Kike Ferrari: “Entiendo la literatura como una máquina generadora de pensamiento crítico”
Por Araceli Lacore
Agencia Paco Urondo: En una entrevista de un importante diario dijiste que el primer libro que te regalaron fue Sandokán de Emilio Salgari. ¿Qué significó para ese niño y como influyó en el adulto de hoy?
Kike Ferrari: Sandokán tiene en mi vida como lector y escritor distintas capas de significación. Para comenzar, fue leyendo Los Tigres de Mompracem y la breve biografía del autor que lo precedía, que fantaseé por primera vez con ser escritor. No quería ser pirata, quería ser capaz de construir esas historias salvajes. Pero además en Sandokán está todo lo que uno de los nuestros va a necesitar saber: la lealtad, la camaradería, el odio a los poderosos, la importancia de la identidad colectiva, el amor. Todo. Después completamos y complejizamos este aprendizaje –con Marx, con Cooke, con Malatesta, con lo que elijamos– pero lo nodal ya está ahí; la amistad es el primer comunismo.
APU: ¿Y creés que lograste escribir esas historias salvajes con las que fantaseabas?
KF: Eso intento: escribir historias salvajes. A veces lo logro mejor, a veces peor, pero siempre ando en esa búsqueda.
APU: ¿Por qué elegiste el género negro?
KF: Llegué al género negro primero como lector. Porque me divertía y me permitía entender cosas.
Como escritor fue, y seguramente volverá a ser, una parte de mi búsqueda pero no la única. En mis primeros libros apenas uso algunas herramientas, pero no “entro” en el género y mi última novela, que saldrá en julio, está en otra clave más cercana a la ciencia ficción y la novela de aventuras.
Creo que el género negro –como los otros géneros populares: la ciencia ficción, la aventura, el western– permite dar cuenta de la realidad rompiendo con el corset del realismo. Además, al poner a los personajes a situaciones extremas –el crimen, la violencia, la muerte– es una gran herramienta para pensarnos a nosotros mismos ahí.
APU ¿A qué autores recomendás para comenzar a explorarlo?
KF: Siempre se puede recomendar a los clásicos: Hammett, Chandler. Pero a esos autores igual van a llegar, me parece que alguien que quiere aproximarse al género podría empezar por Viernes 13 de David Goodis, o la antología Cuentos de la Serie Negra que hizo Piglia, por ejemplo.
Y algunos nacionales: Noches sin lunas ni soles de Rubén Tizzian, El cerco de Juan Carlos Martini y Cruz de Nico Ferraro, para entender qué se está escribiendo acá y ahora.
APU ¿Cómo ves el lugar de las mujeres en la ciencia ficción actual?
KF: Hay un campo muy rico y muy diverso en el que hay varias compañeras con distintos registros trabajando. Digamos que además de los nombres más reconocidos como Samantha Schweblin o Agustina Bazterrica, hay un abanico de voces moviendo el mapa de la ciencia ficción, como Laura Ponce, Yamila Begné, Teresa Mira de Echeverría o Ariadna Castellarnau que aunque es catalana, escribió y publicó acá.
APU: Hace unos años disertaste en la Feria del Libro de Azcapotzalco en México junto a Paco Taibo II. Él dijo, refiriéndose al concepto de ciencia ficción para su generación: “La evasión es la huida de la cárcel y la cárcel es la vida cotidiana. Estás huyendo del día a día, pero para volver al día a día. No hay evasión sino camino de ida y vuelta’’. ¿Para vos es así? Cuando escribís, ¿te vas para volver?
KF: Entiendo la literatura, entre otras cosas, como una máquina generadora de pensamiento crítico. Y una huida hacia adelante. Cotejar mundos posibles –porque todo lo que puede ser imaginado es posible en ese plano– con este mundo de mierda en que vivimos nos da herramientas para enfrentarlo. Me voy para volver. Y cuando vuelvo lo hago sabiendo cosas que antes no sabía: de mí mismo, de todos nosotros, del mundo. De mundos.