“Escritos de viaje” de César Vallejo: sabiduría y conciencia
Por Jorge Boccanera
La figura de una antena que vertiginosamente capta lo que sucede alrededor, una antena que viaja y vincula en una prosa ágil, soberbia, asuntos de la ciencia, la economía, la urbe moderna, el progreso y sobre todo la revolución y el destino humano, se desprende del poeta peruano César Vallejo en el libro Camino hacia una tierra socialista. El libro subtitulado Escritos de viaje y editado por el Fondo de Cultura Económica, está a cargo de Víctor Vich, escritor peruano, doctor en literatura hispanoamericana, responsable del excelente prólogo y la selección atinada de crónicas, notas, cartas y poemas.
Sorprende cómo este Vallejo (1892-1938) a quien Vich llama “observador activo”, se adelanta a tratar temas hasta allí escasamente debatidos, entre ellos la publicidad, el consumo, la “obsesión por la tecnología”, el individualismo, el caos urbano, la modernidad, etc. Autor de libros como Contra el sueño de los justos: la literatura peruana ante la violencia política y Voces más allá de lo simbólico. Ensayos sobre poesía peruana, Vich accedió a dialogar sobre este libro que, entre otros temas, dedica extensos capítulos a los viajes que realizó Vallejo a la ex URSS en 1928, 1929 y 1931 y a su participación en la España en guerra durante 1937.
Jorge Boccanera: Vallejo domina ampliamente aspectos del arte, la economía, la política, la ciencia, ¿Era realmente un erudito?
Vìctor Vich: Fue un observador fino que sabía hacerse preguntas y establecer conexiones entre la realidad y el pensamiento, entre lo que miraba y sus lecturas. Siempre estaba interpretando la realidad, pensándola, desconstruyéndola, dejándose interpelar fuertemente por ella.
J.B.: A diferencia de otras voces de la denominada “vanguardia” de inicios del siglo XX, Vallejo celebra los avances de la modernidad, el “progreso, pero también advierte sobre sus contrariedades.
V.V.: Vallejo observó con coraje el límite mismo de la modernidad. Fue un intelectual que se comprometió con algunas de sus promesas, pero también observó la crisis de muchas de ellas. Escribe un verso clave: “No subimos acaso para abajo”; es decir, se da cuenta de que definido desde el capitalismo, el progreso no va para arriba sino que nos conduce al desastre, a la crisis de todo lo existente.
J.B.: En esa misma dirección y lejos atisbo de neutralidad, expresa una posición y polemiza, sobre todo, sobre el papel del escritor…
V.V.: Por mucho tiempo afirmó la independencia y autonomía de los escritores, pero luego encontró en el socialismo una verdad, algo de lo que no se podía dudar y que había que defender a pesar de los errores y las derrotas. Cuando verifica que la desigualdad y la lucha por la justicia son constantes humanas universales, Vallejo se vuelve un escritor militante, “parcial” si se quiere.
J.B.:¿Cómo hubiera desarrollado su poética de haber vivido en la ex URSS de los ‘30 –inicio de las purgas-, alguien que, como Vallejo, sostiene que la obra del artista está por encima de los programas políticos?
V.V.: En el verso de Vallejo “Un poco de calma, camarada” puede interpretarse una primera crítica a lo que comenzaba a suceder en la Unión Soviética. Vallejo fue, durante la última década, de su vida un militante convicto y confeso, pero a pesar de su agónica defensa de la República Española, no tuvo reparos en escribir: “Cuídate España de tu propia España/ cuídate del leal ciento por ciento/ Cuídate de la República /Cuídate del futuro”.
J.B.:¿Qué señala Vallejo cuando alude a la “ética” y la “solidaridad”, dos términos que se repiten en su discurso?
V.V.: Vallejo es un escritor cristiano y un escritor marxista. Encuentra, en ambos proyectos una “verdad” por qué luchar y una vocación universalista. Digamos que de ambos toma una nueva concepción de sujeto y una apuesta por construir nuevas relaciones humanas.
J.B.: El socialismo –según sus escritos en Rusia- es visto por el poeta como una meta a alcanzar, algo complejo a lo que se llega gradualmente.
V.V.: Badiou diría que Vallejo es un escritor del devenir, pero de un devenir que, de alguna manera, ya está en el presente, un devenir que encuentra en el presente un sinnúmero de posibilidades no realizadas.
J.B.: Su modo de hacer periodismo pasa por el trabajo de campo, indagar en el mismo terreno, hablar con los obreros. En sus viajes a la ex URSS, no habla con dirigentes, sino que recorre fábricas, entra a la casa de trabajadores, de intelectuales, dialoga con ellos.
V.V.: Vallejo es un intelectual que no podía dejar de cuestionarse por lo que veía, por lo que había ocurrido y estaba ocurriendo en la historia. La calle lo interpelaba con fuerza y no tenía problemas de repensar lo que creía, de intentar resubjetivizarse a cada rato.
J.B.: Un capítulo fuerte es el referido a la Guerra Civil Española, que él ve como “una epopeya”. Otra vez Vallejo habla desde el terreno, escribe grandes poemas y puntualiza que la guerra más que “una razón de Estado” sale de la voluntad popular.
V.V.: Él pensaba que la defensa de la República Española era el signo de una revolución mucho más auténtica que la que había ocurrido en la Unión Soviética. Observa que se trata de una acción espontánea que no es dirigida exactamente por un Partido y que surge desde las bases mismas de lo social; afirmó que se trataba de una lucha inédita porque ahí el pueblo el que se hacía cargo de su propia lucha.
Vallejo es un poeta del “acontecimiento”. A pesar de que la utopía fracasó, e que el mundo demuestra que todo salió mal, de que el poder continúa imponiéndose, insiste en que el socialismo trae una verdad y que no podemos renunciar a ella. Por eso nos invita siempre a “salir a buscar a España”, a creer que los muertos pueden volverse a levantar y que las deudas del pasado pueden saldarse.