Idea Vilariño: la intensidad y el desgarro
Por Analía Ávila
Nostalgias de las cosas que han pasado
arena que la vida se llevó
pesadumbre de barrios que han cambiado
y amargura del sueño que murió.
“Sur” de Homero Manzi
El 18 de agosto pasado se cumplieron 100 años del nacimiento de la poeta uruguaya Idea Vilariño, nacida en Montevideo en 1920 y fallecida en la misma ciudad en abril de 2009. Fue también traductora, compositora, crítica literaria, profesora de literatura, y es reconocida como una de las grandes poetas de América latina dentro de la llamada “generación del 45”, junto con escritores como Juan Carlos Onetti, Ida Vitale, Ángel Rama, Amanda Berenguer, Emir Rodríguez Monegal y Mario Benedetti.
La poesía y Onetti
Es innegable y manifestado por Idea que gran parte de su obra poética, sobretodo los poemas de amor, fue disparada por la turbulenta relación que tuvo con Onetti, un amor desgarrado e intenso. De ahí nace uno de sus poemas más difundidos que es “Ya no”, sobre la imposibilidad y la despedida; muchos de sus textos hablan del adiós, porque con el escritor tuvieron frecuentes separaciones. Onetti le dedicó su novela Los adioses, ella le dedicó sus poemas de amor. Idea dijo que él era el último hombre del que debía enamorarse, y también confesó: “Era todo lo que yo no debía amar. Nunca nos entendimos bien”.
El primer libro de Idea fue La suplicante (1945) y entre otros están Nocturnos (1955), Paraíso perdido (1949), Poemas de amor que desde 1957 lleva más de 10 ediciones, Pobre mundo (1966), Los salmos (1974) y No (1980). Su obra poética es breve y podemos distinguir tres ejes: los poemas de amor, los nocturnos que son más existencialistas, y las canciones políticas.
Vilariño tiene en sus poemas un tono coloquial que es de aparente sencillez, pero también explora temas filosóficos y oscuros que son una marca del existencialismo sartreano de su época. Los tópicos son el amor, la muerte y la soledad. Hay una voz femenina que traspasa por su tono íntimo y erótico y los versos tienen cadencia musical, con repeticiones y variaciones. También Idea exploró la angustia, sobretodo en las referencias a su cuerpo frágil y sufriente, ella tuvo enfermedades por la que debió permanecer varios períodos en reposo. En cuanto a su estilo, cada vez decía más con menos palabras, pero son palabras contundentes, y con versos que en la forma se van como deshilachando, como una letanía. Rompió así con la tradición de la poesía modernista en Uruguay que abundaba en adornos y metáforas: “Buscamos/ cada noche/ con esfuerzo/ entre tierras pesadas y asfixiantes/ ese liviano pájaro de luz/ que arde y se nos escapa/ en un gemido”.
Los diarios, canciones y militancia
Queremos dirigir nuestra mirada hacia las otras facetas de Idea, explorar su rico universo más allá de Onetti, para no pensarla únicamente en relación al escritor e intelectual. Desde hace unos años se empezó a indagar más en la obra de Vilariño y a resignificarla. La poeta escribió diarios íntimos durante toda su vida, desde su adolescencia hasta poco antes de morir, que fueron publicados con su autorización. En 2013 se editó un primer volumen, Diario de juventud, publicado por la editorial uruguaya Cal y Canto, con textos escritos entre 1937 y 1945. Idea también dejó 17 libretas con anotaciones personales.
Una entrada del Diario fechada en 1941 dice: "Todo lo que he plasmado en poesías (…) es lo único que he vivido verdaderamente. Todo lo que yo diga sentir que no esté apoyado en un poema puede no ser cierto". Los diarios no sólo son el relato cotidiano de sus días, son su manifiesto literario, la reafirmación de su identidad y también un documento con referencias a su correspondencia y sus lecturas. Escribió además acerca de su enfermedad, textos que son un germen de sus poemas: "Odio mi cuerpo, lo aborrezco, o mejor, odio mi piel. Amo mi carne sufrida, amo aún su dolor. Pero la enfermedad, la piel sangrando, curándose, cicatrizando, no". Y reflexionó sobre la maternidad: “No me detengo nunca a pensar cómo sería un hijo mío".
La poeta también amaba el tango y escribió ensayos sobre esta música rioplatense que consideraba un arte popular. En el documental Idea de1997 fue entrevistada por Rosario Peyrou y Pablo Rocca, con dirección de Mario Jacob, allí Idea mencionó la letra de “Sur” de Homero Manzi, dijo que los versos “nostalgia de los años que han pasado/ arena que la vida se llevó”, los podría haber escrito ella tranquilamente. También tradujo obras de Shakespeare que se representaron en teatros de Montevideo.
Vilariño tenía un gran compromiso político, militó en la izquierda radical e independiente; su padre era anarquista, de ahí su nombre Idea, y sus hermanos se llamaban Poema, Azul, Numen y Alma. La escritora abrazó la causa de Guatemala que en su época era un poco lo que después fue Cuba, la posibilidad del cambio, de la revolución en Latinoamérica. Como compositora, escribió canciones políticas y militantes, algunas fueron cantadas por músicos uruguayos populares, como “A una paloma” por Daniel Viglietti, y “La canción o el poema” por Alfredo Zitarrosa. Ya cerca del regreso de la democracia en 1984 los Olimareños interpretaron su canción “Los orientales”, en lo que fue una noche mítica con una multitud cantando bajo la lluvia. Idea dijo que escuchar esta canción en este contexto le produjo más emoción que sus poemas.
Idea rupturista
La periodista y crítica literaria uruguaya Ana Inés Lare Borges, en el Prólogo de En lo más implacable de la noche (Ediciones Colihue, 2016) antología poética de Idea, relata que la primera colaboración de Vilariño en el periódico Marcha fue la traducción de un ensayo sobre Simone de Beauvoir, y afirma que esto no fue casual: “Sin declararse nunca feminista, sin tematizar la condición femenina, su reivindicación de la voz de la mujer coincide exactamente con lo expuesto en El segundo sexo. Idea adopta, sin pedir permiso, pagando el precio, una actitud –vital y lírica- de equiparación con el hombre, la misma que definió a ese feminismo reivindicativo”.
Lare Borges también revela que Idea rechazó considerarse “poetisa”, una palabra que sentía cursi y cargada de debilidad, por eso se llamará “poeta”. Otro gesto de Idea fue el de romper la tradición de las escritoras que llevaron el apellido de sus maridos, en una “apropiación simbólica de su independencia”. La escritora tuvo que fundar un lugar propio para su poesía, porque no existía, no tenía una genealogía femenina dada. Y también se sentía con derecho a intervenir o expresarse sobre arte o política; fue una intelectual de su generación, en pie de igualdad con todos.
En el documental mencionado más arriba, Idea respondía acerca de sus influencias: “No me siento vinculada a la poesía de mujeres, me siento vinculada a la poesía de muchos poetas, hombres y mujeres (…) pero nunca sentí influencias de nadie, a lo mejor estoy llena de influencias pero yo no las percibo”. Y recordó una anécdota de un viaje a Viena con un asistente a un evento literario, que en su español dificultoso le dijo: “Mire, usted tal vez no se da cuenta por qué gusta tanto su poesía aquí (…) le voy a decir esto, aquí nadie escribe con esa ‘intensividad’.” Con una carcajada Idea cerró mirando cómplice a la entrevistadora: “Se equivocó la palabra pero era claro el sentido, ¿no?”.