Lidia Rocha: “El libro, como todo juego erótico, está lleno de aperturas y cierres, secretos bien guardados y revelaciones impúdicas”

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Lidia Rocha: “El libro, como todo juego erótico, está lleno de aperturas y cierres, secretos bien guardados y revelaciones impúdicas”

29 Septiembre 2024

El sábado 19 de octubre se presenta Hechicerías, el nuevo libro de Lidia Rocha, en Humahuaca 3508, a las 18 hs. En realidad, lo que se presenta es la versión física de este trabajo, ya que desde hace unos cuántos días se puede conseguir la edición digital por Amazon a menos de tres dólares.

Editado por Sigamos Enamoradas, Hechicerías viene a refrendar que Rocha maneja como pocos la fantasía erótica dentro de la poesía. En un juego que se desarrolla a partir del acápite de Leopold von Sacher-Masoch, construye una potente serie de poemas donde podemos rastrear la sumisión masculina a través de la voz de una hechicera, la que se muestra como una “dominatriz”.

FRACTURA, el suplemento literario de Agencia Paco Urondo, conversó con la nacida en Trenque Leuquen en la búsqueda de conocer un poco más sobre este libro que promete ser uno de los poemarios más relevantes del año.

Agencia Paco Urondo: En “Encantamiento”, la primera parte de Hechicerías, nos encontramos con alguien muy segura de sí que dice “Yo escribiré la historia, serás Nadie”, para luego remarcarle a quien se dirige que no supo ver su mirada cazadora ¿Quién o qué es esa voz poética?

Lidia Rocha: Bueno… cuando decís “segura” ya estás notando que se trata de una mujer. Y que se manifiesta desde una posición de poder. Si fuese narrativa, estaríamos hablando de un personaje. Como es poesía se utiliza comúnmente el término “máscara”, tomado del teatro, cuando el famoso “yo lírico” se diferencia del yo biográfico de igual modo que un narrador de sus personajes. Eso abre la puerta a muchas alternativas.

APU: ¿Por qué escribir sobre esta relación, desde ese lugar? Uno lee la cita de Masoch y se ve tentado a pensar en una contracara, pero la lectura del libro parece decir que no es por ahí la respuesta.

L.R.: La voz de la protagonista tomó vida propia por sí misma. La ferocidad de esa voz es fascinante. El libro festeja un pacto masoquista entre una dominatrix y su “esclavo”, con un erotismo rabioso que, en gran parte y en contraste, es fruto de la pandemia y del deterioro de la vida de mis padres ancianos.

Y reconoce, desde el acápite, la paternidad literaria de la novela La Venus de las pieles de Leopold von Sacher-Masoch: “El dolor posee para mí un encanto raro, y nada enciende más mi pasión que la tiranía, la crueldad y, sobre todo, la infidelidad de una mujer hermosa”.

En el pacto masoquista un hombre se pone, por voluptuosidad, en manos de una mujer. Sobre este tema se han extendido muchos autores como Gilles Deleuze o José Amícola, Pese a la variedad de mujeres poderosas que despliega Masoch en sus novelas, no recuerdo a ninguna hechicera, pero creo que mi personaje armoniza bastante con su imaginería.

APU: Si bien en el primer apartado, la voz poética dice “soy tu ama, ahora”, en el segundo le pregunta al destinatario de su diatriba por qué insiste en repetir los gestos que lo pierden ¿Está en esa pregunta la llave que abre el libro?

L.R.: El libro, como todo juego o fantasía erótica, está lleno de aperturas y cierres, asfixia y puertas que se abren, secretos bien guardados y revelaciones impúdicas.

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Tapa virtual de Hechicerías

APU: En otro momento, esta voz insiste en marcar su posición dominante, pero nos sorprende confesando “Lo que no me esperaba era el amor, ese amor de bestia con el que tu boca se somete” ¿Hay en ese sometimiento una persuasión que tuerce o intenta torcer la voluntad manifestada desde el primer poema?

L.R.: Severin von Kusiemski, el personaje de Sacher Masoch, rompe el pacto masoquista cuando el amante de su mujer le da una paliza excesiva, esto es, escapa de su control del pacto masoquista. En Hechicerías el personaje masculino intentará romperlo también, pero por amor. ¿Flaqueará la hechicera y todo terminará en una love story con happy end? Me parece que no.

APU: Marcás que a Severin se le escapa el control del pacto masoquista y eso me lleva a estos versos de nuestra hechicera: Nunca te he deseado el mal,/ por el contrario,/ siempre quise conservarte laberinto ¿Ella también lucha por no perder ese control?

