Nosotras: (re)conociéndonos feministas
Por Agostina Gieco
Cuatro episodios posee el documental Nosotras: relatos de los feminismos bonaerenses, estrenado en la plataforma Contar hace poco más de un mes. Divididos en períodos históricos, que van desde el retorno de la democracia en 1983 hasta la actualidad, los capítulos narran hechos y conquistas de un movimiento de mujeres organizado que luchó por sus derechos y que aún lo sigue haciendo, de la mano de políticas estatales nacionales y provinciales que sirvieron de sustento y marco legal para las diferentes reivindicaciones.
Post dictadura, con el regreso de un gobierno democrático, también resurgieron impetuosamente los movimientos de mujeres. Un hecho que marcó el camino de las protestas contra la violencia de género— que por esa época no tenía esa denominación— fue el asesinato en 1988 de Alicia Muñiz por parte de su pareja, el boxeador Carlos Monzón. Fue tal la cobertura mediática, junto con las expresiones de los titulares que decidieron usar los diarios y revistas de mayor tirada, que las mujeres comenzaron a cuestionar las formas de comunicar cuando alguna era asesinada o violentada. El femicidio sacó a la luz casos de violencia doméstica que, para la justicia y las fuerzas policiales del momento, debían mantenerse en el ámbito privado de la relación. La violencia hacia una mujer por razones de género todavía no era considerada un agravante en los casos que lograban judicializarse.
La actriz y modelo uruguaya ya había realizado denuncias contra el boxeador. Como tantas otras, que ni siquiera fueron tomadas por considerarlas cuestiones íntimas de cada pareja, no prosperaron. A partir de allí, en la provincia de Buenos Aires comienzan a inaugurarse las primeras comisarías de la mujer, dirigidas e integradas casi exclusivamente por mujeres, con el objetivo de capacitar a policías en cuestiones de género y dar un tratamiento efectivo contra la violencia intrafamiliar, recibiendo las denuncias y tomando los casos para asistir.
A fines del siglo XX aún no se hablaba de violencia de género ni de femicidios, así como tampoco se consideraban parte de las políticas estatales, por lo que las mujeres debieron organizarse para ganar terreno dentro de la sociedad. En 1987, al asumir Antonio Cafiero como gobernador, se creó el Consejo Provincial de la Mujer, grupo multisectorial y multipartidario que buscaba responder a las diversas demandas, entre las que se destacaba la igualdad de oportunidades laborales. En 1989 comenzó a trabajar la Fundación Propuesta, para asistir psicológicamente a víctimas de violencia doméstica, brindando además recursos con información para la prevención e identificación de situaciones de maltrato y acompañándolas a realizar las denuncias. Gracias a todo el trabajo realizado durante aquellos años, cada vez más mujeres eran conscientes de que la violencia no se situaba únicamente en la agresión física, sino que era transversal a un sistema en el que también se incluía el aspecto psicológico y simbólico, y que por esa razón era vital crear redes de contención y asistencia mutua, porque ninguna persona podía salir sola de eso.
Por un lado, a medida que se profundizaban las políticas neoliberales a nivel nacional bajo el mandato de Carlos Menem y, por el otro, a partir de la sanción de la Ley de Cupo Femenino en el ámbito legislativo, el colectivo feminista tuvo más posibilidades de debatir otras reivindicaciones, como la lucha por los derechos sexuales y reproductivos y contra la violencia machista. En 1990, la ciudad de San Bernardo fue sede del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, al que asistieron más de tres mil personas de distintos países— récord histórico vigente de participación—. Éste sirvió como puntapié para que las lesbianas pudieran reconocerse en conjunto, en vez de pensarse aisladamente dentro de la sociedad.
Desde 1973, en Buenos Aires, así como también en otras provincias del país, regía el Código de Faltas, que criminalizaba a las personas que públicamente utilizaban vestimenta que no concordara con lo que le correspondía según su sexo asignado al nacer. En otras palabras, las personas travestis podían ir a prisión desde uno a tres meses, o pagar una excesiva multa, si eran vistas en la calle. Recién en 2008 fueron derogados los artículos que los/as perseguían por su orientación sexual o identidad de género.
