Spotlight y un periodismo de otros tiempos
Por Diego Moneta
Cuando Spotlight recibió el Oscar a mejor película a principios de 2016 generó un gran impacto en el mundo del cine. La película narra cómo la unidad de investigación del Boston Globe, llamada "Spotlight", expuso que la Iglesia católica de Massachusetts había ocultado numerosos abusos sexuales perpetrados por distintos sacerdotes de Boston, y por el cual el Globe ganó el Premio Pulitzer en la sección servicio público de 2003. La situación se produjo con la connivencia de la jerarquía eclesiástica y de toda la comunidad.
Nos encontramos frente a un tipo de periodismo que cuestiona los poderes de la sociedad. En clara contraposición con, por ejemplo, la presencia diaria del falso abogado Marcelo Dalessio, procesado por extorsión y miembro de asociación ilícita, como invitado en el programa Animales Sueltos. Cuando se destapó su situación, diversos periodistas negaron haberlo considerado como informante e incluso ocultaron su relación personal. Hablamos de quienes ni se molestaron en chequear la veracidad de una fuente.
Si de chequear hablamos, también podríamos nombrar entrevistas que se asemejan más a operaciones políticas que a gajes del oficio. Por ejemplo, la realizada por Jorge Lanata, en la casa de la diputada Elisa Carrió, a un ex detenido por un triple crimen que acusaba a Aníbal Fernández, por entonces jefe de gabinete y aspirante a gobernador, de ser drogadicto, narcotraficante y de mandar a matar gente. Finalmente el hombre se desdijo en la justicia pero el candidato peronista ya había perdido las elecciones frente a María Eugenia Vidal.
La película afirma la necesidad de mantener en el anonimato a las víctimas de abuso para no revictimizarlas. Un uso muy distinto a la categoría de anónimo que le otorga parte de nuestro periodismo, en el cual personas no identificadas se presentan para iniciar o participar en causas judiciales, como sucedió con los famosos cuadernos de la corrupción. Entregados de forma anónima, luego de haber sido supuestamente quemados meses antes, a un periodista de La Nación que, para peor, fue galardonado por FOPEA (Foro de Periodismo Argentino) con el premio mayor al periodismo de investigación. Hablamos de toda una estructura de instituciones de poder que desplaza la manera de ejercer la profesión representada en Spotlight.
El director del film, Thomas McCarthy, hizo toda una investigación previa a la realización de la película. Llevó a cabo una interminable lista de entrevistas a periodistas, abogados y diferentes personas de la comunidad de Boston; también revisó los archivos del Globe y las miles de fojas legales del caso. Un periodismo previo al periodismo representado en la película. Podemos decir que McCarthy se convirtió en un periodista de cine. Spotlight ejemplifica la necesidad de tener unidades investigativas en los medios de comunicación actuales, no para disparar investigaciones sueltas sino para centrarse en instituciones y generar cambios dentro de la sociedad. Un periodismo que choca con los grandes multimedios de hoy en día que trabajaron incansablemente para que Mauricio Macri ganara las elecciones nacionales e inmediatamente les devuelva el favor derogando por decreto la Ley de Medios, votada luego de un largo y arduo debate, ya que los perjudicaba. No es el periodismo que cuestiona al poder que podemos ver en la película.
El film muestra, a la misma vez, lo incisivo de la profesión para conseguir las entrevistas buscadas y la paciencia para encontrar patrones y responsabilidades de las instituciones en cada caso. A pesar de que Rezendes (Mark Ruffalo) argumenta a gritos la necesidad de publicar la noticia antes de que haya más víctimas y, sobre todo, antes de que periódicos rivales conozcan la historia y la publiquen, su jefe (Michael Keaton) insiste en investigar más a fondo para que todo el sistema sea completamente revelado. Finalmente, terminan descubriendo la complicidad de la jerarquía eclesiástica para la relocalización de los sacerdotes que cometían abusos sexuales.
Cuando la práctica periodística parece bastardeada o afectada por los tiempos que corren, se hace necesario que surjan proyectos así. A lo largo de la historia nos encontramos con otros ejemplos similares. El ciudadano Kane (1941), Todos los hombres del presidente (1976), Spotlight (2015), y aún más reciente, The post (2017). La película dirigida por McCarthy cobra relevancia por haber ganado el Oscar, pero todas tienen su mérito, con o sin nominaciones y premios de por medio. Todas cuestionan la forma de actuar que tiene los distintos poderes presentes en nuestra sociedad, sea un gobierno, la iglesia o la prensa. Todas hacen un periodismo crítico del periodismo.
Hoy en día, la concentración de los medios es inversamente proporcional al nivel de información que muestran, la pauta oficial parece marcar la agenda y, como dijimos, se hace todo menos periodismo.
En tiempos donde la primicia parece pesar más que el tratamiento de la información y donde todo parece dejar de ser noticia demasiado rápido, Spotlight vuelve a marcar la pauta. Olfato noticioso, importancia y valor de las fuentes, rastro de responsabilidades, datos y documentos que conforman bases de datos y vinculo social con la comunidad sin perder capacidad crítica. La película lo tiene todo. Y eso, eso es el periodismo en su máxima expresión.