje central del relato. Él es una víctima porque pierde a su esposa en un crimen, pero también es acusado por ese mismo crimen, por lo cual, el víctima y victimario conviven constantemente. Su personaje tiene todo un arco progresivo que era muy interesante seguirlo en ambas líneas del relato. Después, empieza a jugar un personaje más coral que es la familia. Si bien vamos individualizando cada situación ofician como una especie de personaje colectivo. También tenés personajes como el vecino y el fiscal que abren sus perspectivas como así también otros totalmente conceptuales, como los medios de comunicación y la familia judicial. Todas estas distintas perspectivas construyen la singularidad que tuvo este caso y que hacen que haya tenido este impacto en la opinión pública.
APU: ¿El caso tuvo una atención mediática especial porque sucedió en un country?
M.M: Sin dudas, ese es un factor de interés y un anzuelo absoluto para que los medios le pusieran la lupa a este caso, pero no es el único factor. El morbo se despierta alrededor de una familia sospechada de matar a otro integrante de la misma, el viudo que es defendido a regañadientes por la familia de la víctima, esa es una singularidad absoluta con la que jugamos mucho en la serie. En aquel momento, generó en la coyuntura, operada desde la justicia hacia los medios, la idea de que en este país también había justicia para los ricos y eso fue un gran gancho. La familia García Belsunce le sirvió al sistema de justicia para vender esta idea, independientemente de que la investigación hiciera agua por todos lados. Fueron muchos los factores que hicieron que los medios se alimentaran de este caso.
Pero, sin dudas, este caso refleja lo que es la idiosincrasia de este país, es decir, te cuenta un poco la Argentina donde la justicia funciona como funciona, donde una familia por aparentar comete infinidad de torpezas que, para algunos, seguirán siendo encubrimiento, en donde aparece un elemento tan ridículo como el “pítuto”, donde nos encontramos con una escena del crimen totalmente infectada. Es un crimen que ocurrió hace 20 años y aún no tiene condena. Esa cuestión de la impunidad para los argentinos es un estigma en muchísimas causas y tragedias que han ocurrido en nuestro país.