Oppenheimer: la pomposa biopic sobre el padre de la bomba atómica

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Oppenheimer: la pomposa biopic sobre el padre de la bomba atómica

27 Julio 2023

Christopher Nolan siempre me ha fascinado como director por su capacidad para llevar al cine historias sobre el tiempo y el espacio con una técnica y una sensibilidad que logra permear en audiencias muy heterogéneas. Historias complejas y memorables para quienes pagan la entrada del cine, el gran público. El don y la maldición de los grandes cineastas. 

Su pomposidad le ha generado enemigos que consideran a su cine “demasiado serio”, pero lo cierto es que Nolan hoy es uno de los pocos en el mundo que puede seguir poniendo una firma de autor en un tanque cinematográfico para salas por fuera de la factoría de Disney. Filmó The Dark Knight, lo mejor que se ha hecho en cuanto a cine de superhéroes, aportó conocimiento en aspectos técnicos, se pronunció en contra de las plataformas cuando los estudios querían hacernos creer que eran el futuro y al día de hoy es uno de los escasos y valiosos defensores del cine en celuloide. Un romántico.

Oppenheimer, su última película, llegó cargada con todo lo dicho anteriormente y por el elemento adicional de conocer la historia para cine de una figura clave del Siglo XX: el llamado "padre de la bomba atómica". American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer, así se llama el libro en el que se basa esta obra. Una biografía publicada en 2005 que obtuvo el Premio Pulitzer y que en su título recuerda la leyenda griega del dios que robó el fuego para dárselo a los mortales. La película comienza con esta cita. Oppenheimer, entonces, es el Prometeo moderno.

La historia real de Oppenheimer es muy jugosa y la cinta tiene algunas escenas magistrales que se corren de lo esperado en una biopic. La recreación de la explosión nuclear sin CGI es alucinante. Nolan dijo en algunas entrevistas que los efectos prácticos brindan algo que los digitales no: el margen de error. El hecho de que las cosas puedan salir de una manera distinta a cómo se las planeó no puede recrearse digitalmente. 

Las actuaciones de Cilian Murphy, Robert Downey Jr. y Emily Blunt son para destacar. Sobre todo Blunt, que tiene menos minutos en pantalla para lucirse. Lo mismo pasa con Florence Pugh, que personifica a la amante de Oppenheimer. En este caso, es el guión el que falla cuando se apura en encontrar un desenlace que resulta insatisfactorio por quedarse a la mitad. Los últimos treinta minutos demuestran la maestría de Nolan para encajar algunas piezas, pero hasta que llega ese momento todo se ha vuelto tan repetitivo y llano -sobre todo en los planos- que la recompensa se diluye. 

La película falla en dos cosas que, por lo menos a mí, no me parecen menores: montaje y banda sonora. Todo es rápido y recortado para un director que quiere abarcar todas las complejidades y tecnicismos posibles, mucho más de lo que el tiempo le permite. Nunca se logra conectar a causa de una aceleración que parece tomada de una obra cualquiera de Baz Luhrman o un Reel de Instagram. Las escenas de conversaciones tienen la misma creatividad en planos y montaje que la escena de Liam Neeson en Búsqueda Implacable 3, donde se lo puede ver saltando una cerca con quince cortes en apenas seis segundos. La música se sostiene en casi la totalidad de las tres horas de película y se vuelve agotadora, innecesaria y nociva para el contenido de la pieza. 

Hasta Tenet, Nolan venía trabajando en los montajes de sus películas con el australiano Lee Smith -que ganó un Oscar por Dunkerque- y en las bandas sonoras junto al extraordinario compositor alemán, Hans Zimmer. Para Oppenheimer, Nolan estuvo en el montaje junto a Jennifer Lame y el compositor Ludwing Göransson. Si bien Lame ha trabajado en obras con una edición adecuada, la cronología para nada lineal y característica del cine de Nolan puede haber enredado el resultado final.

Además de lo señalado, en términos generales la película vuelve a demostrar que a Nolan le resulta más eficaz aportar dosis de realismo sobre las obras de ficción, como Interstellar, Inception o The Dark Knight, que derramar sus ambiciones desmedidas sobre el envase de algún acontecimiento histórico, tal es el caso de Dunkerque y Oppenheimer

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