L.R.: No, no. La voz se mantiene implacable hasta el final. Cuando le aconseja dimitir, le dice: “Hay ventanas abiertas para que vuelvas a tu vida ordinaria” o “tu única libertad es la puerta de embarque”. El poema 21 comienza así:

 

“La belleza es un problema.

Me pedís que alguna vez sea más tierna,

que te abrace.

 

Como si así no fuera yo a engrosar

las filas de tus seguidoras.”

 

Y en el 18:

“No te hace distinto

esa manera de morderte los labios

digna de ser filmada.”

 

Ella desprecia lo ordinario, le ofrece lo extraordinario, el milagro, el sacrificio de su enorme belleza (la de él). “¿Qué artista de altura aceptaría una red?”, le pregunta en el poema 31. Cuando le dice “no te deseo el mal”, en el último poema, hay que pensar qué es lo que está diciendo realmente. Pero no quiero “develar” el final. Quiero que los lectores lo descubran. 

APU: Esta voz dice en un poema “Llamáme Wanda”, nombre que tiene uno de los personajes de La Venus de las Pieles, de Sacher-Masoch, pero no es mucho lo que tienen en común ¿un simple juego, pista para despistar o qué? Casi como una oposición al “pegame y llamáme Marta”, tan argentino.

L.R.: “Llamame Wanda” es una marca de la presencia de Sacher-Masoch en el texto, para llevar a su lectura, al tema o, mejor, para que lo que él connota venga al libro. Es más bien como una invocación al maestro. Podría jugar con tu dicho: “Pegáme y te llamaré Wanda”. Explorar esos vericuetos del deseo puede ser muy estimulante, siempre y cuando haya acuerdo de las partes, por supuesto.

APU: ¿Hechicerías retoma el camino de Roma? Aunque siento que aquello que en tu primer libro es prohibición, acá es un juego de todo vale.

L.R.: Ambos libros podrían ser clasificados como “poesía erótica” o “fantasía erótica”. También en ambos libros hay un toque de humor lúdico. Roma se refiere más bien al disfrute de los juegos eróticos sin ataduras, lo que a veces resulta en desasosiego. El masoquismo, en cambio, es muy estricto, muy pautado, no hay un “todo vale” o el contrato se rompería. Cuando el pacto se rompe pueden pasar cosas, como que Severin se aleje de Wanda. Y ¿quién sabe qué hará nuestra hechicera cuando esto pase?

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Hechicerías tapa

POEMAS DE HECHICERÍAS

21

La belleza es un problema.

Me pedís que alguna vez sea más tierna,

que te abrace.

 

Como si así no fuera yo a engrosar

las filas de tus seguidoras.

 

Como si no quisiéramos todas

verte sangrar el labio.

Besarlo así.

Quererte así, roto.

 

Mejor si están tus manos atadas a la pared.

Mejor aún si estoy sobre tus piernas

y aprieto tu cuello con mis manos.

 

No sé si creés que conozco este juego,

que no voy a cancelarte la línea de la vida

de un tajo sobre la palma izquierda.

En la apnea otros son los milagros,

otra la intensidad.

 

O mejor, mejor aún, comerte,

comerte mientras mi pie se clava en tu garganta

y sabés que me bastaría un golpe de talón.

 

De tales estallidos emergés como un pez fuera del agua.

 

Y el oxígeno que entra tan de a poco,

en un goteo de álamos dormidos en la niebla.

Después pedirás más.

Después pedirás eso.

 

Voy a decir que no.

No vaya a ser que te acostumbres.

Y que no quieras otros regalos de menor importancia.

O que tales ofrendas se te hagan cotidianas.

Y ya no me agradezcas.

 

22

Tu cabaña está llena de grietas,

de paredes poco sólidas,

de huecos para que entre una luz.

¿Cómo habitar allí?

 

Mi distancia es tu demanda.

 

Yo juego a la matriarca,

a la estrella de Hollywood,

a la artista de éxito.

Vos, al cerdo domesticado.

 

Si soy divina es por tu devoción.

 

Para que seas sumiso es preciso

ser fría e inaccesible, poderosa y malvada.

 

Se necesita también un paisaje de nieve,

que haga juego con mi capa

y con el trozo de hielo que ocupa el lugar del corazón.

Por eso aplasto con mis botas tus dedos delicados.

Al cruzar el jardín noté cuánto han crecido las dalias.

La naturaleza suele ser callada y cómplice.