Juan Gelman viajando hacia el Bosque de la Memoria

  • Imagen
    Gelman en la yunga
    Ilustración Marx Bauzá
DOSSIER PARA GELMANEAR

Juan Gelman viajando hacia el Bosque de la Memoria

30 Abril 2023

Puede que muchos y muchas de nosotrxs recordemos a Juan Gelman a partir de algún retrato del poeta en el que éste mira levemente hacia algún rincón del suelo, meditabundo o pensativo en las cosas.

Puede que haya quién recuerde de memoria alguno de sus más célebres versos y los recite cada vez que la necesidad se hace urgente. Quizás haya quiénes lleven consigo su nombre, como un recuerdo hecho carne, tras haber leído en las páginas impresas de un diario importante del noroeste argentino un párrafo o dos celebrando su grata presencia en la provincia de Tucumán para dar una conferencia en la librería El Griego y visitar el Bosque de la Memoria, del cerro San Javier.

Quizás eso sea así. Quizás sea yo de estos últimos.

Tal vez algún adolescente idealista se topó con su nombre de improviso, en medio de noticias neoliberales de la época: cerró otra fábrica en Lules, en Termas de Río Hondo reciben bonos de cancelación de deudas de Tucumán, Menem dijo en un acto que en el futuro viajaremos rápidamente entre Córdoba y la Luna, otra vez se decretó un paro de maestras por tiempo indeterminado o algo de eso.

Es frágil la memoria. Seguramente hubo alegría, también, a pesar de todo aquello. Sin embargo, leer aquel nombre en un diario puede ser revelador para un adolescente que nació en plena dictadura y al que no le contaron todo, más bien omitieron relatarle muchas cosas.

Este gesto de un poeta visitando un espacio para la reflexión y la memoria le resultaba alentador, esperanzador. El tiempo demostraría que eso sería así. Argentina se convertiría en una referencia en la lucha contra la Dictadura. Sería un ejemplo en la reparación histórica de las víctimas de la desaparición forzada de personas y otras causas atroces relacionadas con los milicos.

Juan Gelman, al igual que miles de argentinxs, fue víctima de aquella horrorosa historia y utilizó su voz poética como arma para señalar ausencias y plantarse ante el miedo. La poesía, estimados lectorxs, sirve para liberar sentidos; ante el horror o la impotencia, para vencer al odio y la muerte con sus diatribas estremecedoras.

Su hijo Marcelo y su nuera, la española Claudia García, fueron secuestrados en 1976 por militares argentinos, cuando ella estaba embarazada de siete meses. Años después, Juan Gelman pudo conocer a su nieta Macarena en el DF.

La ausencia en la obra de Gelman funciona como metonimia de otras miles. Viene a cobijarnos ante el espanto. Sirve. ¿Quién dijo que la poesía no sirve para nada? El alma necesita poesía. Necesitamos poesía para seguir en pie ante el olvido. Yo adolescente necesitaba poesía y allí estaba.

La ausencia en la obra de Gelman funciona como metonimia de otras miles. Viene a cobijarnos ante el espanto.

El recuerdo es más o menos así. Un adolescente buscando respuestas encuentra una punta de un ovillo en las páginas del diario La Gaceta. Se imagina a Juan Gelman ascendiendo los cerros tucumanos. Disfruta junto a su esposa de la frondosidad del paisaje. El entramado de yungas y líquenes se impregna en su retina para siempre. Baja levemente la ventanilla, girando suavemente una manivela. El aire entra y refresca sus ideas. Piensa un poema y lo arroja al futuro.

En un claro, se detienen  para hacer una pausa. Descienden del Honda Civic blanco. Unos toman aire y contemplan la vista maravillosa del conglomerado que se extiende y se ramifica. De noche ha de ser precioso, exclama ella. En efecto, les dice el poeta que hace las veces de chófer. Así es. Es como una diadema de luces a lo lejos, titilantes como luciérnagas. Alguien fuma. ¿Falta mucho para llegar? No, es bastante cerca. Hacemos otra parada en el Cristo Bendicente de Iramain y de ahí no es nada. Un suspiro. Es una belleza el lugar. Queda al lado de la vieja Ciudad Universitaria, la inconclusa que descansa en lo alto como un elefante de hormigón imponente. Una estructura vacía que dice muchas cosas. Es como una suerte de oda a la utopía: derruida, llena de humedad, hundiéndose, siendo deglutida lentamente por el cerro. Poesía. Poesía pura, Juan.

Al lado crecen los árboles en homenaje a los desaparecidos y desaparecidas. Hay placas con sus nombres. La brisa mueve con gracia las copas de los más altos. Ya vas a ver. Hay un espíritu ahí que resulta esperanzador. Tiene algo. Seguro cuando estés ahí sentirás, dentro, toda una experiencia estética. Te esperan lxs militantes de Derechos Humanos, Juan. Están muy contentxs con tu presencia. Es todo un mensaje para las generaciones venideras.

Por decisión del autor, el artículo tiene lenguaje inclusivo.