Pobres criaturas: autodescubrimiento, placer y libertad
En Pobres criaturas -Poor things en inglés- Emma Stone encarna a Bella Baxter, una mujer peculiar de comportamientos atípicos en su accionar y forma de comunicarse, similares a los de una niña recién nacida que aún no sabe valerse por sus propios medios. A su cuidado se encuentra Godwin Baxter (Willem Dafoe), cirujano y científico que la acogió como experimento al hallarla al borde de la muerte. En aquel entonces Baxter decidió implantarle un cerebro infantil para poder criarla en tábula rasa como sujeto de estudio.
Sin embargo, la rutinaria y aburrida vida de Bella en el interior de su hogar, ya que no se le permite abandonar las cuatro paredes londinenses que la cobijan, no puede durar para siempre. De esa manera, un día en el que se le presenta la oportunidad de descubrir el mundo, en busca de su tan ansiada libertad, decide sumergirse en la aventura.
Dirigida por el griego Yorgos Lanthimos, Pobres criaturas evoca una clara crítica social a los mandatos existentes hacia el género femenino en relación a la obligatoriedad de la maternidad, la pertenencia a la vida hogareña, y el control de los hombres tanto sobre sus cuerpos como sobre su devenir. Emma Stone representa a la perfección a una mujer que, genuinamente, no comprende por qué no se le permite gozar de autonomía sobre sí misma, y que cuestiona en más de una ocasión que sean otras personas quienes toman decisiones por ella sin consultarle si coinciden con sus propios deseos o aspiraciones.
Si bien como espectadores observamos a una mujer adulta luchar por su libertad, argumento bastante común a esta altura del siglo XXI, lo novedoso es que la mentalidad de la protagonista es la de una niña inocente que está aprendiendo desde cero cómo funciona el mundo y de qué manera moverse en él. A la vez, poco a poco, va construyendo un camino en el que se descubre a sí misma rodeada de leyes tácitas que le sugieren cómo comportarse en sociedad, sobre todo en relación a la limitada forma en que debe vivir su sexualidad en contraposición a las múltiples maneras de hacerlo.
La liberación sexual y el descubrimiento del propio placer son los principales tópicos del film. En reiteradas ocasiones se muestra sin tapujos la masturbación femenina y el vello púbico, acompañados de conversaciones que le quitan el tabú a uno de los temas más longevos en la historia de la humanidad, pero que sin embargo aún al día de hoy no se debaten abiertamente por la presión de sectores más conservadores.
Con once nominaciones a los Premios Oscar, incluyendo el de Mejor Película -habiendo obtenido previamente dos Globos de Oro y otros tantos galardones más-, Pobres Criaturas se posiciona como una de las películas del año pasado que representan mucho más que una trama entretenida. Tal como sucede en Barbie, nominada en la misma categoría, la crítica a la desigualdad de género es una constante en los diálogos de la actriz principal con el resto de los personajes. No cabe duda de que podría competir por convertirse en un ícono feminista.