Además, a principios del 2000, varias agrupaciones feministas comenzaron a trabajar para concientizar acerca de los concursos de belleza y la cosificación y degradación que representan para las participantes, en particular, y para las mujeres en general. Las candidatas pasan a ser un objeto para apreciar por su aspecto físico, postura, elegancia y belleza hegemónica, sin considerar sus habilidades o capacidades intelectuales. Lento pero seguro, en 2014 Chivilcoy fue la primera ciudad del país en prohibirlos por considerarlos sexistas.
Otro de los aspectos que aborda el documental es el fútbol, ámbito machista por excelencia, aunque esté cambiando y las mujeres puedan buscar su lugar como futbolistas. De hecho, días atrás la selección argentina disputó la semifinal de la Copa América con Colombia. Aún así, hay clubes en los que no hay ligas femeninas infantiles, sobre todo fuera de Buenos Aires y Capital Federal, y no se les permite a las niñas jugar con los varones, perdiendo la posibilidad de lograr el sueño de debutar en mayores algún día.
Gracias a la masiva movilización del Ni Una Menos en 2015, el movimiento feminista de Argentina cobró notoriedad pública internacional. A pesar de que en 2018 el aborto no se legalizó, logró instaurarse como un tema de salud pública y, en cierto punto, despenalizarlo socialmente, sacando del cajón su debate a nivel mediático y político. Luego de gestiones que cerraban ministerios, en 2019 se creó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad a nivel nacional y provincial. Un año después, el 30 de diciembre del 2020, se aprobó la ley que garantiza un aborto legal, seguro y gratuito hasta las 14 semanas de gestación.
En la región, Argentina es pionera en la sanción de leyes que promueven la igualdad social y de género. En 1991 la Ley de Cupo femenino obligó a que hubiese al menos un 30% de participación de mujeres en las listas legislativas, lo que no ocurría en ningún país de América Latina. En 2002 se sancionó la Ley para la creación de un Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, atendiendo la cuestión de los derechos sexuales y reproductivos. En 2006, con la Ley de Educación Sexual Integral, se convierte en derecho, para todos los niveles educativos, la incorporación de conocimientos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos en relación al cuidado del cuerpo, tanto propio como ajeno; al respeto de la sexualidad y la salud reproductiva; a la construcción de la identidad e igualdad de trato para todas las personas, entre otros aspectos. En 2010, la Ley de Matrimonio Igualitario nos convierte en el primer país de Latinoamérica en permitir la unión conyugal entre personas del mismo sexo, sancionada a pesar de la resistencia de sectores conservadores que argumentaban en contra basándose en que así se perderían los valores propios de “la familia”. La Ley de Identidad de Género, sancionada en 2012, posicionó a la Argentina como puntera en el otorgamiento del derecho a las personas a decidir acerca de su nombre, imagen y sexo, más allá de lo que su documento de identidad estableciera desde su nacimiento, así como la posibilidad del acceso a tratamientos quirúrgicos u hormonales que deben ser costeados por las obras sociales y demás prestaciones de salud. Por otro lado, si bien fue reglamentada cuatro años después, en 2015 la provincia de Buenos Aires se convirtió en la primera del país en dictar el cupo laboral travesti-trans, que luego sería legislado a nivel nacional en 2020, con el nombre “Diana Sacayán-Lohana Berkins” en honor a las dos militantes que dieron su vida. Esta normativa dictamina la contratación de transexuales, travestis y transgénero en el ámbito laboral del sector público, debiendo ocupar no menos del 1% de los cargos. Además, con la Ley de Paridad de Género del 2017 se estableció la obligatoriedad de que hubiese la misma cantidad de mujeres y hombres en las listas legislativas.
Conducido por Mariana Carbajal, periodista feminista e hija de Marisú Devoto, cofundadora y presidenta de la Fundación Propuesta, Nosotras: relatos de los feminismos bonaerenses recorre diversos hitos. La marea abrió caminos antes impensados, rompiendo cadenas del patriarcado que oprimieron a las mujeres por tanto tiempo. Sin embargo, el proceso continúa. Los femicidios diarios, los índices de mortalidad de la comunidad LGBTIQ+ y los acosos callejeros que sufrimos constantemente son un árbol del inmenso bosque que constituye la cultura machista. Para acabar con ello, es necesario arrancar de raíz las estructuras que nos modelan y que no sólo las mujeres, sino toda la sociedad, grite basta.